Tecnoestrés, fatiga y aislamiento social: los riesgos que soportan los trabajadores digitales
Más de la mitad de los empleados de plataformas presenciales, como los riders, son migrantes
BarcelonaLa expansión del trabajo de plataformas en la última década ha transformado sus relaciones laborales en muchos aspectos, también en los riesgos que puede generar el trabajo en la salud de sus empleados. Éste es el impacto que ha estudiado el proyecto europeo GIG-OSH, del que forman parte la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y el Hospital del Mar Research Institute Barcelona, con datos de siete países del continente. Ambas instituciones han publicado este martes el informe Trabajar en las plataformas digitales: ¿qué sabemos sobre salud y seguridad?, que pone de manifiesto cómo la aparente flexibilidad que prometen las aplicaciones puede convertirse en una forma de precariedad con dinámicas perjudiciales para el bienestar físico y mental de los trabajadores.
El estudio ofrece un retrato de quién es la fuerza laboral de esta nueva economía digital, un perfil que varía un poco según el tipo de trabajo. Por lo que respecta al género, los hombres predominan en las tareas presenciales –aquí entrarían, por ejemplo, los riders de Glovo o los conductores de Cabify– con un 65%; mientras que en la modalidad en remoto –microtareas para todo tipo de sectores como el diseño o la traducción– son el 49%, con una ligera ventaja de la participación femenina. "Aquí la conciliación tiene un papel clave, pero también que en el trabajo presencial los riesgos de violencia y discriminación son más acusados para las mujeres", matiza Ferran Muntané Isart, uno de los investigadores de la UPF que ha participado en el estudio.
La edad media de estos trabajadores es de 33,8 años y en las plataformas presenciales más de la mitad (55,7%) es de origen extranjero. Este porcentaje implica una sobrerrepresentación del colectivo en este tipo de trabajos, puesto que las personas de nacionalidad extranjera son alrededor del 15% de los ocupados españoles, según los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA) publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El peso de los migrantes es menor en las aplicaciones de trabajo remoto, en las que representan el 29%. Además, el 68% cuenta con formación universitaria, una proporción mayor en el caso de los empleados a distancia.
El informe también constata que la media de ingresos mensuales de estos trabajadores supone un 32,2% de la renta media estatal para los empleados presenciales y un 11,2% para los remotos. "En el caso de España, donde la renta media anual se sitúa en torno a los 23.600 €, estas proporciones evidencian la contribución baja de las plataformas al ingreso total", remarca el documento.
Acoso sexual y soledad
¿A qué se exponen estos trabajadores mientras reparten en la calle o programan código desde su casa a cambio de unas tarifas que no pueden fijar ellos mismos? El estudio revela que un 23,6% de los trabajadores presenciales declara haber sufrido acoso sexual y un 28,7% ha vivido situaciones de discriminación. Por el contrario, un 87,4% de los empleados en remoto se siente identificado con la sensación de soledad laboral.
Los riesgos físicos más frecuentes para los trabajadores digitales presenciales son la exposición a temperaturas extremas (64,5%) y las posiciones agotadoras o forzadas (62%), seguidos del tráfico (54,7%) y la manipulación de cargas pesadas (48,3%). Por el contrario, el 29,6% de las personas en modalidad remota se queja de las posiciones agotadoras, en este caso más relacionadas con un mobiliario de trabajo inadecuado o jornadas prolongadas con la vista fijada en pantallas.
Según los investigadores, estas nuevas formas de trabajo digital configuran un nuevo mapa de riesgos laborales para el siglo XXI, donde las categorías tradicionales de la salud ocupacional son ahora insuficientes y obligan a repensar el marco actual. El tecnoestrés, la ansiedad, la fatiga, el aislamiento social, o la dependencia de evaluaciones automáticas son algunos de los riesgos psicosociales derivados de este control algorítmico, que acentúa también la pérdida de límites entre la vida personal y el trabajo. "Esta monitorización es más prevalente en el trabajo en plataformas, pero no exclusiva. Uno de los grandes riesgos es que sirva de laboratorio a las empresas para poner en práctica estos métodos y extenderlos a otros sectores", avisa Muntané.
En este sentido, el investigador de la UPF celebra la aprobación de la ley rider en España para blindar la presunción de laboralidad de los repartidores, pero advierte que la normativa es todavía demasiado ambigua y desprotege a muchos otros colectivos que también trabajan a las órdenes de una plataforma sin poder negociar sus condiciones de trabajo. "Las personas que trabajan en remoto son los grandes olvidados y lo tienen aún más difícil por organizarse y articular demandas conjuntas", apunta Muntané. Además, alerta de que la inteligencia artificial (IA) aún aportará mayor vulnerabilidad a este escenario, forzando la expulsión de miles de trabajadores a través de la bajada de las tarifas.