Cada familia, un mundo

Eva y Assum: dos habitaciones propias con puertas comunicantes

Forman una familia de dos mujeres (con gato) y punto

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El Assum Guardiola y Eva Algans con su gata en casa suya en Salt

SaltAssum Guardiola (Porqueres, 1973) y Eva Algans (Figueres, 1974) no nacieron en Salt, pero viven allí desde hace años. Tampoco son nacidas en el mar, pero siempre que pueden se escapan al Port de la Selva. Una, Assum, es escritora. Ha publicado Blau (Comanegra), que fue finalista del premio Just Manuel Casero. Si lo ha conseguido es por méritos propios, pero también porque tiene aquel tipo de pareja que va tan bien a algunos escritores, los que tienden a verse como profesionales de la impostura. Quien le dice que se deje de tonterías es Eva, que actualmente ejerce de arquitecta técnico. Comparte con ella la inquietud artística: a media cena saca la Ordo virtutum, el drama litúrgico medieval de Hildegarda de Bingen. Entonces nos pondríamos a cantar, llevadas por la calma terrible de la música gregoriana, pero hemos venido a hablar de otras virtudes, otras maneras de ser humano en dual comunidad, como por ejemplo la suya.

Hay familias extensísimas, numerosas, calidoscópicas. Hay algunas formadas por dos. Un poco como la naturaleza de los mejillones y almejas que hay encima de la mesa puesta. Definición de familia bivalva (se me acaba de acudir): “Animal marino compuesto por dos caparazones complementarios que se cierran como una caja. Dentro está el tesoro vivo que se sirve abierto y que ha sentido todos los estados del mar”. Concluimos que la metáfora no funciona, pero me agradecen el intento. Las familias bivalvas son muy tolerantes.

Viven en un piso acogedor, con objetos que hablan de ellas, discretamente: un cuadro hecho por Eva (se podría llamar Círculo azul sobre madera con conchas), algunas plantas enredaderas que dicen que alguien las cuida y unos grandes ventanales que dejan pasar la luz de la cual participan: hay gente a la que sientes oscura, otra trasluce el esplendor. Pero de luces entiende el fotógrafo, que ya ha hecho su trabajo y se despide. Eva está en la cocina acabando de terminar la cena y Leia, la gata, está espatarrada en el respaldo del sofá, tan redonda que parece una almohada con cola y patas.

Assum Guardiola y Eva Algans conversan con Mar Bosch

Desafiar los tópicos

Ya sentadas en la mesa, nos explican que el altillo no estaba y que, como les hacía falta, lo crearon. Ahora tienen un pequeño estudio encima y, debajo, un cobijo para el sofá. Aquí me las imagino viendo películas y leyendo a cuerpo de rey. Es fácil proyectar paz en el nidito que se han montado. Tanta, que les querría pedir si nos adoptan una temporadita a mi marido y a mí. Con agrado haríamos de gatos-almohada sobre el sofá, no de hijos, porque sabemos que no les hacen falta. De hecho, sería un buen momento para sacar el tema. El tema hijos. Porque nos hemos marcado que esta crónica también reflejaría su opción. Pero da tanta pereza que les pregunto por el gato. Sí, por la posible trampa afectiva, el ser vivo que bien podría llenar el vacío que tienen las mujeres como ellas, egoístas y miedosas, que han optado por no tener niños. Después hablamos de los idiotas que lo piensan y los imbéciles que lo dicen, de la soberbia de ciertas inercias sociales, de preguntas que primero duelen y después dan risa, de suplantaciones emocionales. “¡Eh! La gata es muy bonita y la cuidamos con afecto –dice Assum–, pero yo tengo muy claro que no es mi hijo. Nunca jamás he tenido la necesidad de hacerme llamar mamá”. Miro a Leia, que por algo tiene nombre de princesa galáctica, y me lo ratifica al estilo del Jedi verde, escoria rebelde: “Hijos no quieren, madres no necesito”. Su sola presencia, ceremoniosa y contundente, también me lo dice: sí, los gatos que no son hijos de humanos sin hijos también son seres felices.

Gracias al gato hablamos del hecho de que la maternidad no les ha inquietado hasta ahora ni les quitará el sueño de ahora en adelante. De hecho, si hacemos una retrospectiva, podemos ver que tienen cuerda para años: han superado un largo viaje a los confines del mundo, han probado largamente las delicias del precariado, han fabricado y han sacado adelante juntas dos empresas culturales, la Factoria de Lletres i La Mecànica del Canvi. O sea que, principalmente, han subvertido los tópicos que afirman que la larga convivencia en periodos de vacaciones o compartir el mismo trabajo distancia las parejas. A ellas, los tópicos, tampoco les hacen perder el sueño. Y es así desde el día que chica conoce a chica, cuando Assum trabajaba despachando libros y Eva la invitó a comer.

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