"Viajar en bicicleta abre los corazones de las personas"
El cicloturismo se ha convertido en una opción cada vez más popular entre los viajeros que buscan nuevas formas de explorar el mundo
BarcelonaDe Catalunya a Nueva Zelanda en bicicleta a tramos, parte de Europa, Centroamérica y, ahora, Canadá y Estados Unidos. Edu y Muntsa, una pareja de Sant Hilari Sacalm, llevan seis años recorriendo el mundo en bicicleta. Desde entonces, su vida se divide como un curso escolar, pero al revés: de septiembre a mayo viajan ininterrumpidamente y de junio a agosto vuelven a Catalunya para trabajar.
Pol Tarrés, ciclista profesional, realizó su primer viaje en bicicleta en 2018. Este deportista de Cabrils había competido con la selección española de trial muchos años. “Me di cuenta de que no se podía vivir del trial cuando me salió la oportunidad de realizar un viaje cicloturístico con una marca de bicicletas y vi que de eso sí que podía vivir”, explica Tarrés.
Miren Miquel se ha lanzado a emprender una gran aventura este año: junto con un socio ha fundado una empresa de organización de viajes cicloturísticos. “Nos encanta la bici y vimos que tenía mucho potencial, las empresas que lo hacen están creciendo y nosotros creemos que hay muchas cosas que mejorar”, explica la cofundadora de N+1 Cycling Tours.
Más cicloturistas
Al preguntar a los tres sobre este tipo de turismo todos coinciden y son contundentes: "Es un tipo de turismo al alza". “En este tiempo hemos notado que en los lugares más famosos encontramos a más gente pedaleando”, considera la pareja de Sant Hilari Sacalm. “Cada vez hay más gente que quiere hacer unas vacaciones distintas y se anima a hacer bikepacking”, explica Tarrés. Así es como se conoce fuera de aquí el cicloturismo, sobre todo los viajes en los que el ciclista también lleva su equipaje en la bici. A Muntsa y Edu les gusta diferenciar cicloturista de viajero en bicicleta: “El cicloturista es esta persona que elige un lugar bonito donde hay una ruta muy marcada como las montañas del Pamir, las carreteras de Nueva Zelanda o las montañas Rocosas, en Canadá, coge un transporte para llegar y, una vez allí, hace la ruta sin tener que pensar demasiado. En cambio, el viajero es aquel que cuando termina este lugar bonito sigue pedaleando hasta llegar a otro lugar interesante y utiliza la bici para enlazar estos lugares más turísticos”, explica Edu. Y añade Muntsa: “Cuando hacemos estos enlaces no encontramos a tanta gente que viaje en bici; en cambio, sí que cada vez vemos a más cicloturistas”. En este sentido, Pol también coincide: “Sí que es verdad que hago viajes con rutas muy marcadas como lo que hice en Córcega siguiendo la ruta GT20 o encuentro a otros ciclistas, pero también me gusta coger el mapa y diseñar una ruta a países como Jordania o Marruecos, que son espectaculares, pero con pocas rutas marcadas”.
En cambio, Miren trabaja para otro tipo de público: “Nuestro cliente objetivo tiene entre 50 y 60 años, tiene un poder adquisitivo medio-alto y le gusta tenerlo todo montado para disfrutar al máximo de la ruta sin haber de preocuparse dónde dormirá ni dónde comerá”. Y añade que cree que es un turismo que va al alza porque “hasta hace unos años, el ciclismo solo se consideraba entrenamiento y competición. Ahora es una moda: hay bicicletas espectaculares, ropa chula, se hace más por ocio que por competir y se quiere disfrutar de viajar en bici”. También considera que está más extendido en Europa y, de hecho, el grupo que en octubre realizará el primer viaje largo que han organizado como empresa a Portugal, una ruta de 7 días entre Oporto y Lisboa, son un grupo de 25 clientes extranjeros.
El hecho de explorar nuevas formas de viajar también es, para la pareja de Sant Hilari, otro motivo que ha hecho crecer el cicloturismo. “Las personas siempre queremos ir más allá”, apuntan Muntsa y Edu. “Hace unos años, cuando se empezó a viajar, tomar un avión e ir a una capital europea ya era extraordinario, pero ahora esto lo hace todo el mundo”, explica Muntsa. “Ahora hay personas que quieren hacer cosas distintas y no ir a los lugares más turísticos de los países. Con la bici todavía encuentras esa esencia que se ha perdido con el turismo de masas. He probado otras formas de viajar, pero nunca me han abierto tanto las puertas como yendo en bici”, explica Edu.
Superar un reto
El hecho de marcarse un objetivo y tenerlo que cumplir o quererse superar en cada viaje también hace que sea una manera de viajar que engancha. Pol, como deportista, a menudo monta las rutas con esta idea: “Me gusta la competición y siempre intento ponerme un reto: en Japón hicimos 1.000 km en 10 días, cruzamos la isla del medio de este a oeste y volver; y en Madeira dimos la vuelta a la isla en 4 días, un reto duro porque es un lugar con mucho desnivel”, pone como ejemplos.
Miren también considera que a sus clientes les gusta superar retos: “Son amateurs, pero les gusta cumplir objetivos de kilómetros diarios o hacer tramos de rutas reconocidas, porque les gusta sentirse como los profesionales”. Por eso, uno de los objetivos de la empresa de la Miren es ofrecer viajes cicloturísticos que pasen por las zonas donde hay eventos ciclistas relevantes como el Tour de Francia, la Vuelta a España o el Giro de Italia: “Hacer uno de los puertos por dónde pasa la carrera y entonces esperar a que pasen los participantes es algo que nos han pedido los clientes”, detalla.
Velocidad de descubrimiento ideal
Lo que más gusta viajar en bicicleta es la velocidad. "Creemos que es el ritmo de visita ideal para poder moverse ni tan rápido como con el coche, que no te permite ver lo suficiente, ni tan lento como a pie, que no te permite avanzar tan rápido", explica Miren. "Nos gusta la velocidad porque tienes tiempo de ver bien los paisajes, pero tampoco es tan lento como para que se te haga eterna una recta o un territorio", considera Edu. “Es un medio de transporte que te permite ir tan despacio como quieras para conocer los lugares, la gente, la gastronomía ya la vez te permite realizar tiradas largas y distancias grandes”, añade Pol. Entre otras virtudes del cicloturismo, los viajeros consideran que es muy satisfactorio porque permite realizar turismo y deporte a la vez y porque ayuda a conectar más con la gente. “Esta amabilidad que recibes es fantástica”, explica Edu. “Como haces un esfuerzo tan grande les deja tan boquiabiertos que hace que te reciban mejor. Nosotros decimos que abramos los corazones de las personas”, detalla Muntsa. Por último, también dicen que es una forma de turismo sostenible. "Sostenible para el medio ambiente y también como turismo", puntualiza Edu, que añade que con su manera de viajar hacen que "no se suban los precios y no masifiquemos los lugares de las ciudades más turísticas porque no participamos del turismo de masas”. De todas formas, Edu y Muntsa tienen una controversia interior: “Por un lado, somos conscientes de que es mucho mejor viajar en cuanto hacerlo en avión, pero sabemos que cuanto más haya, más se perderá esta amabilidad porque se irá normalizando y ya no será algo extraordinario que sorprenderá a la gente. A veces nos da miedo que se pierda la magia”.