El catalán que ha visitado todos los países: "Yo la vuelta al mundo la he dado tres veces"
Entrevistamos a Román Hereter, viajero, periodista e historiador, que visitó todos los estados reconocidos por las Naciones Unidas antes de cumplir los 45 años
BARCELONA"Yo la vuelta al mundo la he dado tres veces, no tiene ningún mérito", dice Román Hereter (Lleida, 1959) desde el otro lado del teléfono. No es ninguna fanfarronada, al contrario, porque si hay alguien en este país con suficiente legitimidad para hablar de viajes es él, una de las pocas personas del mundo que ha visitado los 193 estados reconocidos por la ONU. Su currículum impresiona: como periodista y fotógrafo ha publicado en decenas de publicaciones, ha hecho radio y ha protagonizado varias exposiciones. Hoy, más dedicado a su carrera de historiador, escribe libros como Historia de las especias (Almuzara), acabado de salir hace unos meses, pero lo que realmente sorprende es su experiencia aventurera. "Mi vida se ha enfocado a viajar", explica Hereter, que recuerda que de pequeño visitaba lugares de Catalunya cada fin de semana y en cada pueblo hacía fotografías de las iglesias que se iba encontrando: "Me di cuenta de que era mi pasión y me dediqué al periodismo de viajes", recuerda el leridano, que durante veinte años dirigió ininterrumpidamente un programa de radio, Viajar es un placer, en varias emisoras de Barcelona (Antena 3, Cadena SER, Cope), que fue la columna vertebral de su vida.
El punto inicial de su periplo mundial empezó con un encargo de los países de la antigua Unión Soviética: "Me pidieron fotografías de las nuevas Repúblicas cuando la URSS se acababa de desmembrar. Era un momento en el que todas las enciclopedias se tenían que actualizar, puesto que como mucho tenían imágenes de San Petersburgo o Moscú, y, en cambio, ni rastro de Uzbekistán, Tayikistán, Georgia o Armenia. Me dieron 3 millones de pesetas y me dijeron: «Cuando los hayas visitado todos, vuelves»", recuerda Hereter, que estuvo en diecisiete estados en ese viaje. Esta colección le aportó una idea en forma de reto personal: quería visitar todos los estados del mundo reconocidos por las Naciones Unidas –aunque solo llevaba cincuenta y había 193– antes de los 45 años. El fotoperiodista lo consiguió en junio de 2004, cuando visitó Timor Oriental pocos días antes de cumplir años.
Cuando escuchas a Hereter explicando su historia te viene una pregunta a la cabeza: por qué este afán recolector. Pero la experiencia histórica la responde por sí sola antes de formularla, solo hay que rememorar la respuesta que George Mallory daba a los medios de comunicación cada vez que le preguntaban por qué quería escalar el Everest: "Pues porque está ahí". Una filosofía parecida respecto a la aventura tiene este leridano, que no se puso ningún límite de tiempo de estancia en los lugares. "Cada país tiene los días que se merece", explica. Y te das cuenta de que tiene toda la razón cuando lo precisa: "No me puedo poner un mínimo y un máximo. Por ejemplo, no he pasado nunca ninguna noche en el Vaticano a pesar de haberlo visitado cinco o seis veces. También hay países a los que tienes que ir muchas veces porque hay mucho por ver. He estado diecinueve veces en Marruecos y siete en Tanzania, por ejemplo. También me he encontrado con que en una isla del Pacífico como Tuvalu tienes que estar tres o cuatro días porque quizás solo hay dos vuelos a la semana". Después ya vienen las experiencias gourmet, como querer asistir a algún hecho, no conseguirlo a la primera, y tener que volver, como Kenia, donde la migración de los ñus es en septiembre y quieres volver para no perderte cómo atraviesan el río.
Mientras cumplía el reto de visitar todos los estados reconocidos por la ONU, Hereter ha pasado por países en conflicto y que en ningún caso serían el destino más recomendado para pasar unas vacaciones tranquilas. A pesar de que el peligro no ha sido un acompañante constante, sí ha hecho acto de presencia, como cuando se encontró en medio de un tiroteo entre la guerrilla sandinista y el ejército de Chamorro en Nicaragua en el que murieron 45 personas. "Cuando ves fuego real te das cuenta de lo que es el peligro", explica el fotoperiodista, al que también han detenido en África por hacer fotografías, una traba que a menudo ha podido resolver con dinero. Aparte quedan las inclemencias naturales y los encuentros con animales salvajes: "Te encuentras en situaciones incómodas –dice Hereter–, como cuando una noche en el desierto de Namibia estuve solo con unas hienas. Entonces no había móviles y era un poco más complicado que ahora, pero yo he estado tres veces en la Antártida y me he sentido muy seguro".
Encontrarse a solas en un desierto, sea de arena o helado, puede llevar a un pensamiento muy habitual cuando estamos viajando: "¿Qué estoy haciendo yo aquí?" Parecería que este aventurero se tiene que haber hecho esta pregunta muchas veces pero no es así, tiene muy claro que hace esto porque le gusta y esta es su pasión. Aunque haya alguna excepción –"una vez cuando era el único blanco de miles de personas viendo un partido en la República Centroafricana", rememora–, existe un pensamiento mucho peor, cuando te das cuenta ´de que el país que estás visitando no vale la pena, ha costado mucho dinero llegar, es igual que el vecino y no aporta nada nuevo.
Hereter, al que le gusta que sus familiares, amigos y conocidos le pidan recomendaciones sobre países que vale la pena visitar, no duda ni un segundo cuando le preguntes por favoritos: "Birmania después de la dictadura militar, en 1992. Era un viaje en el tiempo, porque el país había estado absolutamente cerrado. También te diría que las islas griegas y el Nepal, que tiene un paisaje incomparable". Sobre las decepciones, cree que cada lugar tiene sus cosas interesantes, pero hay que tener cuidado con las expectativas: "Me pasó con la propia Birmania, tenía el país muy mitificado de la primera visita y cuando volví, en 2011, me llevé una gran decepción. Había cambiado demasiado".
Coleccionista de países, experiencias y anécdotas, los años y los kilómetros también le han regalado conocer a mucha gente. Hereter reconoce que el tópico que viajar te hace ser más tolerante es totalmente cierto, como también lo es que la gente es mucho más solidaria cuando está fuera de casa. Y esto que no siempre es fácil la comunicación: "En la Rusia interior, donde nadie habla inglés, te haces entender con mímica, te entiendes con un lenguaje no verbal, pero te entiendes", recuerda. Antes de acabar, claro, hay que preguntarle por la familia, que ha convivido con una media de 150 días al año con Hereter fuera de casa. "Entendieron que era mi trabajo y nunca me han puesto ningún impedimento", explica.
¿Y si Naciones Unidas aumenta la lista de estados? "No se crean muchos, no te pienses. El último es Sudán del Sur, donde espero ir el año que viene, pero tampoco me obsesiona". La epidemia de covid seguro que no ayuda, pero nadie duda de que Román Hereter hará los deberes.