Militarizar el país, la nueva estrategia de Trump contra la oposición
Donald Trump y sus seguidores MAGA estaban esperando ese momento. California representa todo lo que más odian. Es un estado claramente demócrata, con leyes favorables a las políticas de igualdad y diversidad, y que además hace bandera de la oposición al presidente. Las protestas contra la deportación de inmigrantes –que se está haciendo en todas partes sin asegurar los derechos de los detenidos y el respeto a los derechos humanos– han sido la excusa perfecta. Sin que hubiera ninguna razón de peso, ordenó el despliegue de las tropas de la Guardia Nacional en Los Ángeles, algo insólito que no se había producido desde hacía décadas. Nos deberíamos remontar a 1992, cuando George W. Bush hizo desplegar a las tropas en la ciudad para restablecer el orden tras los gravísimos altercados, que costaron unas sesenta muertes, por la absolución de unos policías que habían matado a un joven negro a golpes. En ese momento la situación era grave y, además, el propio gobernador había pedido la ayuda.
En esta ocasión no sólo los disturbios son incomparablemente menores sino que el gobernador del estado, el demócrata Gavin Newsom, no lo ha pedido y se ha opuesto de forma manifiesta. De hecho, Newsom ha anunciado que presentará una demanda contra esta orden que, además, ha recordado que podría ser de aplicación al resto de Estados Unidos, lo que supondría una clara militarización del país para imponer el ideario político del presidente. Ésta será una nueva batalla legal en el pulso del presidente para perseguir a sus opositores con todos los medios posibles, sean legales o no.
Trump y los suyos han creado el relato del inmigrante malvado y delincuente, que está invadiendo Estados Unidos para desestabilizar el país, y que lo hace, dicen, con la complicidad de una izquierda supuestamente radical que ha provocado unos disturbios que ellos magnifican a pesar de que tanto las fuerzas de orden como los fuerzas de orden perfectamente controlables. Newsom, de hecho, acusó a Trump de querer provocar el caos y la violencia enviando de la Guardia Nacional, y pidió que la protesta fuera pacífica, aunque no está claro que, tal y como están ahora las cosas, lo pueda conseguir.
La situación no está solucionada, y esta noche puede ser la cuarta con enfrentamientos. Esto es, además, lo que parece que busca el presidente y lo que también parece que le gustaría que ocurriera. Es una estrategia de muchos autócratas, como recordaba Newsom en las redes sociales. Provocar, sembrar el caos, y así tener una excusa para intervenir, tomar derechos y someter a los opositores. Sorprende ver hasta qué punto los estadounidenses viven cada vez más en un régimen en el que no está del todo claro que rija el estado de derecho. En cualquier caso, la libertad de expresión y de protesta que defiende la Primera Enmienda de su Constitución está en entredicho. En la universidad, en la ciencia y, sobre todo, en la calle.
