Editorial

La AP-7, un infierno para los conductores que necesita soluciones

Un camión cisterna ha volcado a la AP-7 en L'Ametlla de Mar después de un choque con un coche
11/11/2025
2 min

La pasada madrugada ocurrió un nuevo accidente en la AP-7, a la altura de L'Aldea (Baix Ebre), con tres camiones implicados y que provocó la muerte de un conductor y heridas graves a otro. A consecuencia del accidente la autopista que cruza de sur a norte el país quedó cortada durante horas y dejó atrapados a miles de conductores. El pasado fin de semana ya se había producido un caso idéntico. El accidente de un camión el sábado por la tarde provocó un derrame de combustible que obligó a desviar la circulación por la N-340 entre L'Ampolla y l'Ametlla. Como resultado de ello, el domingo por la tarde la AP-7 se convirtió en una trampa para los vehículos que volvían a Barcelona desde la Comunidad Valenciana, y un trayecto que debía durar dos horas se convirtió en un calvario de seis.

Lo cierto es que la AP-7 se ha convertido en los últimos tiempos en un infierno para los conductores, tanto por el sur como por el norte, en el que es imposible hacer previsiones porque nunca se sabe qué vas a encontrarte. Esto por no hablar de la peligrosidad que implica circular por una supuesta vía rápida congestionada de camiones que, además, se adelantan entre ellos y provocan grandes colas y, en ocasiones, accidentes como el de la pasada madrugada.

La liberación de los peajes en 2021 fue una buena noticia para muchos bolsillos, pero ha comportado problemas que hoy en día están lejos de compensar aquella medida. El mantenimiento de las calzadas es deficiente, sobre todo en el sector entre Cataluña y la Comunidad Valenciana, con tramos donde incluso las marcas viales están borradas o apenas se ven. Las restricciones a la circulación de camiones a menudo no se cumplen y en grandes colapsos como el del domingo por la tarde se echa de menos la presencia de Mossos d'Esquadra para ordenar el tráfico.

El gobierno de la Generalitat y el ministerio de Transportes deben tomarse en serio la gestión de una vía que concentra la mitad de las exportaciones españolas por carretera, y en la que la ausencia de peajes ha derivado en un caos circulatorio insoportable que, además, cuesta vidas humanas. Es necesario replantear de forma urgente la gratuidad de una vía que es el principal eje de comunicación por carretera del país, y optar por métodos de pago inteligente, como la llamada viñeta. Pero también es necesario ampliar carriles, regular la velocidad en tiempo real, aumentar el patrullaje y restringir la circulación de camiones en días festivos o fines de semana.

Es evidente que la solución a largo plazo es poner en marcha el Corredor Mediterráneo de mercancías para sacar de las carreteras miles de camiones, pero hasta que esto llegue deben articularse soluciones urgentes para reducir tanto la circulación como la siniestralidad. La AP-7 es demasiado importante para el tejido económico catalán para que sea una vía colapsada, y hoy en día es la única manera que tienen los catalanes de atravesar el país de punta a punta. Si hay que deshacer la gratuidad, adelante, pero es necesario que la AP-7 vuelva a ser una autopista digna de ese nombre, y no la ratonera que se ha convertido ahora.

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