Alemania, entre el giro a la izquierda y la continuidad conservadora
El candidato socialdemócrata, Olaf Scholz, lidera los sondeos gracias a su experiencia a 15 días de las elecciones más inciertas
BerlínAlemania vota en dos semanas un nuevo Parlamento (Bundestag). Las cartas no están echadas y los juegos de coaliciones apuntan múltiples. Cuando en primavera los cristianodemócratas (CDU) y los Verdes anunciaron sus candidatos, Armin Laschet y Annalena Baerbock respectivamente, los tres candidatos con opciones de suceder a Angela Merkel como canciller tras 16 años quedaron presentados. Los sondeos comenzaron a moverse y a dar como favoritos políticos diferentes en función de las circunstancias: el conservador Laschet parecía poder tomar el relevo en simpatía y proximidad a Merkel, y ganaba popularidad ante el más derechista Friedrich Merz, otro precandidato conservador que ahora Laschet ha integrado a su equipo para captar votos de la derecha. Más adelante fue Baerbock quien ganó en las encuestas gracias a su juventud y a los que querían que al frente del país continuara habiendo una mujer. Pero después de errores de comunicación, modificaciones de curriculum y plagios en la biografía, y tras las riadas en la región que preside Laschet (ante las que el gobierno de Merkel ha reaccionado con 30.000 millones de euros), los sondeos han cambiado.
En primavera, con el actual ministro de Finanzas del gobierno de la Gran Coalición que preside Merkel, Olaf Scholz, como candidato para los socialdemócratas, el SPD estaba en horas bajas y apenas aspiraba a mantenerse alrededor de un 14% de los votos. Más allá de una posible renovación de la Gran Coalición, una fórmula de gobierno que ha dividido a los militantes del partido, no parecía posible que el SPD encajara en ningún otro rompecabezas que le permitiera volver a participar en el gobierno.
Pero a las puertas de otoño, y en dos semanas de las elecciones al Bundestag, todo ha cambiado. Scholz es ahora el favorito de las encuestas, porque los votantes ven la experiencia de gobierno que Baerbock no tiene y que Laschet solo aporta como presidente de la región más poblada (Renania del Norte - Westfalia), ahora traumatizada por unas inundaciones que salpican el candidato por su mala gestión de proyectos urbanísticos. Nadie parece recordar que Scholz perdió ante el ala más progresista del SPD en diciembre de 2019, cuando el partido eligió como líderes Norbert Walter-Borjana y Saskia Esken, escépticos con la fórmula de la Gran Coalición. Los registros policiales de este viernes en los Ministerios de Finanzas y de Justicia, ambos en manos del SPD, vinculados al blanqueo de dinero no parece que vayan a manchar mucho la popularidad de Scholz, que hace unos meses declaró en los escándalos financieros de Wirecard y Cum-ex porque su ministerio falló en las tareas de control.
Los conservadores, en alerta
En este contexto, el presidente de la CSU (el partido bávaro aliado de la CDU), Markus Söder, ha hecho una llamada desesperada a los votantes tradicionales de los conservadores en el congreso que su partido ha celebrado en Nuremberg este fin de semana para alertar del peligro real de que gobierne la izquierda. Scholz ha flirteado con Baerbock como posible compañera de coalición, pero las encuestas no les dan una mayoría suficiente. El nuevo gobierno federal parece que será, por primera vez, tripartito. Scholz, moderado dentro del SPD, deberá hacer un pulso en el seno de la formación si los pronósticos se cumplen y gana: las bases presionan para que gobierne con la izquierda, pero para buena parte de la opinión pública esto es un tabú. Esta formación, heredera en parte del antiguo partido único de la Alemania del Este, recibe apoyo sobre todo en este territorio y entre sus preceptos figura la oposición a la OTAN, una línea roja para el resto de fuerzas. Una alternativa como tercer miembro del futuro ejecutivo podrían ser los liberales (FDP), con quien la conservadora Alemania respiraría más tranquila, pero que significaría igualmente un gobierno de malabarismos.
Que los conservadores viven una bajada histórica se hizo patente esta semana, cuando Merkel, normalmente prudente y diplomática, pidió abiertamente (o a la desesperada) el voto para Laschet en su último discurso en el Parlamento: "Este país necesita estabilidad, fiabilidad y moderación", dijo. El candidato conservador fue el menos bien valorado en el primer debate televisivo, emitido hace dos semanas. Este domingo se hará el segundo. Habrá que ver si las intervenciones de estos días de los pesos pesados de la CDU y la CSU, Merkel y Söder, han hecho efecto y permiten a Laschet remontar antes del día 26.