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Cómo entender una botella de vino: el blanco

Dulce, afrutado, joven o todo lo contrario: los matices de un vino creciente

El vino blanco
Redacció
29/11/2025
4 min

En Cataluña existe una larga tradición de vinos blancos y, de hecho, las once denominaciones de origen catalanas elaboran. Las variedades de uva blanca autóctona son, principalmente, el macabeo, el xarel·lo, la parellada, la garnacha blanca y el moscatel, pero también hay variedades foráneas con mucha presencia en Cataluña, como el chardonnay y el sauvignon blanc. Todas ellas son capaces de dar vinos blancos de gran calidad y con un sinfín de matices.

A pesar de tener una larga tradición con el vino blanco, todavía son muchos los consumidores que confunden algunas de las características más comunes de este tipo de vino. Buena parte de la información que necesitamos para entender qué tipo de vino tenemos en las manos aparece en la etiqueta, pero es necesario saber interpretarla.

Los jóvenes, afrutados

Una información que nos puede dar muchas pistas de cómo será el vino es saber el tiempo que ha pasado desde que se cosechó aquella uva. El vino que se consume primero es el vino novel. En algunos casos sólo ha estado un par de semanas dentro de la botella. Luego está el vino joven, que se embotella directamente después de la fermentación y sale a la venta a principios del próximo año, por lo que ya ha estado unos meses dentro de la botella. Si tenemos en las manos un vino novato o joven, debemos esperar un vino en el que predominen los aromas primarios y secundarios. "Los aromas primarios son los que venden directos de la misma uva y los secundarios son los que llegan durante la fermentación", explica Anton Castellà, enólogo y secretario técnico de la DO Catalunya. Estos aromas más iniciales suelen ser afrutados y pueden evocarnos el olor de la manzana, de la pera o también de cítricos, como el limón, la naranja o la mandarina. En los vinos blancos jóvenes que se hacen en el Mediterráneo también es común distinguir tonos de melocotón, según explica Castellà. El aroma más floral nos evoca directamente a la fragancia de un ramo de flores. Estos vinos más tempranos son también más frescos y tienen menos graduación alcohólica.

Envejecer tiene más matices

A partir de ahí, el resto de vinos ya han pasado por bota (o incluso por ánfora). Están los de semicrianza o roble, que han estado en barrica entre tres y seis meses; los de crianza, que han estado al menos dos años y un tercero en la botella, y los de reserva (maduran durante un mínimo de tres años) y gran reserva (al menos cinco años entre bota y botella). En estos vinos existen muchos más matices que en los jóvenes. El aroma de la fruta no está tan presente y se pueden encontrar muchas más notas. "Es un vino más complejo, más contundente, más corpulento", según Castellà. Dado que la elaboración es más larga, también será un vino más caro.

Uva blanca lista para cosechar.

Dulce o seco

Hay algunos consumidores que, a la hora de pedir un vino blanco, confunden dos conceptos que, en realidad, no están relacionados. Un vino puede ser dulce y afrutado, pero también puede ser seco y afrutado. En algunas ocasiones, esta información también aparece en la etiqueta del vino. Se considera dulce o seco en función de la cantidad de azúcar residual que lleva el vino, pero en cualquiera de los dos casos puede ser afrutado o menos aromático. "El vino con una pequeña cantidad de azúcar es un vino fácil de beber, goloso e ideal para gente que empieza a beber vino. Suele ser muy aromático, por eso hay cierta confusión; se asume que un vino aromático debe ser ligeramente dulce, pero también hay vinos secos que son aromáticos", explica Anna Casabona.

El tipo de uva utilizada para hacer el vino –que a menudo aparece en la etiqueta– también nos da pistas de cómo será. Por ejemplo, las variedades que suelen hacer vinos más aromáticos son el moscatel, el sauvignon blanco o el gewürztraminer (que es de origen alemán pero hay plantado por Cataluña), y las menos aromáticas suelen ser la macabeo, la xarel·lo y la chardonnay.

Otra información importante que nos puede dar pistas de cómo es el vino blanco que tenemos en las manos es su denominación de origen. Todas las denominaciones de origen catalanas hacen vino blanco, pero entre ellas también existen algunas diferencias. La que más produce es la DO Penedès, principalmente con las variedades xarel·lo, macabeo y parellada. Los vinos blancos jóvenes del Penedès son ácidos y muy afrutados, bien constituidos y armónicos; los fermentados en barrica o con crianza en barrica, en cambio, son estructurados, con cuerpo y muy redondos en boca. En la DO Tarragona también predominan los blancos, principalmente elaborados con las variedades de uva parellada, macabeo, xarel·lo, garnacha blanca y chardonnay. Existe mucha variedad entre los vinos blancos de Tarragona, pero normalmente podemos esperar un vino fresco, de baja graduación alcohólica, con aromas afrutados y agradables. En la Terra Alta también predomina la uva blanca. Hay macabeo y parellada, pero sobre todo garnacha blanca. De hecho, en la Terra Alta se cultiva el 33% de la garnacha blanca mundial. La DO Alella también apuesta por el vino blanco, sobre todo con las variedades de pasa blanca, chardonnay y sauvignon blanc.

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