Los Windsor no remontan: peleas entre hermanos y nuevas bajas de salud en la familia real británica
Carlos III sigue en guerra contra el príncipe Andrés por haberle echado del Royal Lodge y la reina Camila ha cancelado de lleno su agenda oficial por enfermedad
BarcelonaQue la reina Isabel II concentraba toda la virtud de los Windsor ha quedado más claro que nunca ahora que hemos tenido tiempo de constatar que desde que ella falta no nos ha llegado ni media buena noticia de esa familia. De ella, que murió con 96 años en septiembre de hace ya dos años, no tuvimos constancia de prácticamente ninguna enfermedad, y eso que sufrió cáncer de huesos hasta su muerte, tal y como filtró recientemente Boris Johnson. De hecho, la orientación al trabajo de la difunta reina era tanta que antes de morir tuvo tiempo incluso de recibir en el castillo de Balmoral a la efímera Liz Truss –su decimoquinta jefa de gobierno–, a la que proclamó por al cargo un día y pico antes de rebasar.
Contrariamente al curriculum vitae de la añorada reina, su familia –la directa y la política– no han hecho más que regalar problemas de todo tipo a la opinión pública desde que el main job de la familia llegó a sus manos. Con sólo dos años sin Isabel II al frente de la institución, los Windsor nos han ofrecido bajas laborales de todo tipo, malas gestiones comunicativas de esas bajas que quedarán para la historia, peleas internas entre todos ellos y rumores de toda clase Ahora, sin embargo, lejos de terminar esta mala racha, el nuevo curso les ha vuelto a traer la mala suerte a las puertas. de palacio. La reina Camila, la única que había medio aguantado el peso de la Corona en los últimos tiempos, en los que el rey Carlos III y Kate Middleton han sido apartados de los foco mientras se trataban el cáncer, también se ha puesto enferma.
Según se supo esta semana, la duquesa de Cornualles quedó fuera de juego por una infección en el pecho. "Su majestad se encuentra actualmente indispuesta a causa de una infección en el pecho", decía un comunicado oficial que, evidentemente, hizo correr mucha tinta en Reino Unido por la larga mala racha de salud de sus royals."Los médicos le han recomendado un breve período de descanso. Por eso, con gran pesar, su majestad ha tenido que cancelar sus compromisos de esta semana, pero tiene muchas esperanzas puestas en recuperarse a tiempo para asistir a los actos conmemorativos del Día del Recuerdo", añade el comunicado, que señala este emblemático evento de la agenda anual de la familia real británica.
Según ha trascendido, la reina consorte, de 77 años, se encontraría actualmente recuperándose de ese percance de salud en Ray Mill House, una casa donde han hecho vida ella y el rey en Wiltshire, un condado en el sur de Inglaterra, junto a Bristol. Tal y como publica la prensa inglesa, la mujer de Carlos III pide "disculpas a todos aquellos que se puedan sentir incómodos o decepcionados como a resultado" de su enfermedad, que le ha impedido asistir a los eventos que tenía previstos. La noticia de su poca salud ha generado tanto debate que incluso el prime ministro, Keir Starmer, le deseó a través de Twitter una "rápida recuperación".
La 'sustituta' real
Pero quizás lo que más dudas ha causado sobre si Camila se recuperará rápidamente o no es la activación de la duquesa de Gloucester, que ha ejercido de sustituta de Camila en un acto de esta semana en la abadía de Westminster y que podría hacerlo en otros. La sucedania de la reina es Brigitte de Gloucester, esposa del príncipe Ricardo, segundo hijo de Enrique de Gloucester y, por tanto, limpio del rey Jorge V. Nacida en Dinamarca, hizo carrera diplomática y fue cuando la destinaron a Londres que conoció a su marido, primo de la difunta reina Isabel II. matrimonio ha trabajado a tiempo completo para la familia real británica. ¿Deben llevar un busca por si deben hacer alguna sustitución exprés?
Si ya eran de plena confianza para Isabel II, esta confianza ha llegado también a los actuales monarcas. Tanto es así que el rey Carlos III la nombró a ella. recientemente miembro de la orden de la Garretera, el más alto reconocimiento que da la Corona británica a sus más fieles cooperantes. Gloucester recuerda una versión aristocrática de lo que hace –supuestamente...– Melania Trump cuando no quiere ir a un sitio y envía su doble, al ser una monarquía, envían esta súbdita. premium.
Batalla entre hermanos (y sin fin)
Y si la salud de los Windsor pasa por un mal momento, tampoco es por echar cohetes el estado del amor que se profesan entre sí. Y no, en este caso no estamos hablando de Guillem y Enric. Lo que ahora está de actualidad es el enfrentamiento endémico que mantienen el rey Carlos y su hermano Andrés, que se resiste a toda costa a caer en el ostracismo absoluto que el rey cree que se merece. Si bien es cierto que a raíz de su aparición estelar en el caso del pedófilo Jeffrey Epstein –en el que evitó pasar por un juicio penal en EE.UU. gracias a que pagó una jugosa indemnización a la menor con la que se habría puesto en la cama–, Andrés ya desapareció de la vida pública oficial de la Corona y perdió la financiación de su seguridad privada, el segundo hijo varón de Isabel II aún conservaba dos importantes privilegios: un generoso salario de parte del rey y la potestad de vivir en el Royal Lodge.
Este palacio, de 30 habitaciones y situado dentro de los inmensos jardines del Castillo de Windsor, es la casa donde aún vive junto a su exmujer, Sarah Ferguson. Sin embargo, desde que no le sostiene la cariñosa mano de su madre la posibilidad de que acabe empadronado en un lugar mucho más modesto es más que probable. Desde que Carlos III fue proclamado, el monarca lucha por deshacer el contrato para 75 años que Andrés y la reina Isabel II firmaron a escondidas para que el príncipe pedófilo pudiera vivir allí hasta el final de sus días. El motivo es que esta residencia tan destacada del catálogo de viviendas reales le presupone unos honores que –con buen criterio– Carlos considera que Andreu no se merece. Es por este motivo que lleva dos años intentando desahuciarlo por llevarlo a alguna vivienda real más modesta. Sin embargo, aún no lo ha conseguido.
Como si fuera la Unión Europea en su escalada de sanciones contra Rusia, Carlos III ha ido dando pasos para acorralar a su hermano desde el primer día. Ahora ha pulsado un nuevo botón muy relevante: cortarle la asignación privada que recibía de la Corona. La decisión llega después de que este verano le eliminara ya la seguridad privada que él le pagaba desde que había perdido la que le proporcionaba el estado. Con la retirada de la pagueta anual de 1,2 millones de euros, Carlos pretende ahogar a su hermano, que para seguir viviendo allí sin terminar congelado este invierno necesita unos importantes ingresos que ahora ya no tiene. De hecho, también necesita el dinero para cumplir el contrato que firmó para vivir en él, que le obliga a mantener el edificio en perfectas condiciones. Por ejemplo, entre otros muchos requisitos, pintándolo con dos capas de pintura entero cada cinco años. Se entiende que si no lo hace, Carlos podría finalmente echarle fuera alegando incumplimiento de contrato. A pesar de todas estas maniobras, Andreu parece estar dispuesto a quedarse. Quizás más que una casa, el Royal Lodge acabará siendo una tumba: la de su relación de hermanos. O la de Andreu si no consigue dinero para pagar la...