La vuelta de fábricas pos-covid, todavía lejos de ser una realidad

La relocalización no llega, pero hay nuevos proveedores y cambios operativos para minimizar el transporte

Anna Reig
4 min
El taller de ARCh MAX en Barcelona atiende pedidos de clientes de diferentes países europeos.

BarcelonaA finales de los 90 y principios de los 2000 muchas empresas se llevaron fábricas a las zonas del mundo donde tenían menos costes. Miles de plantas del continente europeo, y también de Catalunya, emigraron a Asia. Actualmente el panorama ha cambiado y se habla de forma insistente del movimiento contrario, la vuelta de las compañías a su lugar de origen, un fenómeno conocido como relocalización. “La pandemia ha demostrado la vulnerabilidad que supone para los países no tener producción local o próxima de ciertos productos estratégicos, como las mascarillas o los EPI”, explica Cristina Serradell, directora de internacionalización de Acció.

Pero ¿qué ha cambiado en estos veinte años? “Producir en Asia ya no es tan barato”, apunta Serradell. A la mejora de los salarios y las condiciones laborales de los trabajadores de países como China o India se añade la escasez de materias primas, la escalada del precio de la energía y el problema del transporte internacional. Llevar un contenedor desde China hasta el puerto de Barcelona en barco tiene un precio medio de 15.000 dólares, diez veces más que hace un año. Los precios están en un pico, pero los expertos creen que ya no se volverá a la situación inicial de 1.500 dólares el barco. Además, el factor económico no es el único determinante, también está a la orden del día la emergencia climática, de forma que, según Pere Relats, presidente de Amec (Asociación de Empresas Industriales Internacionalizadas), “se evitará ir transportando por el mundo los productos de menos valor añadido”.

Con todos estos factores jugando a favor, ¿veremos una relocalización industrial en Catalunya? “Los cambios estructurales serán a largo plazo”, afirma Joan Tristany, director general de Amec. No se espera una vuelta masiva en los años próximos de las fábricas deslocalizadas, sino un retorno progresivo que dependerá de los sectores y el tipo de producto.

“La relocalización para las empresas es mucho más cara de lo que puede parecer”, explicó recientemente el economista Pol Antràs en una jornada del Col·legi dels Economistes de Catalunya. El catedrático afirmaba que el coste de montar una fábrica que se deja de usar “no se recupera” y, en cambio, existe un coste añadido para devolver la manufactura al país de origen. Serradell añade que “todas las fábricas, sean de China o de aquí, necesitan una red de proveedores y servicios, vínculos que tardan años en consolidarse”.

Un caso que demuestra las dificultades de la relocalización es la industria de los microchips, que desde el verano se ha visto desbordada por el aumento de la demanda en todo el mundo. En el sector, sin embargo, recuerdan que es improbable que las instalaciones de alta tecnología que requieren estos componentes se trasladen a la Unión Europea: en primer lugar, porque una sola de estas fábricas tiene un coste aproximado de unos 15.000 millones de euros y, en segundo lugar, porque para hacerla hacen falta entre dos y tres años. Las previsiones calculan que la falta de microchips se solucionará durante el segundo trimestre del año próximo, cosa que complica todavía más el traslado de estas fábricas a Europa.

Cuestión de ‘timing’

Las compañías, más que optar por hacer volver sus industrias a Catalunya, ven como opción más viable “buscar proveedores más próximos”, apunta Serradell. Un ejemplo de este patrón es la empresa ARCh MAX, dedicada a la venta de productos de running, que ha visto en la producción local su ventaja competitiva. Diseñan y confeccionan en Barcelona productos como chaquetas cortavientos o cinturones de correr para marcas internacionales como Adidas Terrex, Leki o VJ Sport. “Nuestra fortaleza es el timing”, afirma Jordi Martí, director general y fundador de ARCh MAX. Con las marcas que producen en Asia, desde que piensan el producto hasta que llega a la tienda, pueden pasar un año y medio o dos años. En cambio, cuando encargan un producto a ARCh MAX, en menos de una semana pueden tener una muestra y en un mes ya está en el mercado.

También la multinacional familiar catalana Relats, de soluciones técnicas para la protección térmica, eléctrica, mecánica y electromagnética, se está adaptando a los cambios. Tienen plantas de producción en México, China, Vietnam, Marruecos y Europa del Este. Hasta ahora, la de China tenía que producir para el resto de plantas. Ahora el planteamiento es diferente: “La planta de China es para el mercado chino; intentamos hacer todos los procesos fundamentales de fabricación en cada una de las plantas”, dice Relats.

LAS CLAVES

1. ¿Qué es la relocalización?

Es una apuesta para hacer volver a su lugar de origen las cadenas de producción para reducir costes como el transporte.

2. ¿Por qué se marcharon las empresas?

Para reducir costes salariales. El fenómeno se produjo sobre todo a finales de los 90 liderado por las empresas europeas y americanas en dirección a Asia.

3. ¿Cómo ha cambiado la situación?

La pandemia ha puesto encima de la mesa la vulnerabilidad que puede suponer para los países no producir localmente productos estratégicos. Además, la crisis energética, la escasez de materias y la escalada de precios del transporte han reabierto el debate.

4. ¿Las empresas catalanas volverán?

No se puede esperar que las empresas apuesten de manera masiva por hacer volver las fábricas de Asia en los próximos años, porque es un proceso costoso y lento. Muchas compañías están diversificando sus proveedores, priorizando los más cercanos, y hay cambios operativos para minimizar la dependencia del transporte.

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