"Fue un verano memorable, posiblemente porque sabía que sólo me estaría un año"
El verano que el chef Rafa Peña vivió en Estocolmo apenas dormía, pero ha sido uno de los más especiales
Barcelona"Los mejores veranos de mi vida fueron hasta los 18 años", recuerda Rafa Peña, copropietario del restaurante Gresca y el bar Torpedo. Hasta entonces estaba prácticamente todo el verano, desde finales de junio y hasta septiembre, en el camping en Camprodon, donde siempre tenían instalada la caravana. Iban todo el año, pero el verano era el momento álgido. "Éramos una veintena de niños, después adolescentes, medio salvajes, que nos lo pasábamos en grande, todo el día jugando".
A partir de la mayoría de edad, el padre le advirtió de que no le daría ni un duro. Éste fue el punto de inflexión para empezar a trabajar, sobre todo en verano, en un oficio como el de la restauración, especialmente intenso en los meses de vacaciones.
Tras los veranos en Camprodon, da un salto en el tiempo y se planta en verano del 2001. Vivía en Estocolmo, y ayudaba a Johan Jureskog a arrancar su restaurante Rolfs Kök. Se habían conocido el año anterior, en el que fueron compañeros de piso, cuando Rafa hacía un stage en el Restaurante Palais Royal de París. Siguen siendo amigos, hace poco estuvo en la fiesta de cumpleaños de sus 50 años.
De ese verano se queda con las horas inagotables de Suecia: "Fue memorable, divertidísimo, posiblemente porque sabía que solo me estaría un año, de octubre a octubre". En los países nórdicos, los inviernos son muy duros y en verano aprovechan tanto como pueden su infinidad de horas de luz. Dejan de habitar los espacios de interior, todo el mundo despierta y viven una especie de primavera eterna. Añoran tanto el sol, que tienen infinidad de propuestas de todo tipo al aire libre, en parques y jardines, con conciertos, fiestas, discotecas, se bañan en la playa, en los lagos…
Admite que era muy agradecido, nada que ver con los veranos tórridos de Barcelona. En Estocolmo, rondan siempre los 22 grados. "Además, tienen una perspectiva de la vida distinta a la nuestra. Nosotros somos más mediterráneos, más calmados". Empezaban a trabajar por la mañana y pasaban la medianoche pasada, pero salían cada día: "Éramos jóvenes, dormíamos poquísimo. En general, los cocineros vivimos muy de noche, aunque ahora ha cambiado, ha bajado esta intensidad".
Las vacaciones ideales de ahora son distintas: intenta pasar el mayor tiempo posible con los hijos y la pareja, y sobre todo no tener que trabajar. El resto del año hacen escapadas, pero en verano evitan los aviones, para ahorrarse el caos habitual de los aeropuertos: "Nunca hacemos un gran viaje, optamos por llegar en coche a ver otros lugares y estar tranquilos. Son unas vacaciones más de detener el ritmo, de estar y estar".