Muebles ROS, o cómo reponerse de un incendio devastador en un tiempo récord
La empresa de Artesa de Segre vio cómo un fuego destruía el 70% de sus instalaciones en el 2022
Artesa de SegreEstamos en Artesa de Segre (la Noguera), a las dos de la tarde del 23 de agosto de 2022. El termómetro pasaba de los 30 grados y, en las naves de la empresa Muebles ROS, no había prácticamente actividad. Era la hora de comer un mes dominado por las vacaciones. Fue entonces cuando se declaró un incendio fortuito que marcaría para siempre el futuro de la firma. Aunque se desconocen sus causas, algunos piensan que fue por la disfunción de una de las 2.500 placas solares que se habían instalado el año antes. Pero el hecho es que las llamas, pese a no provocar a ninguna víctima, arrasaron el 70% de las instalaciones de la empresa (unos 15.000 metros cuadrados completamente calcinados). Los Bomberos tardaron seis horas en controlar el incendio y veinte más para extinguirlo. Un auténtico desastre.
Dos años y medio después, Muebles ROS ha resucitado. Reeditando la imagen mitológica del ave fénix, la empresa ha sido capaz no sólo reponerse, sino también de mejorar. La dirección prevé alcanzar el próximo año la facturación que presentaba antes del incidente (24 millones de euros), pero también incrementarla en otros diez millones en los próximos ejercicios con un plan que rozará los 300 puestos de trabajo que tenían hace tres años. "El incendio fue un catalizador que aceleró nuestro plan inicial de inversiones", admite el actual director general, Enric Ros, tercera generación de una empresa fundada por su abuelo en 1933.
¿Cuáles han sido las claves del resurgimiento? Los directivos destacan tres: el compromiso de la plantilla, un plan de futuro muy claro y una buena póliza. "Muchos no dan importancia al seguro hasta que sufren un accidente", explica Ros. Coincidencias del destino, cuando él asumió los reinos de la empresa en 2016 en sustitución de su madre, una de las primeras cosas que hizo fue revisar y mejorar su póliza. Esto le salvó la piel.
En cualquier caso, nadie tenía claro el futuro de la empresa cuando las llamas devoraban sus muebles. Calibraron la posibilidad de desaparecer. En las primeras 24 horas, los directivos estuvieron trabajando de lado con los Bomberos para diseñar los mejores accesos para atacar al fuego; pasado el susto, aprobaron un expediente de regulación temporal que afectó al 90% de la plantilla; y finalmente lograron el apoyo del Institut Català de Finances para reflotar lo que parecía insalvable.
El primer objetivo de la firma fue recuperar, lo antes posible, el contacto con los clientes. "No podíamos cortar la comunicación", advierte Ros. Por eso, desde el minuto uno, el personal de marketing y atención al cliente se instaló en el mismo domicilio de Enric Ros en el pueblo. Allí estuvieron trabajando durante cuatro meses, hasta que pudieron trasladarse a una ubicación provisional. Ha sido hace dos semanas cuando el personal ha podido estrenar su oficina definitiva.
Durante meses, a pesar de tener la mayor parte de la plantilla inactiva, convocaban regularmente a los trabajadores para mantenerlos informados sobre el proceso de reconstrucción. Las inversiones, la reactivación de líneas productivas y las reincorporaciones al trabajo fueron explicándose paso a paso, combinándolo con brindis navideños o despedidas veraniegas. "Hicemos un enorme ejercicio de transparencia", reivindica Ros.
Innovación tecnológica
Y de la recuperación, transcurre/transcúrre en la mejora. Lluís Trujillo, responsable del área de operaciones, explica que ha habido un gran salto tecnológico y una apuesta por la sostenibilidad: "Hemos aprovechado para rediseñar completamente la planta, automatizar procesos, mejorar su calidad y reducir incidencias". Esto ha supuesto una ingente tarea de trasladar 90.000 referencias de muebles a una maquinaria de última generación. "Hemos eliminado el uso de plásticos en los embalajes, consiguiendo que el 90 por ciento de los materiales sean de cartón, y añadimos placas fotovoltaicas que suministran hasta el 30 por ciento de la energía para la fabricación", explica. La nueva planta reutiliza los recortes de melamina para calefacción y está en proceso de certificación de las huellas hídrica y de carbono.
Ésta es, de hecho, la segunda vez que la familia Ros surge de la nada. Lo hizo en los inicios. En 1933, Josep Ros Puigpinós empezó con un taller artesanal de carpintería, una sola máquina y las herramientas más elementales. En los años cuarenta, durante la más cruda posguerra, un representante vio cómo el viejo Ros hacía una cama y le encargó hacer cinco iguales. Ésta fue su primera fabricación en serie, que fue acompañada de armarios y mesitas y, finalmente, de un concepto de fabricación por encargo que haría aumentar las ventas y consolidarse en el mercado.