El golpe de estado en Níger pone en riesgo las centrales nucleares francesas
El uranio del país africano es clave para que los franceses tengan suministro eléctrico
Bobo-Dioulasso (Burkina Faso)El golpe de estado en Níger, liderado por el general Abdourahamane Tchiani, jefe de la guardia presidencial del presidente expulsado, Mohamed Bazoum, ha inquietado al presidente francés, Emmanuel Macron, que convocó un Consejo de Seguridad de urgencia un sábado a las tres de la tarde. Un horario poco habitual, si no fuera porque Francia necesita el uranio de Níger para hacer funcionar las centrales nucleares que suministran electricidad a todo el país. “No toleraremos ningún ataque contra Francia y sus intereses en Níger”, afirmaba Macron desde el Elíseo. Francia es la principal potencia energética nuclear en Europa y la segunda del mundo, después de Estados Unidos. De hecho, más de la mitad de la producción –un 64,67% del total de su electricidad– procede de la energía atómica, según datos de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA).
El uranio es el principal combustible de los reactores nucleares. Níger es el cuarto país del mundo con más reservas de uranio en su suelo. Sin embargo, su producción ha disminuido casi la mitad desde 2013, cuando producía 4.518 toneladas anuales, hasta 2022, cuando extrajo 2.020 toneladas, según datos de la World Nuclear Association (WNA). La mina de Arlit, en la región de Agadez, una de las más grandes del país, es explotada por la empresa público-privada francesa Orano, de la que el estado francés tiene el 45% del capital. Otra mina, la de Imouraren, también interesa especialmente a París, que piensa en futuro. Francia necesita 8.000 toneladas de uranio para alimentar sus centrales nucleares. La de Imouraren tiene capacidad para producir 5.000 toneladas anuales durante 43 años, pero desde 2015 se encuentra parada esperando "un contexto más favorable”. Con el control de Imouraren, el gobierno francés podría satisfacer más del 50% de su demanda.
En 2001, Francia cerró su última mina de uranio. Desde entonces, depende de la importación del 100% de ese material indispensable para la creación del 70% de la electricidad que hace funcionar el país. En 2020, un tercio del uranio importado por Francia (34,7%) provenía de Níger; Kazajistán representaba un 28,9% y Uzbekistán un 26,5%, según el Comité Técnico de Euratom (la agencia de la Comunidad Europea de la Energía Atómica).
El último aliado en el Sahel
Sin embargo, el interés francés y occidental en mantener controlado a Níger va más allá del vínculo económico y de abastecimiento de uranio. Este país saheliano representa el último gran aliado occidental en la región, después de que las juntas militares de Mali y de Burkina Faso hayan expulsado a la política francesa de sus países y se hayan aproximado a Rusia. Una dinámica que se repite en otros lugares de África. Níger había sido hasta ahora el país donde se recluían estos militares, y donde Francia seguía operando en buena sintonía con el gobierno.
Por ello, las reacciones internacionales al golpe de estado en Níger han sido mucho más agresivas. Mientras que los tres países de África Occidental víctimas de un levantamiento similar –Malí, Burkina Faso y Guinea–, quedaron formalmente suspendidos de la CEDEAO (Comunidad Económica de los Estados de África Occidental), en el caso de Níger han dado una semana a los golpistas para “restaurar el orden constitucional”. De lo contrario, la CEDEAO asegura que no descarta utilizar la "fuerza".
La mano de Putin
A las dudas sobre las decisiones que se tomarán en Níger y cuál será la evolución del golpe de estado liderado por Tchiani también se suma la injerencia rusa, que gana popularidad en el Sahel en contra de Occidente. Ya es habitual ver a manifestantes ondeando banderas rusas y quemando banderas francesas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que Moscú es el sexto productor mundial de uranio, por delante de Níger, y un país clave en la cadena de suministros a las centrales nucleares europeas, a pesar de las limitaciones por la invasión de Ucrania.
Y todo ello contrasta con la situación que deben de vivir los habitantes de Níger. Aunque el país es clave en el suministro eléctrico en Europa, según el Banco Mundial, solo un 18,6% de la población nigerina tiene acceso a la electricidad. Francia ya ha suspendido la ayuda al desarrollo y apoyo presupuestario a Níger hasta el “retorno del orden constitucional”.