El impacto de la inflación: te baja el sueldo pero te paga la hipoteca
Los préstamos a tipo fijo son los más beneficiados por alzas de precios
BarcelonaLos precios se encuentran en los niveles más altos desde la década de los 90. Después de más de una década de crecimiento muy moderado o incluso de caídas sostenidas, el índice de precios al consumo (IPC) está batiendo de nuevo récords debido al aumento del precio de la energía y los problemas de desabastecimiento y transporte de muchas industrias a nivel internacional después de la parada económica producida por la pandemia.
¿Cómo nos afecta al bolsillo que suban los precios? Y sobre todo, ¿hasta qué punto nos tenemos que preocupar por las fuertes subidas del coste de vida? Las respuestas dependen de la situación personal de cada cual, pero hay elementos que son iguales para todo el mundo.
En argot económico, la subida de precios se conoce como inflación. Cuando los precios disminuyen, en cambio, el fenómeno se denomina deflación. La inflación tiene un efecto directo sobre la economía en general: cuando aumentan los precios, el dinero pierde valor. Es sencillo de entender: si queremos comprar un móvil por 100 euros y llevamos 100 euros en el bolsillo, lo podremos comprar sin problemas. Si un año más tarde el móvil se ha encarecido un 10% y, por lo tanto, pasa a valer 110 euros, el billete de 100 no es suficiente. Los 100 euros han perdido valor: hace un año valían para comprar un móvil, pero ahora ya no.
Esta pérdida de valor tiene un efecto directo sobre los sueldos. Si los precios suben mucho y los sueldos no se actualizan al mismo ritmo, los trabajadores sufren una pérdida de poder adquisitivo. De hecho, esta fue la tónica durante los años de la crisis. Como se observa en el gráfico, los sueldos nominales –la cantidad de euros que aparece en la nómina y el trabajador recibe en el banco– han crecido de manera más o menos intensa desde 2009, pero en cambio, si se ajusta al ritmo de crecimiento de los precios, se ve claramente como los salarios reales –los que tienen en cuenta las subidas de precios y el poder real de compra– perdieron valor entre el 2009 y el 2012, cuando la inflación se mantuvo bastante elevada.
Los salarios reales se recuperaron un poco en parte gracias a la deflación registrada en 2014, y 2015. Los años 2018 y 2019 son los únicos en los que los sueldos crecieron más que la inflación, mientras que en 2020 la pandemia volvió a provocar una caída de precios que revalorizó de nuevo los salarios.
Erosión de la deuda
El otro efecto de la inflación a tener en cuenta, y del cual se habla menos, es que del mismo modo que hace que pierda valor el sueldo que cobramos, también hace que pierda valor el dinero que debemos.
Manteniendo el ejemplo del móvil, si pedimos un crédito de 100 euros a un año con un 2% de interés para comprar un teléfono, significará que un año más tarde tendremos que volver 102 euros. Si el móvil se ha encarecido un 3%, hasta los 103 euros, nuestro acreedor –la tienda, un banco o un amigo– nos habrá prestado una cantidad que le habría servido para comprarse él el móvil, pero que cuando se lo devolvamos un año después, le será insuficiente.
Este efecto es especialmente beneficioso para las personas que tienen hipotecas o créditos a tipo fijo. En el momento en el que la subida del IPC supera el interés del préstamo, la inflación está pagando parte del crédito.
En el caso de las hipotecas con tipo variable, la evolución tanto de lo que se debe en total como de la cuota mensual depende de lo que hagan los bancos centrales con los tipos de interés básicos, que siempre suben intentando seguir los incrementos de precios.