El controvertido negocio de Alemania con el plasma: ¿un ejemplo a seguir para la UE?
El país germánico extrae cuatro veces más plasma que España, pero tiene un modelo de obtención que genera dudas bioéticas y de autosuficiencia
BruselasAlemania, Austria, Hungría o Chequia son algunos de los estados miembros de la Unión Europea donde el sistema de donaciones de plasma está liberalizado y las farmacéuticas desembolsan mayores compensaciones económicas a los donantes. Y precisamente en estos países es donde se obtiene mayor cantidad de este componente sanguíneo. Actualmente, por cada 1.000 alemanes se extraen 36 litros de plasma, o por cada 1.000 austríacos, 75. En cambio, según un estudio de la patronal Asociación Terapéutica de Proteínas de Plasma (PPTA, por sus siglas en inglés), esta proporción es mucho más baja en estados donde las farmacéuticas no recompensan por donación y el sistema de obtención de plasma es completamente público, como España (8/1.000) o Francia (13/1.000).
Más allá de las buenas cifras que alcanzan éstos países, el sistema de donación de plasma alemán presenta bastantes contrapartidas, tanto bioéticas como de autosuficiencia. Diferentes voces del sector critican que en Alemania se permita ofrecer unos cincuenta euros por donación y que, por tanto, los voluntarios saquen rédito económico. Es decir, que no sean compensados sino pagados por dar plasma, lo que vulnera los tratados de bioética del Consejo de Europa. Además, algunas empresas, especialmente en Chequia, reducen los pagos a los voluntarios que no acuden tan a menudo como las propias compañías quisieran. Esta estrategia quiere ser un incentivo, lo que incumple aún de forma más clara a los tratados europeos sobre la materia. alcanzan las cifras que se pagan en Estados Unidos, que es de donde la UE importa el 40% del plasma que consume. Según un anuncio de la farmacéutica catalana Grifols, un donante habitual estadounidense se puede embolsar unos 400 euros al mes. no tengan la obligación de priorizar la distribución de este plasma a sus conciudadanos o del global de la Unión Europea, sino que pueden venderlo al mejor postor. Así pues, estas compañías acaban convirtiéndose en grandes exportadores de plasma y los propios países no tienen garantizada la autosuficiencia. A veces, principalmente en Chequia, ha habido carencias serias de plasma, aunque obtiene mucho más de lo que necesita.
El sistema alemán versus el catalán
Con los problemas de suministro de plasma en la UE durante el cóvido, el debate sobre cómo aumentar la obtención de plasma y alcanzar la autonomía europea en esta materia ha vuelto a resurgir. Para incentivar sus donaciones, Bruselas hizo una propuesta legislativa del primer reglamento sobre sustancias de origen humano que permitirá las compensaciones. Es decir, que se costee a los voluntarios los gastos que puedan tener por dietas o, entre otros, transporte por cada donación.
Esta normativa está en plenas negociaciones entre Consejo (estados miembros) y Parlamento Europeo, que tienen posiciones ligeramente diferentes. Los socios europeos apuestan por dar lo más margen posible a las farmacéuticas y administraciones a la hora de compensar económicamente a los voluntarios. Y la Eurocámara quiere acotar al máximo hasta qué punto y qué gastos se les puede costear para evitar que puedan sacar rédito económico y que se abra la puerta a las elevadas compensaciones económicas que se hacen en Alemania, Chequia, Hungría o Austria.
Sea cual sea el texto legislativo final, que fuentes diplomáticas y europarlamentarias creen que se acordará el 15 de diciembre, no se prevé que el sistema de donación de plasma en Catalunya varíe mucho. En nuestra casa, el modelo es totalmente público y, por tanto, las administraciones son las que acabarán decidiendo qué y cómo compensan, aunque la ley europea y la transpuesta al Estado acabara dando manga ancha.
Además, el presidente del Banco de Sangre y Tejidos de Catalunya, Joan Ramon Grífols (no tiene ningún vínculo con la empresa Grifols), está convencido de que el sistema de donaciones de sangre es un "éxito" y que es un "modelo perfectamente exportable al plasma". Así pues, ¿por qué hasta ahora Cataluña no ha conseguido la autosuficiencia y ha tenido que importarla? "Hay que visibilizar, es un tipo de donación históricamente desconocida", responde Grifols al ARA.
En este sentido, el presidente del Banco de Sangre y Tejidos reivindica la necesidad de contar con más recursos para poder extraer y tratar el plasma, y de realizar más campañas de concienciación y pedagogía, tal y como se ha hecho con la sangre. De hecho, según Grifols, Catalunya no está tan lejos del objetivo. "Ahora mismo hay unos 11.000 donantes fieles de plasma y el 55% sólo da una vez. Si los voluntarios incrementaran el número de donaciones a tres o cuatro veces al año, ya casi cubriríamos las necesidades más vitales de los enfermos. Sólo en necesitamos unas 50.000", calcula.
Grifols también recuerda que a menudo a los donantes les genera desconfianza de que sus componentes sanguíneos sean extraídos y gestionados por una farmacéutica que puede hacer lo que quiera y saca rédito económico. Por este motivo, el Banco de Sangre y de Tejidos apuesta por potenciar el sistema de voluntariedad y, en ningún caso, seguir las huellas del modelo alemán, que "provoca dudas bioéticas" y tampoco garantiza "la autosuficiencia porque el plasma que dan los alemanes a veces no repercute en su sociedad".