Desde el inicio de la ofensiva en octubre del 2023, Israel ha asesinado a 238 periodistas palestinos que trabajaban en Gaza, cifra que da el gobierno de la Franja controlado por Hamás y que ha sido avalada por la propia Organización de Naciones Unidas (ONU). Si a esto le sumamos la prohibición de entrada de periodistas internacionales por parte de Israel, el apagón informativo que busca el gobierno de Netanyahu para disponer de impunidad de acción es casi total. Y, sin embargo, a pesar de unos profesionales que literalmente se juegan la vida, las imágenes y los datos que siguen difundiéndose hablan por sí solas: Israel está cometiendo un genocidio inhumano, matando de hambre a una población indefensa y exhausta. Un hambre y una violencia que también están afectando a los periodistas. Nadie escapa a la política de exterminio que Israel está aplicando sobre una Franja devastada.
Los cinco profesionales palestinos fallecidos este lunes trabajaban para Al Jazeera, el principal medio extranjero que informa desde Gaza, y uno de los más importantes y prestigiosos del mundo árabe. De hecho, Israel ha prohibido la emisión de Al Jazeera en su territorio. Así pues, la ciudadanía israelí está en parte informativamente secuestrada. Y, sin embargo, crece el clamor interno dentro de Israel para detener la masacre ante la evidencia de que el gobierno de Tel Aviv, en contra de lo propuesto, no ha logrado ni liberar a todos los rehenes ni acabar con Hamás.
Para mitigar las críticas mundiales a la cacería militar contra periodistas palestinos, acusados por Israel sin pruebas de colaborar con Hamás, este lunes Netanyahu ha dicho que hace dos días ordenó que se permita la entrada de periodistas extranjeros en Gaza. Un permiso que habrá que ver hasta qué punto es efectivamente real y con qué garantías de libertad de acción y seguridad cuenta. Sobre todo cuando el propio primer ministro israelí acaba de anunciar que se dispone a poner en marcha una nueva operación militar para conquistar Ciudad de Gaza.
Por desgracia, la muerte del periodista Anas al Sharif y su equipo estaba anunciada. Naciones Unidas denunciaron hace apenas dos semanas, el 25 de julio, queIsrael intentaba "silenciar" este reportero, tal y como explicitó Irene Khan, la relatora especial de la ONU sobre la libertad de expresión. "Los temores por la seguridad de Al Sharif están bien fundamentados, ya que cada vez hay más pruebas de que periodistas en Gaza han sido objetivos y asesinados por el ejército israelí sobre la base de afirmaciones no fundamentadas de que eran terroristas de Hamás", dijo entonces Kahn. Desgraciadamente, sus temores se han confirmado.
La guerra genocida de Israel sobre Gaza no se detiene. Netanyahu sigue contando con la complicidad clave de Estados Unidos de Trump y con una Europa que, aunque ha empezado a alzar la voz, no está ni mucho menos determinada ni unida para frenarle. Y mientras tanto, sobre el terreno, cada vez hay menos profesionales de la información que puedan dar testimonio de la interminable barbarie que vive el pueblo palestino.