Neus Rossell: "Un hotel de dos estrellas para mí es ya un lujo"
La maestra y comunicadora repasa su carrera profesional y explica cómo se relaciona con el dinero

La comunicadora y maestra Neus Rossell (Sils, 1990) fue educada en una familia muy austera, en la que "con poca cosa" ya eran "superfelices". Con sólo 16 años empezó a trabajar de camarera en su pueblo natal, y desde entonces no ha parado: "Mientras estudiaba he estado siempre trabajando. A los 17 empecé en la escuela de música donde yo misma era alumna y cuando terminaba la temporada, en verano, estaba en un casal".
Rossell se ha pagado toda su formación. Con el primer dinero que ganó, sin embargo, se compró un coche: "Nosotros teníamos uno tronado en casa, me dijeron que me lo vendían, pero que en ningún caso me lo daban. Por eso lo compré fuera, porque era más barato". Después de estudiar educación en la Universidad de Girona, fue a Suiza unos meses para ampliar su formación: "Para ello me vendí el coche que me había comprado y así podía pagarme los estudios".
Un día, volviendo de la escuela en la que trabajaba de profesora, decidió hacer un vídeo: "Con ninguna intención de nada. No sabía ni qué eran los influencers". A la comunicadora siempre le había gustado charlar y el mundo de la farándula, pero no imaginaba que Jair Domínguez y Peyu le llamarían para colaborar en El bunker: "Ahora mismo, tengo la vida perfecta porque tengo las dos cosas que quiero con el tiempo que necesito, comunicación y enseñanza".
La presentadora de Bestias y llamas asegura que se gana mejor la vida en la radio: "La gente piensa que es la hora de programa y ya está, pero son muchos fines de semana que estoy encerrada en casa y que no puedo irme porque estoy trabajando". Aun así, en casa se lleva más trabajo de la escuela: "Tengo dolores de barriga de estrés. Estoy pensando en ver con este niño cómo puedo hacerlo, me venden actividades por la noche y me despierto y tengo que escribirlas". "Me gusta mi trabajo y quiero hacerlo muy bien. Por eso invierto más horas de las que deberían ser por convenio", asegura. "Me apasiona tanto... A veces veo en las series que alguien trabaja muchísimo y le digo a Jair [que es también su pareja]: «¿No te da envidia?»", explica.
En cuanto a sus finanzas personales, la humorista no tiene grandes gastos: "No fumo, no pico y no valoro la cocina, o sea, yo con una pasta hervida soy megafeliz. Creo que esto me va muy a favor porque no lo hago expresamente, pero me ahorra". "Me gusta ir a correr, ir a la montaña; no tengo aficiones en las que gaste dinero, tampoco", añade. Lo que sí le gusta es viajar: "Voy con la furgoneta, pero sólo puedo ir al verano, porque en invierno me helo. Entonces me gasto el dinero en hoteles, para estar cómoda. Con la furgo nos duchamos con agua fría", rememora. Y remarca: "Tampoco pido un superhotel, sólo que tenga dos estrellas para mí ya es un lujo". De hecho, rechaza el alarde y las actitudes demasiado serviciales: "Una vez cogí el agua y vino la señora del establecimiento a decirme «No, ¿no, qué haces? Tengo que ponerlo yo en el vaso». Y le digo: «Pero puedo hacerlo yo». Nos pedimos las dos perdón, pero me cogió urticaria. Yo no estaba acostumbrada a ver cosas tan ricas". La silenca admite sentirse incómoda en estos ambientes: "Me parece increíble que la gente farde tanto", asegura.
Desde que se marchó de casa a los 22 años, Rossell ha vivido siempre de alquiler, compartiendo piso. Pero hace unos años se cansó: "Me decían: «Te subo 200 euros el alquiler (así, por la cara) y, si no, te vas». O: «Es que se ha separado a mi hijo y tiene que venir a este piso». Estaba harta de sufrir estos problemas". Por eso dio el paso: "Decidí que con el dinero que había hecho durante toda mi vida me pagaba la entrada de un piso". Ésta es, asegura, la mejor decisión económica que ha tomado. Ahora vive tranquila sabiendo que no la pueden echar de su casa.
Después de cinco temporadas trabajando en El bunker, ésta es la última: "Me da mucha pena. Nunca había hecho radio, y me ha dado muchísimo". Destaca que ha aprendido mucho, sobre todo de la gente de su alrededor. La comunicadora explica que le gustaría mantener este trabajo de por vida. "Es un sector muy inestable y será el que tenga que ser. No tengo muchos hilos de los que estirar, soy muy novela. La gente ha trabajado aquí y allá y va preguntando", detalla. Sin embargo, Rossell explica que ha aprobado las oposiciones de maestra, y eso le da tranquilidad.