COMERCIO

El negocio que saltó de un burro a descubrir a Le Corbusier

Casamitjana fue uno de los pioneros de la distribución del diseño de vanguardia en Cataluña y factura cerca de 3,6 millones de euros

Paula Solanas
3 min
El negocio que saltó de un burro a descubrir a Le Corbusier

El bisabuelo deOriol Casamitjana transportaba las mesas y sillas que fabricaba en su taller de Terrassa con un burro. Corría 1918, pero años más tarde su hijo Josep le convenció de abrir una tienda para vender el mobiliario al resto de pueblos del Vallès. Al final acabó cogiendo las riendas del negocio y enamorándose del diseño que empezaba a llegar con la escuela de la Bauhaus. Un viaje a Francia de Josep Casamitjana fue el detonante para que el empresario se decidiera a importar los modelos de los nombres más importantes de la vanguardia de la época. "Fuimos pioneros en llevar Le Corbusier a Catalunya", explica el actual director general, Oriol Casamitjana. Cien años después de la fundación, ahora es la cuarta generación de la familia la que dirige esta empresa de distribución de muebles de diseño, que el pasado año se acercó a unas ventas de 3,5 millones de euros.

Modelos como las sillas Barcelona de Mies van der Rohe también se introdujeron en las casas de los catalanes a través de las tiendas de Casamitjana. "Entonces logramos la mayoría de patentes de marcas como la italiana Cassina, que todavía factura más de 100 millones de euros", afirma el empresario. De hecho, muchos de sus logros de ventas son modelos de los años 60 que se han convertido en iconos del interiorismo, tales como los muebles de los daneses Carl Hansen.

Actualmente la compañía dispone de dos espacios de exposición en Terrassa y Barcelona, además de un almacén en la ciudad del Vallès donde guarda el stock. "Para nosotros es clave para poder enseñar y argumentar los diseños que vendemos", razona Casamitjana. Pese a que la empresa no se plantea incorporar a un tercer local en un futuro próximo, el director general admite que les gustaría sumar más metros cuadrados de exposición a los 1.200 que ya tienen en la capital catalana.

En un principio Casamitjana empezó llenando casas particulares de muebles de diseño de vanguardia, pero el agotamiento del mercado inmobiliario impulsó el negocio de las oficinas. "Llegaron a representar el 60%, pero ahora vuelven a rondar el 45%", explica el director general. Entre otros proyectos, se ha encargado de amueblar los espacios de trabajo del centro tecnológico Leitat y de la compañía biotecnológica Telstar. Además, asumió también el amueblamiento de hoteles de la cadena catalana Mercer y de apartamentos de lujo en Andorra.

Si 2007 fue su mejor año en ventas, la empresa no escapó de la sacudida de los fabricantes de muebles. Sufrió un bajón de la facturación del 50% en el 2009. Sin embargo, Casamitjana asegura que el desastre financiero fue más contenido que en otras empresas del sector porque la gama alta en mobiliario no sufrió tanto como la media. "Tuvimos la suerte de que entonces ya hacíamos diseño de oficinas", admite el directivo de la compañía.

Ahora la empresa busca ir de la mano de los arquitectos e interioristas del momento para dar un salto en la facturación. La previsión para 2019 es obtener unos ingresos de cuatro millones de euros e intentar alcanzar los cuatro y medio en 2020. Casamitjana tiene una plantilla de una docena de trabajadores repartidos entre Barcelona y Terrassa. Sus tiendas son una rara ancianos del sector, porque la dirección decidió que todos los locales cerrarían cada día a las siete y media para facilitar la conciliación laboral de los empleados. Con esta política la empresa ha obtenido varios premios.

El mes pasado celebró el centenario con un acto en el Museu del Disseny de Barcelona en el que llenó el recinto de las Glòries con los muebles más destacados que han pasado por su tienda en los últimos 100 años

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