Un paseo en motos de nieve por los bosques de Kiruna.Cristina Masferrer - Llums de l’àrtic
Cristina Torra
15/03/2025
6 min
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BarcelonaCada día de noche polar, cuando se levanta, Adri Sanz realiza terapia de luz durante quince minutos. "Es como una tablet que et dona la quantitat de llum que necessita el cos", detalla. Amb el cafè es pren la vitamina D, i és llavors quan ja està a punt per començar el dia. Des de fa deu anys està connectada amb la regió d'Inari, al nord de Finlàndia, i aquest és el remei que ha trobat per combatre la falta de llum de l'hivern quan no surt el sol.
Al país del costat, a Suècia, Cristina Masferrer, a mig matí, pot estar enmig d'un bosc boreal ple d'avets nevats guiant un grup de turistes catalans amb moto de neu o mostrant la cultura sami, l'últim poble indígena d'Europa. La Cristina fa cinc anys que va deixar la seva vida a Sant Hilari Sacalm per muntar una empresa turística en aquesta zona de l'Àrtic. "Em va sorprendre que és un lloc molt verge", diu.
A mesura que avança el dia i es fa fosc, Albert Fernàndez, que fa vuit anys que viu a les illes Lofoten, en Noruega, sale con el grupo que guía en busca de las auroras boreales. "De día, los paisajes que ves, con las montañas escarpadas junto al mar, te dejan sin aliento, pero cuando llega la noche el espectáculo de las luces del norte te hipnotiza", explica.
El primer contacto
Los tres se enamoraron intensamente del Ártico. Los paisajes, la luz, el silencio, la inmensidad de la naturaleza y también la cultura son lo que les ha atrapado de ese territorio tan particular, con un único ecosistema. "Mi historia con el Ártico viene de muy atrás, sobre todo movida por la naturaleza, pero un viaje a Groenlandia en el 2014 me cambió, y tras conocer a los inuits también me atrapó la parte humana", explica Adri. Por eso, cuando tuvo que hacer las prácticas de la universidad eligió Oulu, la ciudad más al norte que encontró, y año tras año regresó a la Laponia finlandesa para realizar algún voluntariado o trabajos de temporada. Por último, en 2019 se estableció todo el año en la zona y más adelante en Inari. Ahora, formada como guía de naturaleza y con estudios sobre el Ártico, está poniendo en marcha su empresa turística, Adriártico.
Cristina, en cambio, fue a hacer las temporadas invernales en el Ártico sin haber estado antes. "Con mi pareja creamos un proyecto común de excursiones para cazar auroras. Él hacía de guía y yo de fotógrafa. Enseguida fue un boom y nos posicionamos en Trip Advisor como primera empresa especializada en la caza de auroras". A los tres años, Cristina echaba de menos el catalán y creó Luces del Ártico, su propia empresa de viajes en catalán en la Laponia sueca.
El paisaje gélido de Kiruna bajo la aurora boreal.Cristina Masferrer / Llums de l’àrtic
Para Albert, descubrir las islas Lofoten fue amor a primera vista. Estresado, en 2018 pidió una excedencia en el trabajo de producción de espectáculos que realizaba en Barcelona y se plantó a trabajar en Kiruna. Un fin de semana hizo una escapada a Lofoten. "Llegué de noche, y tengo grabado a fuego lo que vi cuando me levanté: nunca había visto nada que fuera la mitad de espectacular. Volví a Kiruna para decir a mi cabeza que dejaba el trabajo y me volví a Lofoten a buscarme la vida", explica. Al cabo de un tiempo creó FgAlbert, su propia empresa de guía.
Atrapados
"Estas islas, en el Atlántico, tienen desde montañas escarpadas junto al mar hasta playas de ensueño. Concentran lo mejor del mar y la montaña en un solo espacio. Además, esta climatología extrema me encanta", dice. Las islas tienen una anomalía climatológica, ya que no existe el frío de otras regiones situadas en la misma latitud debido a la corriente del golfo de México, que no deja bajar las temperaturas a los -35 ºC o -40 ºC que pueden llegar a tener otros puntos de Laponia, pero sí tiene grandes temporales, con vientos de hasta 250 km/h. "Es parte de la vivencia: para mí un viaje perfecto a las Lofoten debe tener un día de sol y un día de auroras, y si te quedas aislado un día a causa de un temporal te llevas la experiencia redonda".
Cristina haciendo el plano más típico de Finlandia, como explica, hacer una hoguera para cocer salchichas.Adri Sanz - Adriártico
"A mí el período que más me gusta es la noche polar –explica Cristina–. Me encanta sobre todo si tenemos días sin nubes, porque el cielo toma unas tonalidades de color rosa preciosas". También le gusta ver que "en invierno la vida es en blanco (la nieve) y negro (los bosques) y en verano todo son colores". Ella también se ha quedado atrapada por su cielo nocturno: "Aquí caminas cuatro pasos y ves planetas a simple vista, por no hablar del espectáculo de las auroras. Es brutal".
A Adri lo que más le atrajo del norte de Finlandia fue el silencio y la nieve. "El primer invierno el silencio me chocó mucho. El paisaje está detenido en el tiempo y en los bosques no hay ruido. Aquí vives mucho el ciclo del año, porque cada época es muy diferente", explica. Con el paso de los años también se ha quedado atrapada por la cultura sami: "Mi pareja es sami y estoy muy involucrada. Es una cultura fascinante, muy ligada a los renos ya la naturaleza. Yo no los conocía antes de venir a Suecia y he conectado mucho, porque tienen una lucha muy dura con el gobierno sueco que me recuerda mucho a Catalunya.
Arraigados
Los tres reconocen que les ha costado relacionarse con la población local. "Al principio de vivir en Reine, Kristine, la propietaria de la tienda del pueblo, me cobraba y sólo me decía adiós. Cuando vio que llevaba unas semanas aquí, me sacó del saco de los turistas y me puso al de la población local. «Hoy hay una cena en el pueblo», me dijo. Y a partir de ahí."
A Adri le costó más, porque estuvo unos años haciendo temporada. "En parte lo entiendo, porque la gente local no deja de ver trabajadores que van y vienen y tampoco nos toman como locales reales", reconoce. Esto cambió cuando se instauró en Inari: "Solo somos 600 habitantes, pero es el centro de la cultura sami y tiene un ambiente joven que no había encontrado en estas latitudes", explica.
Desde Suecia, Cristina reconoce que todas las personas que trabajan en su equipo son de fuera y que los únicos amigos suecos vienen de la rama del turismo: "Todo el mundo dice que son muy suyos y que cuesta mucho conocer a alguien". De los pocos que conoce le sorprende "la relación tan fuerte que tienen con la naturaleza". "A la mínima que tienen tiempo libre van a por rincones aún más aislados", explica, y apunta que es una característica del norte de Suecia.
Adri relata que lo que le sigue sorprendiendo de los finlandeses es "el silencio, no sólo en la naturaleza, sino también en lugares públicos". "La gente también es muy cívica. Sienten que las cosas públicas son de todos, como los juguetes que hay en los parques o la leña de las barbacoas públicas. Nadie me lleva nada".
El paisaje de las Lofoten.@fgalbert
¿Para siempre?
Albert no sabe si se quedará en las Lofoten para siempre, pero tiene claro que si en marcha no volverá a Barcelona. "Lo que me ocurre cuando voy a Catalunya es que ya no me siento de allí, pero cuando estoy en las Lofoten tampoco me siento 100% local. Creo que es un sentimiento común entre los expados", explica.
Adri, de momento, sí quiere quedarse a vivir en Inari. "Pero a veces la vida puede sorprenderte de cualquier manera. Por ahora sólo vuelvo a Jijona de visita. «Para siempre» es mucho tiempo, ya veremos qué pasa", admite.
Cristina ha dado un paso más en su relación con el Ártico y este año se ha comprado una casa en Kiruna, porque tampoco tiene intención de volver a Catalunya. "Lo estoy arreglando, tengo un lavabo seco y una fosa séptica. Aquí cada uno se responsabiliza de sus servicios. Hace unos años me habría dado mucha pereza, pero ahora me da mucha ilusión. Y lo que tengo más ganas de hacer es pintarla. Aquí las casas se pintan de colores vivos para dar alegría al paisaje invernal. Paseo por Kiruna buscando la mejor combinación de colores para mi casita", dice entusiasmada.
Turismo sostenible
Adri, Cristina y Albert han optado por hacer turismo sostenible en un territorio tan delicado como el Ártico. Sus viajes son para pequeños grupos y cuidan todos los detalles.
"Hago viajes para un máximo de ocho personas, huyendo del turismo masificado y generando el mínimo impacto posible", dice Cristina, que, como Adri, da importancia a la cultura. "Lo ato mucho al estilo de vida en Laponia ya los orígenes samis", detalla Adri. Albert ofrece viajes tanto en invierno como en verano, algo que también se están planteando Cristina y Adri, para desestacionalizar el turismo concentrado en invierno que hay en sus zonas. "También estamos notando el cambio climático. Este invierno hemos tenido muchos días de temperaturas positivas y de lluvia", dice Adri, quien cree que también "habrá que reinventarse en esto porque dificulta las actividades con nieve".