Se suceden los Governs y cambian los consellers, pero las chapuzas en el departamento de Educación tienen lugar de manera recurrente. Puede que la clase política no salga adelante. O también puede que haya un problema estructural de mal funcionamiento en el departamento. Quizás ambas cosas. El caso es que la gobernanza deficiente del mundo escolar desde el departamento no hace sino dar motivos extras y recurrentes de queja a una profesión ya de por sí suficientemente proclive al derrotismo.
La gestión de los interinos y la adjudicación de plazas es un clásico de los enredos de cada final e inicio de curso. Esta vez se había ido con la suficiente celeridad: parecía que la cuestión estaba resuelta. Pues no. Resulta que se ha producido un error, que no está claro si es informático o humano, que ha supuesto dar prioridad en la adjudicación de cerca de un millar de plazas docentes a interinos por encima de personal funcionario. El resultado es que hay que volver a poner en marcha de cero todo el proceso, en el que hay 50.000 plazas implicadas. En la práctica esto supone que una gran parte de las escuelas e institutos tendrán que rehacer sus organigramas y horarios en función de las nuevas adjudicaciones. El trabajo de programación y organización interna deberá repetirse, en muchos casos. Ahora mismo 50.000 docentes no saben a ciencia cierta dónde irán a parar el próximo curso.
Las reacciones no se han hecho esperar, e incluyen peticiones de algunos colectivos para retrasar el inicio de curso. Por supuesto, ésta no puede ser la solución: no se puede perjudicar a los alumnos, que son, o deberían ser, la prioridad absoluta de toda la comunidad. Se entiende el malestar de los afectados y de las direcciones de los centros, pero la solución no puede pasar por perjudicar a la parte más sensible y protagonista.
Estaría bien, por otra parte, que por una vez se aclararan las responsabilidades y se explicara exactamente qué ha pasado y por qué. En cualquier entorno profesional, las malas actuaciones tienen consecuencias. También debe ser así en la administración pública. ¿Habrá una investigación y una acción contundente en el departamento de Educació? ¿O cómo por desgracia es demasiado habitual en nuestro país se esconderán las vergüenzas debajo de la alfombra? Los problemas y las deficiencias deben abordarse de cara, y para que no se repitan es aconsejable que las cosas se pasen a hacer de otra manera. Porque si todo sigue igual es más que probable que en poco tiempo volvamos a sufrir una situación parecida.
La consellera Esther Niubó ha pedido disculpas a todos los profesionales afectados y comparecerá el martes en el Parlament a dar explicaciones. Estaría bien que entrara en detalle de cómo ha podido pasar un descalabro administrativo así, de las medidas que se han tomado para que no se vuelva a repetir nada similar y del alcance de las afectaciones. ¿Cómo lo harán ahora los equipos directivos, la gran mayoría de los cuales ya están de vacaciones, para reformular la distribución horaria de la plantilla sin haber podido conocer al nuevo oa los nuevos miembros asignados? ¿Se volverá a las improvisaciones que habían sido habituales de finales de agosto y principios de septiembre? Un nuevo mal inicio de curso para un mundo educativo ya bastante tensionado por crisis encadenadas.