Una muerte en el trabajo cada cuatro días en Cataluña: la lacra de la siniestralidad laboral no se detiene
Los accidentes graves en el puesto de trabajo aumentaron en el primer semestre del año
BarcelonaEntre enero y junio de este año, en Catalunya hubo una muerte laboral cada cuatro días. Son dos menos que en el primer semestre del año pasado, pero, precisamente, lo que preocupa a los sindicatos es que esta cifra no se reduce cómo debería reducirse si se cumpliera adecuadamente con la prevención de riesgos laborales. Según los datos actualizados por el Observatorio del Trabajo y Modelo Productivo del departamento de Empresa y Trabajo de la Generalitat, en los primeros seis meses del año un total de 32 personas fallecieron durante su jornada laboral (las mismas que el 2023) y 13 mientras iban hacia el trabajo (dos víctimas menos). 45 personas perdieron la vida en un contexto laboral en el que llevamos de 2024, lo que supone una media de un trabajador cada cuatro días. El año pasado hubo un total de 103 víctimas mortales en el trabajo, una cifra que se ha estancado en la última década aunque se había logrado reducir a principios de siglo, cuando se pasó de los 213 muertos de en el año 2000 a los 80 de 2013.
En conjunto, se registraron 104.368 accidentes laborales en este período, una reducción del 0,48%, de los que 58.166 requirieron una baja médica y 46.202 no. Si nos centramos en la gravedad de los siniestros ocurridos durante la jornada laboral, los más numerosos, los leves se redujeron un 2,87% en el acumulado del año, pero los graves aumentaron un 0,70% . Sumando los graves in itinere (que suben un 15,84%), se produjeron un total de 406 accidentes de mayor gravedad en Cataluña en el primer semestre. El sector donde más aumentaron los incidentes graves en el espacio de trabajo fue la agricultura (+85,71%), donde hubo 13 casos; seguido de la construcción, con un repunte del 8,93% y 61 personas afectadas, mientras que en la industria disminuyeron un 15% y en los servicios no se registró variación alguna. Respecto a los accidentes mortales, el campo (+100%) y la construcción (+150%) también fueron las actividades en las que esta lacra creció más, con dos y cinco personas que perdieron la vida, respectivamente.
“La primera lectura que hacemos de los datos es que no indican una mejora sustancial”, lamenta en conversación con el ARA Mònica Pérez, responsable de salud laboral de CCOO en Catalunya. La sindicalista resta importancia a que el conjunto de accidentes de trabajo se haya reducido durante el primer semestre en número en Cataluña, porque disminuyen sobre todo los casos leves. “Los graves y mortales aumentan en incidencia. Por tanto, hay señales de que las cosas no están funcionando como debería y eso nos sigue preocupando”, apunta. Para la organización, las estadísticas de siniestralidad laboral revelan que la gestión de prevención de riesgos laborales está fallando en las empresas.
Actualización de la normativa
El diagnóstico de Pérez va en línea con lo que piden los sindicatos desde hace tiempo y que todavía está pendiente de negociarse en la mesa de diálogo social con el ministerio de Trabajo y la patronal: una reforma de la ley de prevención de riesgos laborales, que es de 1995. "En España tenemos un modelo con un elevado número de empresas que externalizan completamente la prevención y un mercado dominado por servicios muy estándar que no llegan a controlar los riesgos en su origen", dice la sindicalista. En su opinión, las compañías no tienen demasiada voluntad de interiorizar la inversión en este tipo de medidas y la regulación actual debería adaptarse más a la normativa europea, que prioriza los recursos internos.
De las 32 personas que perdieron la vida durante la jornada laboral en el primer semestre en Catalunya, 17 fueron por patologías no traumáticas como infartos o derrames cerebrales, un 30,77% más que el año pasado. El número de heridos graves relacionados con esta causa repuntó también un 75%, hasta 35 casos. Por el contrario, la mortalidad de tipología traumática –por ejemplo, caídas desde lugares elevados, atrapamientos en máquinas u otras cuestiones básicas de seguridad– sí cayeron un 21,43%, hasta un total de 11 y los accidentes graves por este motivo también disminuyó un -5,02%. “Estas cuestiones deberían estar ya superadas y, en cambio, todavía se nos muere gente porque no está bien anclada en los sistemas de seguridad o porque les ponen demasiadas prisas a la hora de trabajar”, critica Pérez.
En el conjunto de España, el repunte de las muertes laborales es más preocupante que en el Principado: un total de 360 trabajadores murieron en un accidente en el trabajo en los primeros seis meses de 2024, 23 más que en el mismo período del año anterior, según los datos publicados por el ministerio de Trabajo. Son dos personas que perdieron la vida en el trabajo todos los días. La mayoría de estas muertes (125) fueron por infartos, derrames cerebrales y otras causas estrictamente naturales, pero también las hubo por accidentes de tráfico, atrapamientos o aplastamientos por una máquina, muertes por amputación o por golpes y caídas. Los accidentes con baja laboral aumentaron ligeramente un 0,2% hasta junio, con un total de 306.633 siniestros; de éstos, 264.267 se produjeron en el centro de trabajo (-0,4%) y 42.366 fueron in itinere, con un avance del 4,4% respecto al pasado año.
Más inversión en prevención
“Lamentablemente, los datos recogen el contexto de preocupación que tenemos y existe una línea de incremento. Ponemos el foco en la siniestralidad mortal porque en nuestro país cada día dos personas no vuelven a casa después de irse para ganarse la vida, pero también en la situación de infrarreconocimiento de las enfermedades profesionales”, denuncia José de las Morenas, secretario política sindical de UGT en Aragón, que reivindica que se adapten las condiciones de trabajo a la edad de los empleados. Esto evitaría, asegura, casos como el de Miguel, un trabajador de la construcción de Zaragoza que pasaba los sesenta cuando sufrió un accidente mientras ponía baldosas en un edificio en el 2019. “Noté un pinchazo en la espalda, ya me había pasado alguna vez por sobrecargas de trabajo”, explica al ARA este albañil. Fue a la mutua, donde le pusieron una inyección y le dieron antiinflamatorios, pero ese dolor no era la lumbalgia a la que ya estaba acostumbrado. Siguió con mareos y más pruebas médicas.
En el flanco laboral, la empresa le despidió dos días más tarde y hoy en día sigue inmerso en un periplo judicial para que le reconozcan que fue un siniestro laboral y que las consecuencias físicas que arrastra deben considerarse una enfermedad profesional. “Ahora no puedo levantar pesos y un oficial de primera trabaja como animal. He agotado el paro y cobro una ayuda de 480 euros; por suerte mi mujer tiene un trabajo”, concluye Miguel.
Pero más allá de estos episodios que vienen de lejos, De las Morenas reclama la actualización de la ley de prevención de riesgos laborales para que incorpore nuevos factores como el cambio climático, la digitalización o la perspectiva de género. El sindicalista coincide con Pérez, de CCOO, en la falta de medidas para evitar "viejos conocidos" como las caídas o los siniestros relacionados con maquinaria: "Se necesitan equipos de protección e inversión porque los mecanismos y recursos de prevención no están funcionando".