América Latina, amenazada por una nueva ola intervencionista de EE.UU.
Washington escala las amenazas en el continente para situar a gobiernos afines que se plieguen a sus intereses
BarcelonaLa historia reciente va llena de episodios de intervenciones de Estados Unidos, así como de otras grandes potencias, en países del sur global para influir en las decisiones políticas y económicas en favor de sus intereses. En América Latina y en el caso de EE.UU., los ejemplos explícitos más recientes son el apoyo a los golpes de estado ya las dictaduras neoliberales de la segunda mitad del s. XX. Después de una suavización de estas dinámicas en las últimas décadas, desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, sobre todo en este segundo mandato, el intervencionismo se ha vuelto de nuevo más feroz y menos disimulado, y en los últimos meses los casos de injerencias se han multiplicado.
"No es nada nuevo, pero hacía mucho tiempo que no se veía de este modo tan flagrante", constata la investigadora del CIBOB, Ana Ayuso. Washington asegura en su renovada estrategia de seguridad nacional -la misma en la que apuntan que apoyarán partidos de extrema derecha en Europa, un continente en declive– que América Latina forma parte de su espacio de seguridad y que, por este motivo, intervendrán en todo lo que pueda afectarles. Esto supone "poner por escrito una práctica que ya llevaban a cabo", asevera Ayuso.
Uno de los últimos ejemplos más recientes y tronados de injerencias de EEUU en el continente ha sido en Argentina, donde justo antes de una convocatoria electoral Trump condicionó el swap financiero a la continuidad del partido de Javier Milei en el poder. En Honduras, también antes de unas elecciones, Washington indultó al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, condenado por narcotráfico y miembro del partido Asfura, al que Trump ve como un aliado en el país. También advirtió de que si los resultados no eran favorables a Asfura, retiraría la ayuda en el país. Y en países como El Salvador, Ecuador, Paraguay o Bolivia, el presidente estadounidense no ha sido de expresar públicamente quien prefiere al frente del país.
En el caso de Venezuela "ya nadie duda", dice Ayuso, "que la escalada militar con ataques a supuestas narcollanxes tiene como objetivo echar a Nicolás Maduro del poder". Washington, que ya ha dicho que el siguiente objetivo en la supuesta lucha contra el narcotráfico será Colombia, apoya a la oposición venezolana hasta el punto de que la antichavista Maria Corina Machado –que no ha rechazado una intervención militar de EEUU cuando ha sido preguntada por periodistas– aseguró que EEUU le ayudó a salir del país ya viajar hasta Oslo la semana pasada para recoger el premio Nobel de la Paz.
Con estas injerencias, Trump busca "colocar gobiernos afines a que se plieguen a sus intereses", apunta Ayuso. EEUU intenta así recuperar el control comercial de la región y frenar la presencia creciente de China, al tiempo que desafían también la influencia rusa en países como Venezuela, Nicaragua y Cuba. Pero también buscan, con un ejecutivo formado por ultraconservadores y anticomunistas, anular la posibilidad de que los gobiernos de izquierdas triunfen en América Latina.
Un clima favorable al neoliberalismo y el ultraconservadurismo
Este intento de la Casa Blanca se enmarca en la "contrarevolución global" actual, explica Mònica Clua Losada, profesora de ciencias políticas de la UPF, que enfatiza que "no es una seta", sino que detrás están los esfuerzos de organizaciones como la fundación Heritage y la Red Atlas. Desde los años 70 y 80 se dedican a apoyar a personalidades y think tanks conservadores y liberales "con el objetivo de influir en la opinión pública y crear un clima favorable a sus tesis", con especial incidencia en Latinoamérica.
Ayuso coincide en este análisis, pero advierte que la situación actual "no es sólo consecuencia de la propaganda", sino también que "los partidos tradicionales no han sabido dar respuesta a los problemas de mucha gente". Este escenario crea un vacío ideal para Trump, que tiene vía libre para "fomentar una derecha que se alinea con su proyecto de dominio hegemónico sobre el continente".
La dinámica es la siguiente: cuando la opinión pública apoya partidos afines al presidente estadounidense, la intervención de Trump queda más diluida, como ha ocurrido en el caso de Chile. En el país andino todos los sondeos pronosticaban una clara victoria de el ultraconservador José Antonio Kast, y EEUU se limitaron a mostrar apoyo al candidato. En cambio, cuando no está tan claro que la derecha aliada de Trump pueda ganar unas elecciones, EEUU eleva la injerencia.
La disputa geopolítica
La intervención estadounidense también se explica por la determinación de "no permitir que los estados sudamericanos establezcan alianzas con países de fuera del continente", expone Federico Navarrete, historiador de la Universidad Nacional Autónoma de México. Un marco que recuerda a la doctrina Monroe. De hecho, EEUU ha rebautizado esta doctrina con el nombre de 'Donroe', por la "d" de Donald Trump.
En un contexto en el que China se ha acercado a algunos países de América Latina, EEUU ve amenazado su dominio histórico. "China ha ido ocupando el acceso a recursos estratégicos de la región, en parte por la falta de atención que han tenido EEUU, que se ha centrado en la inmigración y la seguridad", asevera Ayuso. Aunque estos ejes también son discursivamente los que Trump pone sobre la mesa para justificar acciones como la escalada militar en el Caribe, todos los expertos consultados apuntan a que el trasfondo va mucho más allá, y que debe leerse en un contexto de lucha global por la hegemonía. De hecho, la misma estrategia nacional de seguridad detalla que las alianzas de EE.UU. y el ofrecimiento de ayuda estarán "condicionados a la reducción de la influencia externa adversaria".
En esta batalla por la influencia en el continente, en uno de los casos más paradigmáticos, China ya ha expresado su "apoyo firme" a Venezuela en "su soberanía, su independencia y su estabilidad", según asegura el gobierno venezolano que le trasladó el ministro de miércoles Wang. El Kremlin, por su parte, advirtió este jueves a Trump de que no cometa ningún "error fatal" en Venezuela.
Con todo, Navarrete ve dos rendijas para la soberanía de los países de América Latina. Por un lado, pronostica que, tal y como ha sucedido en el pasado, la intervención estadounidense provocará a la larga una reacción contraria, que habrá que ver cómo se canaliza. Por otra parte, recuerda que Trump es "esencialmente pragmático", y que ya ha dicho que intentará buscar algún tipo de compromiso con los gobiernos que no están alineados con él. Ayuso también retrata su comportamiento como alguien que "genera amigos y enemigos. Quien sea amigo tendrá favores, y quien sea enemigo tendrá sanciones, aranceles o intervenciones".
El pragmatismo de Trump "ha sido aprovechado exitosamente por México y Brasil", apunta Navarrete. Con una estrategia basada en realizar concesiones en ámbitos concretos y evitar el conflicto directo, ambos países han visto cómo no se han materializado las peores amenazas de EEUU. Sin embargo, Navarrete no ve esta receta extensible en los países más pequeños de la región, a los que augura un futuro más crudo.