América Latina

Bernardo Arévalo o el camino más difícil para ser presidente de un país

Las élites políticas de Guatemala han intentado evitar de todas formas que el mandatario asuma el cargo este domingo

Asier Vera Santamaría
3 min
Bernardo Arévalo en una imagen reciente.

Ciudad de GuatemalaBernardo Arévalo asumirá la presidencia de Guatemala este domingo, pese a los obstáculos que ha tenido que sortear en los últimos meses. Su calvario judicial empezó después de quedar en segundo lugar en la primera vuelta de las elecciones celebradas el 25 de junio. El mismo día en que se oficializaron los resultados, el juez Fredy Orellana ordenó que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) suspendiera la personalidad jurídica del Movimiento Semilla, su partido. Todo ello a raíz de una investigación en la que, supuestamente, el partido de izquierdas, que irrumpió sorprendentemente en los comicios, se constituyó a través de firmas falsas y rúbricas de personas fallecidas.

Las pesquisas estaban dirigidas por la fiscal general del Ministerio Público, Consuelo Porras, y el jefe de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad, Rafael Curruchiche, ambos incluidos en la Lista Engel de Estados Unidos de actores corruptos y antidemocráticos. De este modo, comenzó el ataque de la vieja política para impedir que gobierne Arévalo, que promete “limpiar el país del pantano de la corrupción”, amenazando los intereses delstatu quo.

La justicia intentó poner contra las cuerdas la democracia de Guatemala pretendiendo dejar a la ciudadanía sin la posibilidad de votar a Bernardo Arévalo en la segunda vuelta el 20 de agosto. Sin embargo, el TSE se negó a ilegalizar el partido hasta que finalizara el periodo electoral, lo que permitió que el Movimiento Semilla y su candidato pudieran participar y vencer a su rival, la derechista Sandra Torres.

Su contundente victoria, tras obtener 2,4 millones de votos, lejos de apaciguar los ánimos, reactivó la orden judicial para que fuera suspendido el Movimiento Semilla, que fue considerado “ilegal y anticonstitucional” por parte del gobierno saliente, que denunció un “golpe de estado” para impedir su investidura. Al finalizar el 31 de octubre el proceso electoral y oficializarse los resultados de la segunda vuelta, el TSE acató la orden del juez Orellana y dejó sin partido a Arévalo.

Toda esta persecución provocó que miles de personas salieran en la calle en defensa de la democracia y empezaran y sostuvieran un paro de país indefinido, liderados por las autoridades indígenas, que, desde el 2 de octubre, mantienen una resistencia pacífica ante el Ministerio Público en Ciudad de Guatemala, que tienen previsto finalizar éste el domingo, una vez asuman el poder las nuevas autoridades.

La población resucitó así el espíritu del 2015, cuando hubo manifestaciones masivas contra la corrupción que desencadenaron en la caída del entonces presidente Otto Pérez Molina, que el pasado 3 de enero salió de la cárcel, donde estaba del 3 de septiembre de ese año.

Un último intento

El último intento de las élites políticas de Guatemala fue solicitar anular las elecciones. Por eso, el fiscal Curruchiche presentó una investigación con supuestas “irregularidades” en el recuento de votos por parte del TSE, al que acusa de confabularse con el partido de Arévalo para conseguir la victoria. Sin embargo, el Tribunal Electoral ha recordado que los resultados están "validados, oficializados e inalterables". Los observadores internacionales verificaron también que las dos vueltas electorales se celebraron de forma transparente y sin ningún tipo de fraude. ocupado". Por eso, ha pedido repetidamente a Consuelo Porras que renuncie, por lo que espera que una vez él asuma el poder, "tenga la decencia de presentar la renuncia". Denuncia que, en Guatemala, "no existe un estado de derecho cuando desde la Fiscalía se conduce la persecución política contra la gente que está luchando contra la corrupción", si bien remarca que "el pueblo está determinado a rescatar y constituir su democracia".-_BK_COD_

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