Movilidad y sostenibilidad forman un buen equipo

¡Transportando paquetes, compras, niños... en bicicleta!

La ciclología avanza en Cataluña gracias a las cooperativas y entidades que defienden un modelo descarbonizado para el reparto urbano.

Somos Ecologística agrupa a varias cooperativas de reparto que forman parte de la economía social y solidaria.
Carlota Muntada
01/11/2025
4 min

La imagen tradicional del reparto urbano sigue siendo la de una furgoneta dando vueltas, bloqueando un carril y buscando dónde parar. Pero en muchas ciudades —Barcelona y varios municipios catalanes incluidos— esta escena ya convive con bicicletas de carga que realizan el mismo servicio con menos ruido, menos emisiones y mayor agilidad. La ciclología se ha convertido en una opción viable para una parte considerable de la distribución urbana de mercancías y, sobre todo, en un motor de cambio para el espacio público y la reducción de emisiones en las ciudades.

LA ÚLTIMA MILLA: EL GRAN RETO DEL TRANSPORTE URBANO

Este cambio forma parte de la transformación de lo que se conoce como la «última milla», el tramo final del proceso logístico —desde el almacén hasta el consumidor— que, a pesar de representar solo una fracción del recorrido total de un producto, es responsable de una parte muy significativa de las emisiones del transporte urbano.

A diferencia de la distribución tradicional, que depende de furgonetas grandes, la ciclologística se basa en una red descentralizada y flexible basada en microhubs Centros urbanos —pequeños puntos de consolidación de mercancías— desde donde los repartidores parten en bicicletas de carga hacia su destino final. Esta forma de distribución reduce las distancias, evita la congestión y mejora los tiempos de entrega sin necesidad de grandes almacenes ni vehículos contaminantes. Los datos respaldan su eficacia. En un estudio realizado en Bruselas por la empresa de logística Kale AI y publicado por el fabricante de bicicletas de carga Larry vs. Harry, se descubrió que, durante un mes y medio de pruebas, las bicicletas de carga lograron entregar un promedio de 10,1 paquetes por hora, mientras que las furgonetas solo entregaron 4,9 en el mismo período y con los mismos destinos. Esto equivale a duplicar la eficiencia del transporte motorizado dentro de la ciudad. En las ciudades europeas, la mitad de las entregas urbanas podrían realizarse en bicicleta. Así lo indica el proyecto CycleLogistics, que estima el potencial de sustituir los vehículos motorizados por bicicletas o bicicletas de carga en un 51 %. El modelo, sin embargo, va más allá del transporte comercial. Transforma la vida cotidiana: cada vez más familias utilizan bicicletas de carga para llevar a los niños al colegio o hacer la compra. En países como Dinamarca o Alemania, estos vehículos ya son una pieza clave de la movilidad diaria, y las administraciones ofrecen ayudas y subvenciones para fomentar su adopción tanto para uso privado como profesional. El modelo cooperativo que impulsa Cataluña. En Cataluña, la ciclologística ha crecido de la mano de iniciativas locales y cooperativas que han optado por una distribución de mercancías más sostenible. La más destacada es la red de ciclologística Catalunya Som Ecologística, que reúne a varias cooperativas de distribución pertenecientes a la economía social y solidaria. Con presencia en Barcelona, ​​Mataró, Sant Cugat y Sabadell, el grupo realiza alrededor de 25.000 entregas mensuales y evita la emisión de unas nueve toneladas de CO₂ al mes. Entre todos sus miembros, prestan servicio a cerca de 300 empresas de la región. La organización explica que el ciclismo es eficiente, rápido y limpio, pero que el desafío no es solo técnico, sino también político. Som Ecologística afirma que su modelo no solo busca reducir las emisiones, sino también dignificar las condiciones laborales del sector y democratizar la logística urbana. «Somos cooperativas arraigadas en el territorio y estamos comprometidas con una distribución justa, con salarios dignos y sin precariedad», añaden. Su funcionamiento colectivo contrasta con las plataformas de distribución tradicionales, a menudo basadas en modelos laborales precarios y centralizados. «La economía social nos permite trabajar con autonomía, distribuir beneficios y responsabilidades, y construir una verdadera alternativa a los modelos de negocio dominantes», explican. Cada vez más empresas optan por trabajar con cooperativas como Som Ecologística tanto por criterios ambientales como por los valores que proyectan. Según la entidad, el reparto en bicicleta transmite una imagen de cercanía, sostenibilidad y coherencia que refuerza el compromiso social y ambiental de las marcas que contratan sus servicios. «Solemos decir que con la bicicleta el mensaje es diferente», afirman. En un mercado donde la conciencia ambiental cobra cada vez más importancia, la logística verde también representa una ventaja comercial.

EL FRENO INSTITUCIONAL AL ​​CAMBIO

A pesar de los avances, el sector se enfrenta a obstáculos. Som Ecologística denuncia que las administraciones locales siguen mostrándose tímidas a la hora de aplicar políticas audaces que favorezcan el cambio. «Muchas ciudades han decretado moratorias hasta 2028 sobre las restricciones a los vehículos de reparto dentro de las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), lo que está ralentizando el desarrollo del modelo», lamentan.

Asimismo, exigen que la contratación pública incorpore criterios ambientales y sociales, para que se valore el trabajo de las empresas que operan con vehículos de cero emisiones y forman parte de la economía social. «Las instituciones deberían dar ejemplo y priorizar a quienes realizan entregas sin contaminar ni generar condiciones precarias», concluyen.

ESPACIO PÚBLICO E INFRAESTRUCTURA: EL GRAN PROBLEMA PENDIENTE

Las organizaciones ciclistas coinciden en que el principal desafío es la falta de infraestructura segura y espacios logísticos adecuados. La Asociación de Ciclistas Urbanos de Cataluña (BACC) ha estado solicitando la creación de plazas de aparcamiento protegidas para bicicletas y bicicletas de cargaTanto en la superficie como en las instalaciones públicas. «No se trata solo de tener muchos carriles bici, sino de una red completa, continua y útil», afirman.

En la misma línea, desde Bicihub —el espacio comunitario de referencia en Barcelona dedicado a la promoción de la bicicleta— señalan que la infraestructura sigue siendo el espantajo: «Se necesitan aparcamientos seguros y mejoras en los carriles bici, porque sin una buena infraestructura la gente no se siente segura ni motivada para usar la bicicleta».

CUANDO LA CIUDAD ACOMPAÑA

Cuando la infraestructura acompaña, surge la solución. Ciudades como Copenhague o Londres han demostrado que la bicicleta puede convertirse en un medio de transporte masivo si cuenta con una red segura y completa. En la capital danesa, circulan diariamente más de 40 000 bicicletas de carga, y al menos una cuarta parte de las familias posee una para uso diario. En la capital británica, Transport for London (TfL) estima que las bicicletas de carga podrían sustituir hasta el 17 % de los kilómetros recorridos por furgonetas en el centro de la ciudad para 2030, con un ahorro potencial de 100 millones de kilómetros al año. «En definitiva, las autoridades locales deben comprender que el reparto en bicicleta de carga no es un capricho de cuatro ciclistas, sino parte de la solución a los retos que se avecinan», concluye Som Ecologística.

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