Te queda como un guante
La guantería Alonso aguanta en el epicentro del turismo en Barcelona


Victoria no dice mentiras. Si alguien se prueba unos guantes y no se les sabe poner bien, le dice "no se ponen así". Si alguien se prueba una estola y no le queda bien, le dice "no te queda bien, pruébate mejor esta otra". Y no lo hace porque de esta otra tenga un inmenso stock en el almacén, sino porque de verdad lo piensa. Y conviene hacerle caso. Lleva como quien dice toda la vida tras el mostrador de la Guantería Alonso, resistente del comercio tradicional y el negocio familiar en una calle tan insólita para que esto ocurra como es la de Santa Ana de Barcelona, en el centro del "territorio comanche", tal y como siento que dice una señora que acaba de salir de la tienda.
¿Pero a ver, Victoria, un guante cómo debe quedarte? "¡Ajustadísimo, como una segunda piel! ¿De dónde crees que viene la expresión «eso te queda como un guante»?" Está a punto de cambiar los escaparates para la temporada estival. Porque, al igual que ocurre con los sombreros, la venta de guantes y de abanicos (la alta gran especialidad de la casa) es estacional. Cuando hace frío, guantes; cuando hace calor, abanicos. Así de simple y al mismo tiempo así de exigente.
Es necesario tener el máximo de muestrario posible, estar dispuesto a todas las posibles necesidades del cliente. Entran unos turistas y compran dos abanicos de gitanas y toreros —también hay que tener de ellos— que cuestan unos 4,50 euros. Más tarde entrarán otros que quizás querrán unos pintados a mano, pero en Indonesia —5,80 euros—, y otros más específicos y bien informados que pedirán los valencianos hechos con madera del árbol del caqui, cortados y pintados a mano, que valen 236 euros.
Con los guantes más o menos ocurre lo mismo. Tienen para todas las necesidades y todos los bolsillos. Barato debe ser de lana, de punto o acrílico. "Si quieres unos guantes de piel por 30 euros, mejor ve al bazar chino", exclama Victoria. "Soy muy preguntadora", admite. ¿Los quieres para el frío? ¿Para ir por la calle? ¿Para mudar? ¿Para la moto? ¿Para la bici? Hay clientes que les gusta ser aconsejados y, en cambio, hay otros que casi piden autoservicio: coger, pagar y marcharse. "Y no se te ocurra intentar tocarles la mano con el guante puesto, ¡que se enfadan!".
Tienen mucha clientela turista, claro, pero también clientes de toda la vida que aportan mucha satisfacción: "Hay limpias que vienen con sus abuelas para que nos descubran igual que hicieron ellas". ¿Clientes vips? Lola Flores, Ana Belén, Núria Espert, Pablo Carbonell y, hace pocos días, Marc Giró. "Por aquí pasa mucha gente interesante, nunca sabes qué va a pasar, es muy divertido", destaca Victoria como el más gratificante de su trabajo.
Mantener un negocio centenario
La tienda existe desde 1905. La abrió una señora que no tuvo descendencia. Y Pere Alonso —el abuelo de Victoria, fabricante y proveedor de guantes— pudo continuar el negocio. Y le siguieron Pedro y Montserrat, sus padres. Hoy Hugo, el hijo de Victoria, le ayuda a despachar y quién sabe si también querrá ser continuador.
Habían tenido dependientes, pero las ventas suben y bajan y hoy venden guantes y abanicos "incluso en los estancos". Durante años, la guantería tuvo fábrica propia, pero desde que los padres faltan, ya no. Hace unos cinco años que la tienda es de propiedad —tras pagar al banco durante muchos años, bromea Victoria— y eso es una buena ventaja, un patrimonio sin duda interesante. "Tengo 61 y quiero jubilarme a los 68, ya veremos qué pasa entonces". ¿El secreto de mantener la tienda en el barrio reboteado de turismo y carcomido de gentrificación? Siempre dice lo mismo, "mucho amor y muchas horas". "He tenido un hijo, Hugo, y una hija, la tienda", añade. Hay que quererla y cuidarla. Pocas vacaciones, muchos festivos trabajados y nunca temporada de rebajas, ya que los precios son siempre ajustados.
Siempre que viaja o va a ferias, coge ideas de nuevos productos. Abanicos y guantes, por supuesto, pero también estolas, bolsas, fulares, monederos, sombreros de entretiempo, pañuelos, calcetines, cinturones... Ve muchos muestrarios diferentes y está al caso de lo que está y no está de moda: "¡Pero no te pienses, apuestas por el verde y después Zara saca rojos y la gente de saca rojos!" Por último, un apunte de emoción: ¿sabéis que los guantes nacionales se hacen todos en Valencia, en los pueblos afectados por la DANA? Comprarlos también es una buena manifestación de solidaridad.