Cabaret Pop

Nadine y Ariane de Rothschild, la suegra y la nuera que protagonizan la batalla legal más 'pija' de Suiza

Un palacete en Ginebra y una colección de arte ha ocasionado la guerra entre estas dos mujeres: una nonagenaria contra la cabeza de esta histórica familia banquera en el país transalpino

Nadine de Rothschild y Ariane de Rothschild.
07/12/2025
5 min

BarcelonaSi todo lo que ocurre en Suiza ya nos parece por defecto pijo, imagínense cómo aumenta esta sensación si le añadimos el apellido Rothschild a la ecuación. Pues ésta es la liga que jugamos hoy. El nivel de exclusividad del tema que nos ocupa este domingo es tan elevado que incluso aparecen nombres como el de la emperatriz Sissí y el de Napoleón. De hecho, para entender bien el contexto de estos hechos, hay que imaginar que en el país más VIP del mundo, hay una sala VIP, que dentro tiene una sala VIP, donde en el interior hay una sala aún más pequeña y, por tanto, aún más VIP. Es allí donde ocurre todo lo que viene a continuación. Quizá por eso, a pesar de ser tan relevantes, prácticamente no conocemos a los personajes de esta tragicomedia.

Las protagonistas de la historia son Nadine de Rothschild y Ariane de Rothschild, dos mujeres que ostentan este apellido mundialmente famoso pero que en realidad ninguna de las dos lo lleva de nacimiento, ya que ambas se convirtieron en miembros de la mítica alcurnia banquera porque se casaron con miembros de la misma. La primera es una señora que con 93 años ha decidido pasar a la historia para ocupar a todos los titulares que haga falta para salirse con la suya. La segunda es la nuera de ésta y, a pesar de su voluntad de pasar desapercibida, ha acabado convertida en material comestible de la jet set global porque está dispuesta a defender sus derechos cueste lo que cueste, como es lógico.

14 'casas'

Nadine, nacida en una familia obrera del norte de Francia, aterrizó en la familia Rothschild después de haberse marchado a París a probar suerte como actriz pero haber terminado haciendo más suerte con su matrimonio: con Edmond Adolphe de Rothschild, el único hijo del barón Maurice de Rothschild. Nadine, nacida en 1932 y bautizada durante sus años parisinos como "la fiebre del oro" por parte de su compañero de profesión el actor Darry Cowl, se casó a 27 años con Edmond de Rothschild y empezó entonces una vida absolutamente fastuosa que transcurría en las 1.3. Las utilizaban para vivir y también para realizar contactos, ya que las fiestas que ella organizaba contaban con grandes celebridades de la época como Audrey Hepburn, Maria Callas o miembros de otras grandes dinastías como los Kennedy.

Aquella hija de un comunista francés acabó siendo el ama del château de Pregny, junto al lago Leman, en la ciudad suiza de Ginebra. Es allí donde décadas atrás los Rothschild recibieron la emperatriz Sissí el día antes de que fuera asesinada y donde ella escribió los libros de buenos modales y de protocolo que le han servido para que los medios se refieran todavía a día de hoy como escritora. También en este palacete enebrino de 1.120 metros construidos y 177.000 de parcela se albergaba una gran colección de arte que presuntamente todavía está ahí.

¿Hijo o heredero?

Nadine tuvo sólo un hijo, Benjamin de Rothschild, quien siempre mantuvo una relación muy distante con su madre. De hecho, según recogen varios medios, él había explicado públicamente en alguna ocasión que más que un hijo su madre había engendrado sólo un heredero. Benjamin, hijo único como lo había sido su padre, se casó en 1999 con la financiera Ariane Langner, actualmente Ariane de Rothschild, con la que tuvo cuatro hijas. Cuatro limpias para Nadine, que en una ocasión fue acusada por su hijo de no saber ni cómo se llamaban.

Benjamin de Rothschild con su esposa, Ariane

Los problemas entre estas dos mujeres han comenzado con la muerte de sus respectivos Rotschilds. Edmond, el padre, murió en 1997 dejando atrás una enorme fortuna –que la fuente menos generosa cuantifica en 1.000 millones de euros– que incluía una gran colección de arte, parte de la cual el difunto cedía explícitamente a Nadine. Como tenía un único hijo que era quien debía heredarlo todo, ella no la reclamó y eso ha sido el origen de todos los males cuando con la edad ha cambiado de idea.

Boicot financiero

Al quedar viuda dejó a Pregny atrás para trasladarse a una propiedad adyacente y así dejar instalarse en ella a su hijo ya su joven. A pesar de ese gesto que parecía de generosidad, la relación entre madre e hijo no dejó de enfriarse una vez que el padre no estaba. Tanto que, pese a ser vecinos, sólo se visitaban si existía invitación formal. Esto acabó degenerando hasta tal punto que Nadine, según ha trascendido a la prensa, decidió llevarse a un banco de la competencia su fortuna personal, valorada en más de 170 millones de euros.

La familia que un día estuvo unida

Aquello, que ocurrió cuando Nadine tenía 82 años, supuso un punto de no retorno. A los pocos años, en 2021, Benjamin moriría de un infarto a 57 años. Su madre no iría al entierro alegando que le habían avisado sólo dos horas antes, algo que otros fondos desmienten diciendo que en realidad no acudió porque no le dejaron decidir cómo debía ser el sepelio. Tras la muerte de su hijo, Nadine reclamó las obras que había heredado pero no inscrito, tal y como señalan varios medios. Para ello solicitó un inventario que no se le hubiera concedido. Entonces demandó a su joven, Ariane, a pesar de que las propietarias de todo eran ya sus cuatro nietas. Quizás si no sabía cómo se llamaban, no podía demandarlas...

Batalla judicial

En cualquier caso, la justicia le dio la razón y, a continuación, creó una fundación para cobijarlo estas obras y exponerlas en un museo en la ciudad de Ginebra. Después de que Ariane –cuando ya era directora del grupo financiero de su difunto marido– la demandara para utilizar el nombre de Rothschild en la fundación pero volviera a perder, la suegra iracunda fue por la tercera demanda, esta vez contra sus nietas. Aquí no dio suerte y la justicia suiza determinó que estas cuatro jóvenes eras las propietarias de las obras así como de la mansión de Pregny donde estaban guardadas. Tal y como se ha publicado, el hecho de que el testamento del difunto marido de Nadine fuera ambiguo imposibilitaba a la justicia hacer un reparto y, desde entonces, las obras siguen juntas dentro de aquella propiedad, construida con elold money que los Rothschld habían ganado financiando las guerras napoleónicas.

Como no se salió a las malas, la nonagenaria se puso el vestido de abuela cariñosa y convocó a sus cuatro nietas a una merienda –que debía ser confidencial– este verano. Tras un primer encuentro agradable, les pidió cita para una segunda en la que, para seguir la tradición, volvió a ir el Rolls Royce para pedrisco. Nadine les habría dicho que quería abrir un museo –en el pabellón adyacente que había ocupado al irse de Pregny– dedicado a Sissí donde quería exponer las obras. Esto lo explicó ella misma en el medio suizo El ilustré, donde añadió que si no lo conseguía daría todas estas obras a un museo de Israel. Cerró su aparición mediática diciendo que quiere dejarlo todo resuelto en vida pero que, por si acaso no le diera tiempo, ya está todo preparado para que su voluntad se haga firme esté ella en este mundo o en otro. No se puede descartar que Nadine sea, de una u otra forma, la Rothschild más longeva de todos los tiempos.

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