Laboral

¿Qué significa el último goteo de grandes despidos?

El repunte de contratos extinguidos a través de un ERE aún no enciende las alarmas de sindicatos y expertos

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manifestación reciente de la plantilla de Danone, por las calles de Barcelona

BarcelonaDanone en Parets del Vallès, Hitachi en Vacarisses, Bimbo en Alicante, Venca en Vilanova i la Geltrú, Glovo en sus supermercados en la sombra en seis ciudades españolas o H&M en sus tiendas en todo el Estado. En 2024 ha arrancado con una serie de anuncios de despidos colectivos por parte de varias grandes empresas, un goteo de expedientes de regulación de empleo (ERE) que no llega a derribar la alarma, pero que sí abre preguntas: ¿qué hay detrás de estas decisiones? ¿Se trata de casos puntuales o es un nuevo cambio de tendencia?

El pasado año se cerró con 6.489 extinciones de contrato notificadas a través de un ERE en Catalunya, casi un 25% más que en el 2022, según datos del Observatorio del Trabajo y el Modelo Productivo de la Generalitat. Es una cifra que aún no supera a las de la pandemia, cuando se produjeron registros excepcionales, pero que está por encima de los niveles del 2019 (entonces 6.179 trabajadores perdieron el trabajo por esta vía). Para encontrar un ejercicio normal con más afectados por despidos colectivos es necesario remontarse diez años atrás, un momento en el que todavía se sufrían los estragos de la Gran Recesión. Según el ministerio de Trabajo, en 2023 en España hubo 36.505 trabajadores afectados por despidos colectivos, un incremento del 51%. De nuevo, el dato supera los registros del año previo a la pandemia y se sitúa en máximos desde 2013.

Por sectores, las tecnológicas fueron las compañías que incluyeron a más empleados en un ERE, con un total de 869 personas. "Los ajustes en este tipo de empresas también explican el cambio hacia la mayor afectación en los servicios, mientras que la industria perdió peso [en los despidos colectivos]", indica Cristina Torre, secretaria de acción sindical de CCOO en Cataluña. La sindicalista admite que algunos de los recientes anuncios de nuevos ERE sí afectan al sector manufacturero, pero descarta que haya una situación de alerta.

"Si nos fijamos en los despidos individuales y en la generación de empleo, en los datos de diciembre seguimos creando nuevos puestos de trabajo. Son menos [respecto al ritmo de meses anteriores], pero se crean", remarca Torre. De 2024, por ahora sólo hay datos de enero, cuando en Catalunya se extinguieron 321 contratos mediante un ERE. De éstos, aproximadamente una quinta parte también estaban vinculados al sector tecnológico, de nuevo la actividad más afectada.

Decisiones empresariales

Para el catedrático de Economía Aplicada de la UB, Raúl Ramos, los casos que hemos conocido en los últimos meses "entran en la dinámica habitual del ciclo de las empresas" y de cómo organizan la producción. "En los últimos años la cadena de suministro ha generado mucho miedo y es evidente que hay empresas que han aguantado a la hora de tomar algunas decisiones hasta llegar a esta etapa de mayor estabilidad", valora el académico.

A esta hipótesis, el economista le añade otras dos. Hay compañías que están sufriendo más que otras por el encarecimiento del crédito derivado de la subida de los tipos de interés. "No han podido parar esos choques", añade. Por otra parte, Ramos también apunta como movimiento de fondos a la digitalización y la adopción de nuevas tecnologías, con las que las empresas justifican estos despidos. "Es una combinación de distintos hechos: algunos casos son más anecdóticos y otros más preocupantes, porque evidencian una mala gestión, pero la tendencia deberá confirmarse a más largo plazo", remarca el experto.

Núria Gilgado, secretaria de política sindical de UGT en Catalunya, cree que estos nuevos despidos masivos también tienen otra lectura en forma de aviso. "Hay dos cuestiones fundamentales que se modificaron con la reforma laboral de 2012 y que todavía no se han vuelto a tocar", lamenta. Se refiere, por ejemplo, a la flexibilización de las causas por las que una empresa puede argumentar objetivamente un ERE. El Estatuto de los Trabajadores entiende un despido colectivo como una extinción de contratos de trabajo que se sostiene en cuatro tipos de causas: económicas, técnicas, organizativas o de producción. Sin embargo, Gilgado considera que a menudo las empresas se cogen a estas causas fijadas en la ley de manera preventiva y no sólo cuando es estrictamente necesario.

La norma fija que existen causas económicas "cuando de los resultados de la empresa se desprende una situación económica negativa, en casos como la existencia de pérdidas actuales o previstas, o la disminución persistente del nivel de ingresos ordinarios ". Este último requisito implica que la caída de ventas sea inferior a la del mismo trimestre del año anterior durante tres trimestres consecutivos: "Hay empresas con beneficios importantísimos que realizan despidos colectivos dentro del marco legal. Es una cuestión esencial que es necesaria modificar para que las causas objetivas sean una herramienta que se utilice sólo cuando sea necesario", dice.

El otro elemento que todavía se mantiene de la reforma laboral de 2012, y al que se refiere la sindicalista, es la autorización administrativa de los ERE. Es decir, antes Treball podía intervenir en el procedimiento, pero ahora la decisión es unilateral de la empresa –que debe someterse a los períodos de consultas– y los trabajadores sólo pueden impugnar el expediente por la vía judicial cuando éste ya se ha salido adelante. "Llevamos muchos años repitiendo que es muy fácil despedir en este país, también mediante los ERE", añade Gilgado.

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