Vivienda

Buscar todas las maneras de evitar vivir en Pottersville

Las tiendas de los desalojados del B9 plantadas debajo del puente de la autopista.
26/12/2025
2 min

Una de las películas emblema de Navidad es, de siempre, Qué bonito es vivir, la tierna historia de un hombre, George Bailey, que regenta una especie de caja de ahorros que tiene una cooperativa para construir viviendas para gente humilde y que es asediado por el rico del pueblo, el señor Potter, cuyo sueño es que la ciudad lleve su nombre, Pottersville, que todo sea suyo y que los pobres vivan en la indigencia. El filme de Frank Capra representa unos valores, en el marco del capitalismo humano, similares a los del Cuento de Navidad de Dickens. La responsabilidad social, la humildad, la empatía con los desfavorecidos. Pottersville, que resuena cada vez más en el presente, es, en cambio, la gran metáfora del capitalismo salvaje y la inhumanidad.

Vivimos en un momento en que la crisis residencial tiene unas dimensiones cada vez más preocupantes y la metáfora de la cincuentena de personas viviendo todavía hoy bajo un puente en Badalona es una muestra poderosa. Esta gente es la punta del iceberg de un problema cada vez más evidente. Hay todo tipo de casuísticas, pero claramente existe una falta de vivienda de alquiler asequible que permita hacer frente a emergencias como éstas. Porque, de hecho, hace ya tiempo que vivimos en una emergencia continuada y las entidades no dan abasto para ofrecer refugios temporales a la gente que se queda sin casa.

Todas las administraciones, desde las municipales hasta la europea, están compitiendo por ver quién promete hacer más pisos, pero sabemos que sacar adelante este proceso no es sencillo. No sólo porque es necesario tener suelo disponible, promotores públicos o privados que hagan la inversión y un tiempo razonable de construcción. Muchas veces el problema son también los plazos burocráticos y la falta de figuras mixtas que aseguren que las viviendas serán de alquiler público y accesible durante muchos años. Los privados muchas veces no están interesados ​​porque no les sale suficientemente rentable, y las administraciones tienen un ritmo muy lento de toma de decisiones y de gestión que muchas veces las hace poco operativas.

Por eso mismo, una serie de entidades de todo el Estado, algunas también de Cataluña, están trabajando en una propuesta legislativa para regular las housing asociations, un tipo de entidad privada pero de interés público que funciona en otros muchos países de Europa precisamente promoviendo alquiler público accesible. En España, aunque hay cooperativas y entidades que un poco desempeñan este papel, falta una regulación clara que ayude a que estas entidades puedan recibir una mejor financiación, elemento clave no sólo para la construcción sino también para la gestión posterior. La ley permitiría incentivar este modelo con garantías antiespeculativas y con una definición clara de cuál sería el límite de sus beneficios. En principio, se trata de que sean organizaciones privadas sin ánimo de lucro y, aunque pueden tener capital privado o público, al trabajar en un marco muy regulado pueden acceder a financiación pública directa o indirecta y también a incentivos fiscales.

Es un modelo que funciona bien en Holanda, en Francia, en Austria... Es necesario incentivarlo también en España, y por eso es necesario que haya una ley que lo ampare. La crisis residencial no permite muchas más demoras si no queremos terminar, efectivamente, viviendo en Pottersville.

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