América

Multicrisis en Bolivia: del 'milagro económico' a la falta de combustible

La falta de combustible, la escasez de divisas y la pugna entre los líderes del partido gobernante han convergido en una multicrisis de difícil resolución

El presidente de Bolivia, Luis Arce, en un evento del partido.

Buenos AiresBolivia, un país sin salida al mar, que mide dos veces España y que tiene 12,4 millones de habitantes, vive uno de los momentos más tensos de los últimos tiempos, cuya crisis multifactorial está afectando el día a día de la población: una carencia de combustible causada por la escasez de reserva de divisas que, en paralelo, dispara los precios de los productos básicos, como los alimentos y los medicamentos. Todo ello, con un conflicto político de fondo que ha desatado una crisis institucional: la fractura interna del partido gobernante, el Movimiento Al Socialismo-Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), causada por la enemistad entre el presidente del país, Luis Arce, y quien fue su mentor y el primer presidente indígena de Bolivia, Evo Morales, que gobernó del 2006 en el 2019 y que pretende ser reelegido a las elecciones presidenciales del próximo año. De hecho, el mes pasado Morales acusó a Arce de estar detrás de un intento de asesinarle.

Bolivia vivió un milagro económico a principios de siglo con la exportación de hidrocarburos al mundo al convertirse en el primer país latinoamericano productor de gas per cápita. En el 2006, el entonces presidente Evo Morales nacionalizó la industria del gas y el petróleo y generó así un monopolio bajo la empresa pública Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) A raíz de esto acumuló enormes cantidades de reservas en dólares, lo que permitía una subvención casi total del combustible a la ciudadanía boliviana Junto a un sector primario fuerte, Bolivia prácticamente no requería la importación de alimentos y, durante años, la población ha vivido con estabilidad económica.

Pero la caída de precios en el mercado internacional de hidrocarburos y la ausencia de políticas de exploración de nuevos pozos fueron disminuyendo progresivamente la producción de gas en Bolivia, hasta el punto de que en los últimos cinco años se ha reducido a la mitad su renta petrolera: "El dinero que recibimos por la venta de gas lo estamos utilizando casi todos para subvencionar a los carburantes", explica al ARA el analista Susana Bejarano: "El Estado ha dejado de ser ese gran productor de dólares, porque los que consigue, debe gastarlos inmediatamente en esto".

Como el sistema financiero está desprovisto de dólares, "cuando entran, quedan prácticamente congelados", explica Bejarano, quien considera que Bolivia está viviendo un "corralito" de facto", puesto que la gente –los pequeños ahorradores, como dice ella, que pueden tener pocos miles de dólares en el banco– no puede retirarlos: el gobierno ha impuesto controles para frenar la salida de dólares del país, lo que ha generado por primera vez en Bolivia un mercado informal de cambio. "Desde que los jóvenes tienen uso de razón", explica al ARA la politóloga Natalia Aparicio, "el tipo de cambio del dólar ha estado de 6,97 bolivianos". Hoy, en cambio, se puede comprar la moneda fuerte por casi 11 bolivianos.

Crisis política

La crisis interna del Movimiento En el Socialismo se inició poco después del golpe de estado del 2019, cuando Jeanine Áñez se autoproclamó presidenta interina del país. Ese golpe de estado venía precedido de un malestar generalizado en Bolivia por lo que la gente consideraba una vulneración de su voluntad: en el 2016, Evo Morales convocó un referendo para enmendar la Constitución y posibilitar su cuarto mandato consecutivo. El 51,3% de la población votó en contra, pero el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) habilitó igualmente la propuesta de Morales que, además, en 2019 salió reelegido en unos comicios rodeados de acusaciones de fraude que provocaron una crisis política, una revuelta popular y, finalmente, el golpe de estado y el exilio de Morales, primero en México y después en Argentina.

En el 2020 se celebraron elecciones y Luis Arce, que había sido ministro de Economía de Morales –y artífice del "milagro"– las ganó. Pero cuando Morales regresó a Bolivia, el MAS había iniciado una ola renovadora de la mano de Arce, lo que provocó una confrontación entre las vistas y los arcistas por el liderazgo del espacio y para decidir quién sería el candidato a las elecciones presidenciales de 2025. En las últimas semanas, Evo Morales ha movilizado el grueso de sus seguidores en bloqueos de carreteras y ha convocado una manifestación hasta La Paz, donde se encuentran las sedes del gobierno y del legislativo, para defender su candidatura, aunque formalmente está inhabilitado por el TCP –el mismo órgano que en 2019 permitió su reelección–. Tanto Bejarano como Aparicio coinciden en que la justicia en Bolivia suele favorecer el poder de turno, sea cual sea.

En ese contexto, la oposición se encuentra dispersa y fragmentada, con hasta 16 candidaturas a pesar de un intento de imagen de unidad. Y aunque aumentan sus discursos libertarios con Javier Milei como referente, el politólogo José Luis Exeni lo relega a "opciones marginales que habitan en X, pero que no tienen ninguna posibilidad de ser competitivas". En cuanto a Evo Morales, señala su "reticencia" en la renovación del liderazgo. Para Aparicio, "Evo teme el surgimiento de un nuevo líder masculino, con rostro indígena y del MAS, porque puede quitarle la hegemonía en el imaginario colectivo de las personas, especialmente del sector indígena, el sector social más mayor de Bolivia". Sobre Morales también pesa ahora mismo un proceso judicial por mantener una relación con una menor de edad, con la que habría tenido un hijo mientras era presidente. La justicia de Argentina se suma a la causa, por tráfico de menores en territorio argentino durante el exilio.

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