¿Es cierta la imagen de unidad del PP?
El PP se ha esforzado por proyectar en su congreso una imagen de unidad en torno a su líder, Alberto Núñez Feijóo, pero una lectura atenta de los discursos que se han oído revela que esta unidad es más ficticia que real. Lo que ha pasado simplemente es que el ala dura del partido, la que representan a José María Aznar e Isabel Díaz Ayuso, ha acordado una tregua con Feijóo para que agote su última oportunidad de llegar a la Moncloa. Pero entre el discurso de Aznar del viernes, en el que insinuaba que Pedro Sánchez debe acabar en prisión, y el de Feijóo de este domingo, en el que no se cierra a llegar a acuerdos con nadie salvo con Bildu, está todo un mundo. Las dos almas del PP siguen, pues, intactas.
Hay que subrayar, sin embargo, que el congreso representa una clara victoria de Feijóo sobre el ala dura, que en un contexto en el que todo el mundo da por hechos la victoria y el hundimiento del PSOE no ha querido enturbiar el congreso plantando cara en cuestiones programáticas u orgánicas. Así, Ayuso renunció a pelear por el sistema de primarias puras, como había dicho que haría, y un peón suyo, Alejandro Fernández, renunció a una enmienda que vetaba explícitamente los pactos con los independentistas. De este modo, el congreso ha sido una balsa de aceite para Feijóo, excepto por los exabruptos de Aznar del primer día, que tal y como él mismo reconoció se quedó a gusto.
Ahora bien, para conseguir esta paz interna Feijóo también ha tenido que realizar cesiones, como la incorporación de Cayetana Álvarez de Toledo a la dirección, y también en el plano ideológico. La ponencia final aprobada endurece el discurso del PP en cuestiones como las lenguas cooficiales (prometen "blindar" la enseñanza en castellano) y la inmigración. A cambio, el líder gallego ha obtenido lo que quería, que es manos libres para pilotar su llegada a la Moncloa sin cerrarse ninguna puerta, especialmente la de Junts y la del PNV. Y una vez allí, poder pactar a su derecha e izquierda, y no sólo con Vox, que es lo que quisieran Aznar y Ayuso. Feijóo aún piensa que, por temas de estado, necesitará al PSOE post-Sánchez.
Ahora bien, una cosa es lo que quiera Feijóo, ese margen de maniobra, y otra lo que tenga de verdad, porque el programa ideológico que sale de este congreso es incompatible con cualquier partido de los que ahora apoyan a Pedro Sánchez. Es incompatible con el PSOE, puesto que promete derogar toda su obra de gobierno, y lo es también con Junts y el PNV. A la hora de la verdad, Feijóo seguirá siendo rehén de Vox, porque el sueño de reunir 10 millones de votos como en la época de Aznar o de Rajoy es por ahora una quimera, según todas las encuestas.
Y es que el clima de euforia que se ha respirado en el congreso del PP tiene más que ver con la crisis del PSOE que con que ellos hayan logrado convertir a Vox en una fuerza marginal. Y esa euforia, si el tiempo pasa y Sánchez no se cae, se puede ir convirtiendo en ansiedad. Y entonces veremos si el ala dura mantiene la tregua que ha firmado este fin de semana o levanta la cabeza para, una vez más, marcarle el camino a Feijóo.