Baño de sangre en Sudán después de la caída de Darfur a manos de los rebeldes
La ONU y ONGs denuncian atrocidades de los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido, incluyendo la ejecución de al menos 460 pacientes de un hospital
BarcelonaDespués de 17 meses de un asedio feroz, el lunes los paramilitares sudaneses de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FSR) tomaron el control de la ciudad de Al Fashir, la capital de la región de Darfur, y ahora ya controlan buena parte del sur y el oeste del país africano. A su entrada en la ciudad le han seguido múltiples atrocidades contra la población civil, según han denunciado las Naciones Unidas. Sudán es el escenario de una de las peores crisis humanas del mundo desde el 2023, cuando estalló una brutal guerra civil entre el ejército nacional y las FSR, una milicia que estaba adscrita a las fuerzas armadas.
La caída de Al Fashir se dio a conocer a través de un comunicado de Abdel Fattah al Burhan, líder del ejército y hombre fuerte del país. En el texto, Al Burhan anunciaba la retirada de sus tropas de una base militar cercana a la ciudad, una decisión que justificó con el deseo de poner fin a la "destrucción y asesinato sistemático de los civiles" de Al Fashir por parte de las FSR. Se calcula que, durante el sitio, en la capital de Darfur había atrapadas más de 250.000 personas.
Desde la entrada en la ciudad de las unidades paramilitares, se han ido acumulando las pruebas de todo tipo de atrocidades contra la población civil, así como las denuncias de ONGs e instituciones internacionales. La Comisión de la ONU para los Derechos Humanos ha acusado a la milicia de haber llevado a cabo "ejecuciones sumarias" con motivaciones étnicas en ataques deliberados contra los civiles que intentaban huir de la ciudad. El ejército sudanés ha estimado en unas 2.000 personas a las víctimas mortales de la represión en Al Fashir de los últimos tres días.
Ni siquiera los sectores más vulnerables se han ahorrado las exacciones, que han incluido agresiones sexuales contra mujeres y niñas, un mal endémico en este conflicto, así como ataques contra hospitales y clínicas. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud ha denunciado este miércoles el asesinato de al menos 460 pacientes del Hospital Matern Saudita de Al Fashir y de sus acompañantes.
Más de 400.000 muertes y crímenes de guerra en ambos bandos
Desde el inicio de la guerra civil, se calcula que ya han muerto más de 400.000 personas y ambos bandos han sido acusados de cometer crímenes de guerra. El estallido violento fue tan fuerte que la cifra de refugiados y desplazados internos asciende a 12 millones de personas, mientras que hasta 30 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en un país de unos 50 millones de habitantes.
La raíz del conflicto actual está en la lucha por el poder entre los dos principales generales del ejército sudanés, Al Burhan y Mohamed Hamdan Dagalo, más conocido como Hemedti, jefe de las FSR. Ambos uniformados se aliaron para frenar la democratización del país y colaboraron estrechamente en el golpe de estado del 2021. De esta forma se ponía fin al proceso de transición iniciado tras la caída del dictador Omar al-Bashir en 2019 fruto de una fuerte ola de movilizaciones populares.
Sin embargo, una vez consolidado el poder en manos del ejército, aparecieron las divergencias entre los dos generales. En concreto, Al Burhan quería disolver las FSR, que se estaban convirtiendo en una especie de "estado dentro del estado". Este proyecto representaba una seria amenaza para Hemedti, puesto que le habría desprovisto de su base de poder. Por eso, antes de que se iniciara el proceso de disolución, se declaró en rebelión.
Un gobierno paralelo al sur
La conquista de Darfur atesora un gran valor simbólico para las FSR, puesto que es en esta región donde nacieron hace más de dos décadas para reprimir una revuelta local. Entonces, la milicia era conocida como Janjaweed, y fue acusada de genocidio. En un país tan diverso ya la vez tan centralizado como Sudán, las FSR han explotado tensiones étnicas como las que existen en Darfur, así como los sentimientos de marginación de algunas regiones para establecer alianzas con actores y tribus locales.
En los primeros dos años de conflicto, el objetivo de Hemedti fue tomar el control de la capital, Jartum, que se convirtió en el escenario de los combates más encarnizados. Sin embargo, en el mes de abril el ejército logró expulsar a las FSR del centro del país, y entonces los paramilitares optaron por concentrarse en ampliar la zona bajo su control al sur y al oeste del país. Hace dos meses Hemedti anunció la creación de un gobierno sudanés paralelo con base en el sur, lo que hace temer a una particiónde factode Sudán en dos partes.
Este miércoles Hemedti ha querido disipar los temores de una división del país: "La liberación de Al Fashir no es un paso hacia la separación, sino hacia la unidad de Sudán", ha dicho en un mensaje en vídeo.
La comunidad internacional, incluidos los países de la región, ha reaccionado emitiendo duros comunicados de condena por las matanzas. "El problema no es sólo la lucha entre el ejército y las FSR, sino la creciente interferencia extranjera, que mina las opciones de un alto el fuego y una solución política", ha declarado el secretario general de la ONU, António Guterres, en una velada referencia a Emiratos Árabes Unidos, el principal aliado de las FSR.