ARTESANÍA

Cuerdas de guitarra de la Garrotxa en todo el mundo

La empresa Knobloch Strings, con sus cuerdas de alta gama para músicos profesionales, es uno de los fabricantes de referencia en todo el mundo

Albert Cadanet
3 min
Cuerdas de guitarra de la Garrotxa en todo el mundo

Diego el Cigala o Niña Pastori son sólo algunos de los nombres vinculados a Knobloch Strings, la empresa de referencia en España dentro del mundo de las cuerdas de guitarra clásica de alta gama. Quien les acompaña es Diego del Morao, uno de los instrumentistas flamencos con mayor reconocimiento en todo el territorio español. Detrás de sus notas está el Gilles Baudu y elAlba Gorina, los impulsores de una empresa de cuerdas de guitarra, vibraciones creadas en la Garrotxa que se sienten desde China hasta América Latina.

La historia de Knobloch Strings se remonta a los años 70, cuando Jiri Knobloch -un guitarrista checo afincado en Munich- se especializó en la fabricación de cuerdas para guitarra clásica. Tras casi 40 años de trayectoria, Knobloch se vio obligado a dejar su profesión por culpa de una grave enfermedad. Gilles Baudu, que había conocido al maestro lutier -que es como se denomina a los artesanos que fabrican y arreglan instrumentos musicales- mientras cursaba estudios de guitarra en el Liceu, lo relevó. “Knobloch era muy carismático y reconocido en el ámbito de la guitarra clásica y estaba empeñado en que la persona que tomara la empresa fuera también un guitarrista”, explica Baudu.

Desde 2010, tanto él como Alba Gorina son los encargados de mantener vivo el legado de su maestro desde Knobloch Strings. En su catálogo ofrecen dos modelos de cuerdas de alta gama, cada uno con sus correspondientes variaciones.

Las cuerdas graves se fabrican mediante un recubrimiento de metal que contiene un alto porcentaje de plata, mientras que las agudas se fabrican a partir de fibra sintética. El precio de un juego de cuerdas se mueve entre los 16 y los 60 euros, en función de la gama escogida. Lo que diferencia este tipo de producto de otros menos exigentes es sobre todo la sonoridad, mucho más duradero, potente y elegante, defiende la compañía, que no quiere crecer demasiado rápido. “Este tipo de cuerdas tienen mucha demanda, pero preferimos ir despacio porque queremos que la gente aprecie la calidad del producto”, dice Baudu. De hecho, Knobloch Strings ha tenido que decir no a varios clientes porque todavía carecen de la capacidad de producir a gran escala. "Nuestros competidores son grandes empresas europeas y estadounidenses, y lo que nos diferencia de ellos es que nosotros somos un negocio pequeño", dice Gorina.

La producción actual de Knobloch Strings es de entre 500 y 800 cuerdas por día dependiendo del modelo, pero desde la firma aseguran que "cada año se crece a buen ritmo". Buena prueba de esto es su volumen de facturación. Según datos de la propia empresa, facturaron 143.000 euros en 2016, un 66% más que el año anterior (85.959 euros en 2015). El ritmo crece año tras año, puesto que en el ejercicio anterior la facturación aumentó un 44%. Buena parte de ese crecimiento se debe a la inversión que año tras año realiza Knobloch para mejorar el sistema de fabricación. “Casi todo lo que ganamos lo invertimos, porque la competencia es muy fuerte. La última inversión ha sido de 100.000 euros, parte de los cuales provienen de ayudas europeas”, explica Gorina. Aparte, este fabricante de Santa Pau tiene un reto a la hora de expandir su negocio. Ellos mismos apuntan que todavía no tienen “la estructura para vender a particulares y tenderos” y que deben hacer “grandes esfuerzos” para servir a los grandes distribuidores.

Sin embargo, trabajar en un sector más bien reducido también tiene sus ventajas. "La música clásica tiene pocos seguidores en comparación con otros estilos, pero es mucho más fácil internacionalizarte", declara Gorina. Desde Knobloch están “sorprendidos” de cómo se les valora en el exterior. Sus cuerdas están presentes en los cinco continentes y los principales conservatorios de todo el mundo -París, Düsseldorf o Pekín- las utilizan.

El futuro de Knobloch Strings, sin embargo, no pasa sólo por las guitarras clásicas. Durante los últimos años también han apostado por otros géneros como el flamenco, y ya están trabajando en otros proyectos relacionados con la música.

En paralelo, la empresa también ha llegado a acuerdos con instituciones como el Museo de la Música de Barcelona. En este caso, Knobloch fabricó unas cuerdas especiales para que Àlex Garrobé, catedrático del Esmuc, pudiera tocar en un concierto con una guitarra del siglo XVIII. El objetivo, pues, es crecer. Eso sí, sin dejar de lado la idea fundamental con la que empezó todo. "Cada guitarrista tiene una forma diferente de tocar, y nuestro reto es adaptarnos al máximo a cada uno de ellos", concluye Baudu.

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