Precios

La inflación se dispara en marzo y roza el 10%

El encarecimiento de la energía es la principal causa del crecimiento de precios

El precio de la gasolina, en máximos históricos, podría llegar pronto a los 2 euros el litro.
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BarcelonaLos precios de los bienes y servicios de consumo en España continúan aumentando a un ritmo insólito en los últimos 30 años y cerrarán este mes de marzo con un incremento del 9,8% respecto a hace un año, según datos del índice de precios de consumo (IPC) adelantados este miércoles por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El encarecimiento de la electricidad, los carburantes, los combustibles y la alimentación es la causa del fuerte incremento de la cesta de la compra.

En comparación con febrero, el crecimiento de los precios es del 3%, la tasa más elevada desde julio de 1977. La cifra es muy superior al 0,8% registrado hace justo un mes, mientras que en enero había sido negativo, del -0,4%. Es decir, la cesta de la compra ha pasado de abaratarse después de Navidad a encarecerse a un ritmo sin precedentes en 45 años.

En cuanto al ritmo interanual, se trata del incremento más fuerte registrado en el Estado desde noviembre del 1984, cuando la inflación fue del 10%. No obstante, está lejos de las elevadas inflaciones derivadas de las crisis del petróleo de los años 70, cuando el ritmo de crecimiento del IPC tocó techo en agosto de 1977 con una subida del 28,4%.

El INE no ha facilitado cifras por comunidades autónomas, puesto que se trata de un primer adelanto de marzo justo antes de que acabe el mes. La cifra definitiva tanto para el conjunto de España como para Catalunya se sabrá el 13 de abril.

La energía es el principal causante de la fuerte inflación. "El causante es el conflicto bélico, que está encareciendo las fuentes de energía", explica Alfonso Fernández, miembro de la comisión de finanzas y economía del Col·legio d'Economistes y profesor en la escuela de negocios EAE. La guerra en Ucrania y las sanciones sobre la economía rusa han disparado el precio de las materias primas energéticas, sobre todo el petróleo y el gas natural, dos productos de los cuales Rusia es uno de los principales exportadores del planeta. En el caso del crudo Brent –el de referencia en Europa– el precio ha pasado de los 70 dólares por barril de finales de noviembre a los 112 actuales.

El IPC subyacente –que excluye la energía y los alimentos frescos, los elementos más volátiles– se ha situado en el 3,4% en relación al mismo mes de 2021. Los bancos centrales, como por ejemplo el Banco Central Europeo, marcan el 2% interanual como objetivo a medio plazo, por lo cual los datos de este mes sitúan la economía española en un proceso de escalada de precios muy por encima del que recomiendan las autoridades monetarias.

Que la inflación subyacente supere con creces los límites marcados por los bancos centrales señala que el encarecimiento de la energía se está expandiendo al resto de productos y servicios. "Los productores tienen que ir repercutiendo los costes en los precios", explica Albert Carreras, catedrático de economía de la UPF. El incremento de los costes de la electricidad y los carburantes tiene un impacto directo sobre las cuentas de resultados de las empresas, que los pueden absorber durante cierto tiempo pero que tarde o temprano los tienen que acabar trasladando a los precios finales de los productos. De hecho, este proceso de trasladar los costes de la energía al precio de "todos los bienes y servicios" tiene lugar "desde hace meses", indica Fernández.

Esto es particularmente evidente en la industria, que consume mucha electricidad, pero también en otros muchos sectores, por ejemplo la logística, el turismo y el transporte, más afectados por el encarecimiento de los carburantes. Ahora bien, incluso sectores de servicios con un alto componente tecnológico tienen un incremento de costes, puesto que también tienen un consumo de luz elevado.

El sistema de subastas empeora la situación

El encarecimiento de petróleo y gas tiene una repercusión directa en el coste de la producción de electricidad, que a su vez impacta con un encarecimiento del recibo de la luz que pagan las familias. En el caso de la Unión Europea y de España en particular, el sistema de subastas del mercado mayorista que se utiliza para atribuir qué precio se paga por la electricidad es uno de los máximos causantes del elevado aumento de precios.

El sistema actual –regulado por la UE– es de tipo marginalista, es decir, permite a las eléctricas cobrar el precio más alto por toda la electricidad que se genera. Este sistema está pensado para favorecer las energías renovables, que tienen un coste de producción más barato que la energía que se genera quemando petróleo y gas. Producir electricidad con placas solares tiene un coste más bajo que producirla con gas natural, pero las dos se venden al mismo precio, de forma que el beneficio de las placas es mayor.

"Los economistas están colectivamente muy orgullosos de estos sistemas de subastas, pero están pensados para periodos de estabilidad", comenta Carreras. Cuando hay inestabilidad, como en los últimos años debido a la pandemia y ahora a la guerra en Ucrania, el sistema "no aguanta bien" y genera "efectos estrepitosos". "Es un sistema muy brutal que no soluciona ningún problema", remacha el catedrático.

Para paliar este problema, el gobierno español aprobó el martes un decreto con medidas para intentar frenar la escalada de precios energéticos, entre las cuales hay ayudas directas a empresas, recortes de precios y un impuesto sobre los beneficios extraordinarios –llamados beneficios caídos del cielo– de las compañías eléctricas. Según Carreras, un impuesto sobre estas ganancias es una medida correcta para evitar que algunos sectores se beneficien de la situación a expensas del resto de la economía, puesto que son "beneficios no merecidos". "Todo aquello que nos aleje del mercado es más ineficiente, pero no podemos dejar que el mercado provoque estas situaciones", añade.

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