"El cambio de armario es un invento para hacernos comprar más ropa"
Los expertos y activistas en favor de la moda sostenible piden que la llegada del calor no signifique más compras
BarcelonaCon el cambio de temperaturas, muchas personas se están empezando a plantear realizar el famoso cambio de armario. Un concepto que tenemos muy integrado dos veces al año y que implica una organización que, en algunos casos, puede llegar a durar unas horas. Pero, ¿es realmente necesario hacerlo? Para personas como Patricia Eguidazu, autora del libro El día que dejó de comprar ropa (Destino 2025), el cambio de armario sólo es una invención de la industria de la moda para potenciar las compras compulsivas.
"El hecho de no tener a la vista toda la ropa que tenemos nos lleva a comprar cosas que creemos que nos faltan, el cambio de armario es un invento para hacernos comprar más ropa", explica la autora. Normalmente, esto ocurre durante el impasse entre los días más calurosos y los días más fríos oa la inversa, cuando hay prendas que no encontramos, pero que en realidad tenemos. Ante esto, Eguidazu recomienda tener siempre a la vista toda la ropa, y esto se logra con un armario donde todas las prendas sean versátiles y sirvan para vestir durante todo el año "por capas", con diferentes texturas y composiciones textiles.
De hecho, éste es uno de los múltiples consejos que explica la autora, que también es la creadora del método Triziazu, en la que enseña a entender cómo funciona el mundo del fast fashion, que busca la compra compulsiva de ropa, y aprender a comprar y vestir de forma sostenible, según el cuerpo y la morfología. Un método que surge a raíz de su experiencia un día que quiso hacer limpieza de ropa de su armario: "Llené cinco bolsas de basura de ropa, mucha de la que ni siquiera había estrenado", lamenta. Entonces decidió venderla por aplicaciones de segunda mano, pensando que, ofreciéndola por dos o tres euros, estaba haciendo un favor a otras personas. Pero su asombro fue cuando se dio cuenta de que es casi imposible vender nada. Si esto le había ocurrido a ella, ¿cómo podía ser de grave la situación en el resto de hogares?
Es así como empieza a investigar ya recoger datos alarmantes en torno a la industria de la moda, considerada como la más contaminante del mundo. "Se producen cien billones de prendas al año, de las que la mitad terminan en el vertedero antes de que hayan pasado doce meses de su compra", lamenta. O a veces incluso no se han llegado a estrenar: según diferentes estudios revisados por la Agencia Europea del Medio Ambiente, un 21% de las prendas que se fabrican no acaban vendiéndose. Los cambios rápidos y vertiginosos del mundo de la moda rápida hacen estragos en el medio ambiente, una problemática que la Unión Europea quiere intentar regular con medidas como la prohibición a partir de julio del 2026 de que se destruya la ropa, complementos y calzados que no se hayan vendido.
A mayor variedad, peor
Toda esta locura se inicia con la llegada del low cost en la industria de la moda, cuando las marcas y tendencias desdibujan nuestras siluetas y, en consecuencia, nuestros armarios, explica Eguidazu. "Consumimos por ansiedad, no controlamos lo que compramos, almacenamos sin fin e igualmente nos frustramos y seguimos teniendo la sensación de que no tenemos nada para ponernos más de la mitad de los días de la semana", lamenta.
Una de las perversiones del fast fashion, según la experta, es el mensaje de que por poco dinero te puedes comprar muchas prendas. Esto es muy tentador en un mundo en el que se nos ha inculcado que repetir un conjunto demasiado a menudo es algo negativo. "La gente no se siente orgullosa de repetir la ropa, cuando debería ser un orgullo utilizar una prenda más de treinta veces, porque eso quiere decir que te has planificado bien y que le estás dando una salida sostenible", remarca. Si tan sólo utilizáramos las prendas de vestir que tenemos en nuestro armario el doble de veces de lo que lo hacemos, reduciríamos casi a la mitad las emisiones de carbono generadas por la industria de la moda.
Pero de todo esto no hablan las numerosas influencers de Instagram o TikTok que deslumbran a sus seguidores con los llamados hauls o unboxings, que básicamente son vídeos donde muestran un montón de paquetes de ropa que han recibido de marcas como Shein y las comentan. La cantidad de vídeos de este tipo y la naturalidad con la que se propicia la compra abusiva de ropa a bajo precio impera en las redes.
Está claro que la industria siempre está atenta a las preocupaciones de sus clientes, y si detecta que se les despierta una preocupación medioambiental, enseguida ponen remedio. Etiquetas en las que se asegura que una prenda es de algodón orgánico pueden calmar la conciencia de los compradores, aunque no sean del todo ciertas. También juegan con el engaño de las tallas y patronaje, según Eguidazu. "Te dicen que fabrican la talla 46 o la plus sizepero siempre están agotadas, porque son mucho más caras de producir", dice la autora, que en el libro cuenta cómo la industria de la moda rápida, y no tan rápida, fabrica ropa que a la mayoría de la gente le queda mal. Y, paralelamente, produce prendas para poner solución a los complejos de autoestima que ella misma ha creado: camisoles. "Lo que sea para que millones de mujeres acomplejadas por sus siluetas se tapen todo lo que quieran", denuncia. tallas", remarca. En otras palabras, un mal patronaje puede hundir la autoestima de cualquier mujer. "Si en una tienda online no hay información sobre los tamaños de una prenda, ni me la miro", continúa. Cuando una persona conoce bien su morfología y qué tipo de patrones le quedan bien, ya tiene mucho ganado para sentirse bien con el suyo. Si además se tiene muy claro qué tipo de tejido es agradable al tacto, si produce picor, calor o incomodidad, las opciones de compra se reducen pero también crecen en calidad.
Ir de compras no debería ser, en ningún caso, algo que se hace por entretenimiento o por pasarlo bien con las amigas. Más bien al contrario: "Debería ser un acto totalmente solitario y consciente en el que, al igual que cuando vas a comprar arroz porque te ha terminado, sales a buscar una camisa de tal color porque te has dado cuenta de que la necesitas para combinar con otras piezas del armario", concluye.
Más ropa de segunda mano
Ahora bien, no todo está perdido. Cada vez aparecen más estudios que aseguran que las nuevas generaciones son más conscientes de los peligros del consumismo y de los problemas medioambientales. Según una encuesta de Wuolah sobre los hábitos de consumo de la generación Z, un 60% de los jóvenes nacidos entre 1995 y 2010 realizan menos compras por impulso y prefieren invertir su dinero en experiencias más que en posesiones materiales. Unos datos que concuerdan con un informe del Observatorio Cetelem sobre sostenibilidad y consumo de 2024, en el que se refleja el aumento de la preocupación de los jóvenes por el medio ambiente, en paralelo a un incremento en la compra de productos de segunda mano, sobre todo en lo que se refiere a ropa y calzado. Por otra parte, personajes populares como Marie Kondo también han popularizado conceptos como el minimalismo y el hecho de valorar, utilizar y mantener lo que ya se tiene sin necesidad compulsiva de comprar nada más.