Primero de Mayo: ¿sólo una cuestión de horas?
Una de las asignaturas pendientes de la economía española es la productividad. El día tiene 24 horas y es necesario aprovecharlas al máximo. Evidentemente, lo ideal es hacer más y mejor con menos tiempo. Éste es el gran reto y la manera para que una sociedad y una economía en su conjunto progresen. El reflejo de todo es la renta per cápita. Si no crece la productividad, tampoco lo hace el reparto de la riqueza. Ésta es una de las tareas que tenemos pendientes.
El Círculo de Economía, que de lunes a miércoles celebra su reunión anual en Barcelona, creó recientemente un grupo de trabajo para aportar soluciones a tres años vista para mejorar la productividad. Si tomamos como punto de partida en 2015, la productividad por hora trabajada en Catalunya ha perdido terreno y ha empeorado respecto a la media española. Pero lo cierto es que Europa en conjunto pierde a su vez terreno respecto a EEUU. El Viejo Continente ha sido líder en tecnologías medias, como el automóvil con motor de combustión, pero no en avances como el vehículo eléctrico, aunque la política arancelaria de Donald Trump y el rechazo de los consumidores al propietario de Tesla y encargado de recortar el gasto público, Elon Musk, es una buena oportunidad para ganar terreno. Europa, además, tiene un mercado más fragmentado, así como un bajo nivel de inversión en investigación y desarrollo y transferencia tecnológica comparado con la primera potencia mundial, así como una dimensión empresarial más reducida que en EEUU.
La consecuencia de todo ello es que la contribución de la productividad total de los factores es decreciente en España y Cataluña desde el año 2000, y con una fuerte dependencia de sectores con bajo valor añadido, y una asignación y reasignación de capital que olvidan pilares fundamentales para mejorar la productividad, como la formación del capital humano. El hecho es que si se lo propone, Catalunya dispone de activos que pueden permitir tomar el tren de la economía digital que dominan EEUU y China. Y es que no es sólo una cuestión de dimensión, puesto que Dinamarca es un país pequeño pero en primera línea en todos los segmentos.
Este Primero de Mayo los sindicatos reivindican la reducción de la jornada laboral de 40 a 37,5 horas semanales. Es una reclamación legítima y comprensible. El apagón del lunes ha retrasado la aprobación del anteproyecto por parte del gobierno, una vez la parte socialista y la de Sumar han cerrado sus diferencias. Luego quedará un camino tortuoso para conseguir apoyos suficientes en el Congreso. La clave la tiene, de nuevo, Junts. Las patronales CEOE y Foment del Treball se oponen completamente a una regulación a golpe de Boletín Oficial del Estado. Pimec también, aunque estaría dispuesta a rebajar las críticas si se recoge un período de adaptación y apoyo a las pymes. Todos buscan atraer a Junts.
La jornada laboral se ha ido ajustando a lo largo de los años. No hace tantos que se trabajaba incluso los sábados. Lo natural es que el número de horas que se dedican al trabajo se vaya ensamblando a los avances sociales y tecnológicos. Pero también mejor hacerlo con el máximo consenso y contando con las necesidades y características de cada sector y negocio.