África

Francia se retira de Malí y así es como Europa se resentirá

Las tropas francesas se instalarán en Níger para seguir con la operación Barkhane

Soldats franceses en Malí
Jaume Portell
21/08/2022
4 min

Barcelona“No olvido que cuando Francia fue atacada (...), ¿quién vino? ¡Fue Malí! Hoy estamos pagando nuestra deuda”. El 2 de febrero de 2013, ante una multitud que le daba las gracias, el presidente francés François Hollande vivió un de sus momentos más álgidos en política internacional: París había parado el avance de los yihadistas hacia Bamako, la capital de Malí. En Tombouctou, la mítica ciudad vinculada a la cultura, la música y los libros, Hollande recordó como los africanos habían contribuido a la liberación de Francia durante la II Guerra Mundial. Más tarde, él añadió que se trataba, probablemente, del “día más importante de su vida política”. Los malienses que le daban la bienvenida agitaban banderas francesas.

En aquel momento, pocos habrían imaginado el desenlace que ha tenido lugar esta semana, más de nueve años después: el pasado 15 de agosto, las últimas tropas francesas abandonaron Malí después de una intervención de una década que no ha resuelto el problema inicial: en Malí sigue habiendo yihadistas.

Los últimos meses, los enfrentamientos verbales entre el Elíseo y la junta militar que gobierna este país de África occidental han sido constantes, hasta el punto que el país africano expulsó al embajador francés en febrero y acabó rechazando la presencia de tropas francesas en su territorio.

Interés energético

La salida de Malí ha sido difícil de asumir para Francia, que sigue muy presente en sus excolonias africanas gracias al franco CFA –moneda utilizada por 14 países– y una decena de bases militares. Durante la precampaña de las elecciones presidenciales, candidatos como Marine Le Pen o Éric Zemmour consideraron una humillación que Malí expulsara al embajador francés de su territorio, teniendo en cuenta que sus soldados se habían sacrificado para combatir a los yihadistas. Después de la salida de Malí, un contingente de soldados franceses se instalará en el Níger, el país vecino al este. Desde allá, Francia asegura que seguirá con la operación Barkhane para derrotar los grupos yihadistas en El Sahel.

Tanto Francia como Europa tienen intereses en la región que van más allá del combate antiterrorista. Francia, que quiere construir seis reactores nucleares con vistas a la transición energética, necesita garantizar el suministro de uranio para hacerlos funcionar. Este elemento se encuentra en 16 países, y en el Níger está el 4% de las reservas. Desde la independencia, la empresa con capital público francés Areva ha explotado los yacimientos de uranio nigerianos, con pocos beneficios para la población local. Níger, de hecho, sigue siendo uno de los países más pobres del mundo. Además, tanto en París como Berlín y media Europa tienen urgencia para asegurar su suministro energético: Francia ha pasado de ser un exportador de energía a ser un importador, después de haber tenido que cerrar parte de sus reactores nucleares para repararlos. Alemania ha demostrado que el acceso a la energía barata es uno de los ingredientes cruciales para mantener vive su superávit comercial. Tanto el presidente francés, Emmanuel Macron, como el canciller alemán, Olaf Scholz, han visitado el continente desde el inicio de la guerra en Ucrania.  

La solución que busca Europa tendrá que venir de África, sea a través del gasoducto transahariano o de las ventas de gas natural licuado que vengan de Senegal. Los dos proyectos se vinculan al control migratorio en África occidental. El proyecto de gasoducto que tendría que llevar el gas nigeriano hasta Europa, atravesando Níger y Argelia, que tienen seis veces más reservas de gas que Noruega, el país europeo que tiene más. El proyecto será clave para el suministro energético del continente, pero requerirá un aumento de la seguridad en la zona. Hasta ahora, este ha sido el principal impedimento a la hora de garantizar su construcción: la falta de estabilidad política. El boicot en las infraestructuras, de hecho, podría ser un nuevo negocio para los grupos armados, que también añadirían el secuestro de operarios del gasoducto en su lista de acciones. Escenarios de este tipo, de hecho, ya se han dado con el petróleo tanto en Argelia con grupos islamistas como Nigeria con los insurgentes en el delta del río Níger. Además, y en el ámbito europeo, no se tiene que olvidar que hay otros puntos relevantes, como el control migratorio en una zona clave en cuanto a las rutas migratorias que intentan llegar al Viejo Continente.

Pekín siempre gana

Con una política exterior discreta, China ha conseguido recientemente una gran victoria en Malí. El país dispone de 700.000 toneladas de litio, y la principal mina del país está en Goulamina, en el sur de Bamako. Los accionistas de esta mina serán una empresa australiana y Ganfeng Lithium, uno de los grandes productores de litio del mundo y el más importante de China. El litio es uno de los elementos clave para hacer las baterías del coche eléctrico: la mayoría de los productores de baterías están en Asia. Acceder al litio y las baterías será uno de los cuellos de botella en la producción de vehículos eléctricos y gracias a Ganfeng Lithium China es uno de los grandes ganadores en la región. Si la explotación de oro en Malí tradicionalmente ha estado en manos de empresas norteamericanas y australianas, ahora el litio fluirá hacia Pekín.

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