ALIMENTACIÓN

El pegamento 'catalano' que arrasa en el sur de Francia

La embotelladora francesa Brasserie Milles hace gala de sus raíces catalanas en todos sus productos, especialmente con la Cat Cola

Natàlia Vila.
3 min
El pegamento 'catalano' que arrasa en el sur de Francia

-“UNE COCA-COLA, SE IL vous plaît”. -“Aquí sólo tenemos Cat Cola, ¿le va bien?”

La sorpresa en este restaurante de Aude, en el sur de Francia, fue doble para este cliente de Barcelona: por la respuesta en catalán del camarero y por el producto que ofrecían, una botella de cola con etiqueta roja y un escudo con la bandera. La conversación siguió hasta descubrir a Brasserie Milles. Una empresa familiar instalada en Toluges, en el Rosellón, que según su web controla el 70% de la cuota de mercado de refrescos en la Cataluña Norte y en el sur de Francia.

“La empresa nació en 1928 en el centro de Perpiñán de la mano de mi bisabuelo”, explica Laura Millas, la actual directora de la compañía. "Al principio él se dedicaba a hacer gaseosa, con sus dos hijos, con el agua que sacaban de su fuente", concreta Milles. Esta familia catalana, originaria de Gerri de la Sal, en el Pallars, empezó vendiendo su producto en los bares y restaurantes y pronto se animó a ampliar su gama. “En 1931 incorporaron la cerveza, para tener más productos”, explica la limpia, que añade: “Eran muy cuidadosos con los productos, siempre agua de calidad, azúcar de caña y buenos ingredientes... Esto les dio mucho renombre ”.

Se convirtieron en la primera empresa en distribuir la marca Coca-Cola en Francia después de la guerra. “Además, mi abuelo también logró la distribución de Orangina; se fue a encontrar con el inventor en Marsella, que a su vez había comprado la fórmula a un farmacéutico español -recuerda Milles-. ¡Creo que era lo mismo que inventó el Trinaranjus!”, duda la directora.

De esta manera la compañía fue creciendo, poco a poco, hasta tener todo el abanico de bebidas del mercado. “Refrescos, vinos, alcohol, café, cerveza, tenemos toda la producción; las grandes marcas vinieron a buscarnos, incluso somos los distribuidores de Damm en Francia”, explica Milles.

La Cat Cola aparece en su catálogo en 2002. “Como teníamos buena parte de la cuota de mercado en la Catalunya Nord decidimos aprovechar nuestro reconocimiento para desarrollar algunos de los productos que considerábamos clave para el consumo, como el pegamento”, admite Milles, que insiste en que el nombre tiene que ver con las raíces catalanas de su familia.

"Todos nuestros productos llevan los colores de Cataluña, es como una denominación de origen de la que nos sentimos muy orgullosos", cuenta Millas. La cuarta generación al frente de la compañía mantiene que entre sus valores más importantes está el de apoyar a Catalunya: "Entendemos que la compañía hace un acto económico pero también cultural", matiza en un catalán perfecto pero de acento afrancesado. "Queremos que el catalán se mantenga en el sur de Francia, que se pueda estudiar, y por eso también mantenemos un etiquetado bilingüe", defiende Milles.

Con esta visión, la fabricante y embotelladora de refrescos Brasserie Milles movió una cifra de negocio de 25 millones de euros en el 2016. La empresa aún no ha cerrado las cuentas del 2017 pero avanza que la facturación habrá subido al menos un 5%, “como ocurre normalmente cada año”.

La compañía hace gala tanto de sus números verdes como de sus orígenes catalanes y su nacionalidad francesa, y no pone ningún problema a la hora de hablar de política. De hecho, tienen más preguntas que respuestas: “Para los franceses es muy complicado entender lo que está pasando exactamente, porque en nuestra historia no hay antagonismos”, explica Milles, que añade: “Lo que no puedo entender es que haya empresas que renuncien a su origen por cuestiones políticas; para mí es una especie de chantaje económico con el que no estoy de acuerdo”, sentencia la propietaria francesa del pegamento catalán.

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