Andrea Daza Tapia

Venezuela: votar en cleptocracia

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El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, este lunes.

CaracasNicolás Maduro era el único civil que había acompañado a Hugo Chávez desde el principio. Se supone que esto le hizo el sucesor ideal. Superó por poco la gran prueba de fuego después de su muerte: ganar las elecciones del 2013, aún con el chavismo de luto, con una diferencia de 200.000 votos por delante del candidato de la oposición, Henrique Capriles Radonski.

Una década después, el contexto es otro. Antes de las elecciones del domingo, se podían encontrar por todo el país carteles con el eslogan de la campaña oficial –la única visible–: "Es tiempo de lealtad". Parecía una declaración de intenciones. Sin una obra para lucir después de un descalabro económico terriblemente gestionado, parecía que Maduro dijera a su electorado: no lo hagas por mí; hazlo en recuerdo de Hugo Chávez. A partir del lunes, las imágenes de venezolanos rasgando los mismos carteles a diestro y siniestro han inundado las redes. Así como el derribo de estatuas. Si hace años –incluso antes que en Europa– Cristóbal Colón caía en Caracas, ahora es el propio Hugo Chávez quien se cae. Éste es el legado.

Un día antes de las elecciones, el periodista Ewald Scharfenberg, coeditor del medio especializado en investigación Armando.info –bloqueado por el gobierno y exiliados sus principales reporteros– pió dos definiciones que podrían explicar cualquier escenario postelectoral: cleptocracia, sistema de gobierno en el que lo importante es el bolsillo de quien manda, y caquistocracia. Éste último sería como el gobierno de los mejores, pero al revés. El gobierno de los más ineptos.

Es difícil explicar la dimensión de la corrupción de los últimos años. Por eso, Armando.info, en alianza con Frontline, produjo el documental Una pauta peligrosa: Descubriendo la corrupción en la Venezuela de Maduro. La clave es en el 2015, cuando vuelven a caer los precios del petróleo y Maduro deposita toda su esperanza en una persona desconocida hasta entonces: Alex Saab, el empresario colombiano que se enriqueció explotando la ayuda alimentaria destinada a Venezuela, producto del desaguisado macroeconómico de su gestión y posteriormente del bloqueo, las sanciones y el conflicto político. Con él, el chavismo como proyecto político murió. Con él, el madurismo, como nueva elite económica, se instaló.

La rotura es tal que por primera vez figuras del chavismo clásico comoAndrés Izarra, ministro de Comunicación y de Información de Chávez (2004-2012) y ministro de Turismo de Maduro (2013-2014), se han vuelto en contra. Sus tuits no dejan a nadie indiferente. OJuan Barreto, artífice del programa¡Alón, Presidente!, ex alcalde de Caracas y ex diputado de la Asamblea Nacional. Ninguna persona podría imaginar a Barreto defendiendo cualquier cosa que dijera o hiciera la oposición. Mucho menos, María Corina Machado, la líder indiscutible del actual proceso opositor, la candidata que nunca pudo ser –el gobierno la inhabilitó– y que ahora reclama lo que parece una quimera en Venezuela de Maduro: transparencia electoral.

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