A muchos también les pesa la presencia occidental en su país por "garantizar el orden y la estabilidad". Un estudio publicado por LASPAD , donde se analiza la percepción de la seguridad en Níger en 2022, advertía que el 90% de la población nigerina no quería que su país se convirtiera en un laboratorio “de operaciones de mantenimiento de la paz de funcionarios internacionales que en ningún caso venían para proteger a la población sino que aumentaban la inseguridad en el país”. Pero el país, gracias al buen entendimiento de Bazoum con sus aliados occidentales, se convirtió poco a poco en un territorio receptor de fuerzas internacionales en contra de la voluntad de su población. A diferencia de Mali del 2013, que pidió la ayuda francesa para frenar el avance de Al Qaeda, una intervención extranjera en Níger no contaría ahora con el apoyo del actual gobierno militar ni con el de la propia sociedad .
¿Guerra Fría en África? Rusia se consolida como socio de confianza en el Sahel
El golpe de estado en Níger supone un choque geopolítico en el continente y debilita la posición occidental frente a Moscú
Bobo-Dioulasso (Burkina Faso)"Estamos ante una nueva guerra fría en el Sahel, que se ha convertido en el nuevo laboratorio geopolítico de Europa", afirma Beatriz Mesa, investigadora y profesora de la Universidad Gaston Berger. El golpe de estado en Níger ha movido las piezas del juego en la esfera internacional y geopolítica. Dos blogs se han pronunciado y posicionado.
Por un lado, la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO), que fijó un ultimátum al nuevo jefe de estado nigerino, el general Abdourahamane Tchiani, para “liberar de inmediato” al presidente derribado, Mohamed Bazoum, en el plazo de una semana. En caso contrario, la CEDEAO no excluye recurrir a la fuerza. Rápidamente, tanto la Unión Europea, como Estados Unidos, y especialmente Francia, apoyaron la advertencia de la CEDEAO. Por otro lado, el primer ministro maliense, el coronel Abdoulaye Maïga, leyó un comunicado en televisión en el que advertía a la CEDEAO que cualquier intervención militar en Níger para restablecer el presidente Bazoum sería considerada “como una declaración de guerra” tanto en Burkina Faso como en Malí. En otro comunicado, Guinea también se sumaba. Los cuatro países han mostrado recientemente su acercamiento a Moscú.
"Los países del Sahel se están posicionando a favor o en contra de Rusia o de Francia", resume Mesa. Para Francia, asegura, supone un peligro perder su influencia en Níger, ya que depende del uranio que importa del país africano. De rebote, la influencia occidental, a la baja en los últimos años, también se resiente. Para Vladimir Putin, sin embargo, es una oportunidad. "Rusia está expandiendo sus tentáculos en el Sahel y busca influencia", recuerda Mesa. Ya son una imagen habitual las celebraciones de grupos de jóvenes ondeando banderas rusas después de un golpe de estado en África occidental. Por el contrario, queman las banderas africanas.
Hay que tener algo claro: estas estampas remiten más a la emancipación africana y al auge del sentimiento anticolonial, reforzado por las nuevas juntas militares, que a la demanda de una intervención militar rusa en su territorio. Dicho de otro modo, pesa más el movimiento antifrancés –y, por tanto, anticolonial– que la simpatía hacia Moscú, al que ven, eso sí, como una opción por descubrir.
Rusia se presenta en el Sahel como una alternativa al sistema de seguridad propuesto por Francia en el 2013, cuando Mali pidió su intervención para frenar el terrorismo yihadista. Así, a cambio de apoyo armamentístico y militar, el Kremlin busca nuevos aliados internacionales fuera del bloque occidental que le apoyen en su intervención en Ucrania y no quedar aislado.
Además, el Sahel es una región prioritaria en materia de seguridad para la Unión Europea, que en 2020 impulsó la “Coalición por el Sahel” con el objetivo de “defender los Estados del G5 Sahel y detener la expansión del terrorismo”. Controlar la región es una forma de desestabilizar Europa lejos de sus fronteras.
"Rusia es un arma para deshacernos del enemigo"
“Ahora tenemos las redes sociales y el permiso de los gobiernos para poder hablar abiertamente; antes, si hablabas mal de Francia podían encerrarte en prisión”, explica un joven maliense residente en Burkina Faso. Ahora, el presidente burkinés, Ibrahim Traoré, realiza discursos anticoloniales en San Petersburgo durante la II Cumbre Rusia-África y Malí tiene más de 1.000 efectivos de Wagner desplegados en el territorio.
El cambio de paradigma es palpable, también en la calle. Más allá de las banderas francesas quemadas en manifestaciones, el mismo chico explica una anécdota bastante significativa. “Durante las vacaciones de verano fui con un grupo de estudiantes de Bamako a Tombuctú en barco. Allí había un grupo de turistas franceses y empezamos a discutir. Los estudiantes decíamos que ellos habían maltratado a nuestros antepasados y los turistas se defendían diciendo que ya no estábamos en la época de la colonización”. Y sigue: “Yo no soy antifrancés, pero sí estoy en contra de la política francesa. Ahora, Rusia es como un arma que tenemos disponible para deshacernos del enemigo”.