Cuerpo y Mente

"La muerte nos provoca tanto terror que le hemos desterrado de nuestra mente"

Echemos una mirada a las cartas que Séneca escribe sobre el hecho de morir y envejecer a raíz de la nueva edición de las 'Cartas de Lucilio' del filósofo romano

'Cuerpo y mente'.
08/12/2024
3 min

BarcelonaPasan los días y los humanos vivimos como si nunca tuviésemos que morir. ¿Quién tiene ganas de pensar en la muerte, cuando la vida nos ocupa todo el tiempo? La muerte da miedo y nos crea demasiada incertidumbre. Pero es precisamente ese miedo el que la filosofía estoica nos recomienda mirar de frente. "Se niega a vivir quien se niega a morir", decía Séneca, que siempre recordaba a sus discípulos que, para no tenerle miedo a la muerte, había que tenerla siempre presente.

Gran parte de este pensamiento se encuentra en la nueva edición del libro Cómo morir. Cartas sobre la vejez y la muerte (Arpa, 2024), una selección de las Cartas de Lucilio donde Séneca habla sin tabúes sobre la inevitabilidad de la muerte, la importancia de mirarla en la cara e incluso verla como un refugio.

En esta nueva traducción se han seleccionado 22 cartas en las que Séneca se dirige a Lucili "pero también a cualquiera de sus lectores para indicarnos el camino que cree correcto", explica en la introducción el filólogo clásico y traductor de la nueva edición, Antonio Cascón Dorado.

"La muerte nos rodea por todos lados: las hojas caen de las ramas de los árboles, los animales mueren. Cada día perdemos una parte de la vida y cada día nos acercamos a la muerte" continúa Cascón, "por eso, Séneca nos propone tener la muerte siempre presente y considerarla como imprescindible para tener una vida honesta y llena".

Y, sin embargo, muy a menudo ni siquiera la muerte de los demás, la única que podemos vivir de verdad, es capaz de hacernos ver su inminencia. "El fallecimiento de un amigo o familiar nos conmueve, pero pasado la primera vez, seguimos con nuestras rutinas, como si eso sólo pudiera pasar a los demás, pero no a nosotros", reflexiona Cascón. Según Séneca, si la muerte de un familiar nos sorprende es porque hemos rechazado la posibilidad de que esto pueda ocurrir. "Nos sorprende la muerte porque no pensamos en ella; nos provoca tanto terror que le hemos desterrado de nuestra mente", dice Cascón.

Prepararse para morir

Ante esta situación, y teniendo en cuenta que una de las características esenciales del hombre es su mortalidad, “sería lógico que, desde el nacimiento, se nos preparase para este evento, y que estuviéramos, como dice Séneca , más preparados para la muerte que para la vida", prosigue el filólogo.

Una propuesta muy alejada de la realidad, porque si algo nos define a los humanos es nuestra ansia por vivir. Una pulsión que Séneca recomienda moderar: "Él dice que uno debe esforzarse en vivir bien, y no en vivir mucho tiempo", explica Cascón. "Tenemos miedo a la muerte porque nos priva de la vida, a la que tenemos un gran cariño. Sin embargo, la doctrina estoica defiende que la vida no es un bien o un mal, sino la ocasión para hacer el bien o para hacer el mal", sigue.

¿Y qué significa esto? "Según Séneca, muchos desperdician la vida y la convierten en un mal, por lo que se podría contemplar la muerte como una forma positiva, ya que supone la posibilidad de dejar de equivocarse" –reflexiona el filólogo–. "En otros casos, la muerte tarda demasiado en llegar y una vida tan larga se convierte en un mal, por lo que Séneca recomienda tener una posición equilibrada: no amar demasiado la vida ni odiarla en exceso".

En la epístola 101 el filósofo romano critica unos versos de Mecenas, el ministro de Augusto, en los que, cuando estaba enfermo, pide a los dioses que le alarguen su vida. "Séneca se rebela contra ese ansia tan común en los mortales: Mecenas prefería alargar su suplicio que morir, y Séneca se pregunta qué tipo de vivir es morir durante mucho tiempo", explica Cascón. En la epístola 93, el filósofo escribe que es la actividad del individuo el que dar valor a la vida, y no su duración. "Hay muchas personas que tienen una vida muy larga y, sin embargo, no han vivido: llenan el tiempo de su existencia sin haber hecho ninguna reflexión sobre el sentido de sus vidas", continúa.

Al final, Séneca prescribe al lector intentar vivir como si todos los días fuera el último, aprovechar cada instante al máximo y "proyectar la actividad de un único día como si fuera la vida entera", explica el filólogo. Para Séneca, vencer a la muerte tiene más mérito que vencer a Cartago, "aunque quizás no se trate de vencerla, sino de aliarse con ella", continúa. De este modo, llegará un día en el que, sabiendo que has vivido lo suficiente, podrás decirte a ti mismo: "satisfecho, espero la muerte".

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