Las incógnitas del 17-A, siete años después
No cabe duda de que las palabras iniciales del yihadista condenado por el 17-A Mohamed Houli en su comparecencia en la comisión de investigación del Congreso, acusando directamente al CNI de conocer las intenciones del imán de Ripoll, suponen un terremoto político. Sus palabras exactas han sido: "El CNI tenía conocimiento de las intenciones del imán y permitieron que viniera y nos comiera la cabeza. Lo digo ahora y no antes por temor a represalias o que pudiera perjudicarme, pero ya estoy condenado y no tengo nada que perder". Un terrorista tiene la credibilidad que tiene, y de las palabras de Houli se desprende una cierta intención autoexculpatoria cuando acusa a Abdelbaki es-Satty de haber "comido la cabeza" a los chicos de la célula, y también es cierto que no cuenta con ninguna prueba documental, pero aún así su testimonio resulta impactante porque es alguien totalmente ajeno a la trifulca política.
El PP ha reaccionado con indignación y ha abandonado la sala de la comisión, en una demostración más que no tiene ningún interés por esclarecer los hechos. En el otro extremo, el expresidente Carles Puigdemont y gente del entorno de Junts han visto en las palabras de Houli la confirmación de la teoría de la conspiración sobre el 17-A, que defiende que el Estado propició los atentados para descarrilar el Proceso independentista. Sea como fuere, lo que sabemos seguro hasta ahora es que el CNI no fue lo suficientemente diligente porque no fue capaz de identificar a Es-Satty, al que intentó reclutar. Al final, sin embargo, lo descartó porque no le consideró una fuente fiable, pero también fue incapaz de ver al fanático yihadista lo suficientemente hábil como para captar jóvenes y convertirlos en terroristas que fue después. Sólo este hecho por sí solo ya justificaría una investigación interna para esclarecer qué falló y una asunción de responsabilidades por parte de los mandos del CNI de ese tiempo. Fue un error muy grave por el que nadie ha pedido todavía disculpas ni ha asumido ninguna responsabilidad.
Las palabras de Houli añaden más leña al fuego y hacen más imprescindible que nunca resolver todas las incógnitas que, siete años después, todavía colean sobre los atentados. Esta investigación debería realizarse al margen de todo el ruido político, y en el marco de una reforma interna del CNI y la ley que rige los servicios secretos, ya que con casos como el espionaje a dirigentes independentistas demuestran que en algún momento se han utilizado para perseguir la disidencia y no tanto para proteger la integridad de todos los ciudadanos españoles.
La sociedad catalana, y sobre todo los familiares de las víctimas, no puede permitirse que todas estas sombras de duda sigan llenando páginas de diario y minutos en los telediarios. Por respeto a ellos debe ponerse fin a todo esto y llegar hasta el final. Quizás la comisión de investigación del Congreso es sólo un primer paso en esta dirección, pero debería hacerse más una vez se cierre y se hagan públicas sus conclusiones.