La Asamblea General de la ONU suspende a Rusia como miembro del Consejo de Derechos Humanos

La decisión, histórica, apuntala el aislamiento internacional de Moscú por la agresión a Ucrania

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La pantalla que muestra el resultado final que echa Rusia del Consejo  de los Derechos Humanos de la ONU.

WashingtonLos golpes diplomáticos contra Rusia continúan acumulándose. Su imagen de paria internacional se ha incrementado todavía más con la suspensión de su asiento en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, una decisión impulsada por los Estados Unidos, aplaudida por sus aliados occidentales y aprobada este jueves en el pleno de la Asamblea General de la ONU. El simbolismo de la decisión es bastante importante, incluso histórico: solo una vez, en los pocos más de quince años de existencia del máximo órgano del organismo multilateral sobre derechos humanos, se había expulsado temporalmente a uno de sus miembros. Hay que remontarse hasta el 2011 para encontrar este precedente: entonces, por unanimidad, las Naciones Unidas suspendieron a Libia como respuesta por la represión violenta de las protestas sociales de aquel año. Ahora se añade Rusia, uno de los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, que recibe este castigo como consecuencia de la masacre de Bucha, con las imágenes aterradoras de civiles ejecutados y las acusaciones contra su ejército de haber cometido atrocidades indescriptibles contra la población ucraniana.

El resultado de la votación no da opción a debate: 93 países han votado a favor de una resolución de suspensión que expresa una "gran preocupación" por las noticias de "graves y sistemáticas violaciones y abusos de los derechos humanos [...] y de la ley internacional humanitaria" por parte del ejército ruso. Pero el apoyo a la medida no ha sido tan contundente como los EE.UU., la Unión Europea y otros aliados habrían deseado. El poder de su bloque en las Naciones Unidas ha menguado, y bastante: han conseguido los dos tercios de votos emitidos que les hacían falta, y con creces, pero han tenido que ver cómo el número de países que votaban en contra de la condena rusa se multiplicaban casi por cinco respecto a resoluciones anteriores que criticaban la invasión y exigían el fin de las hostilidades (han pasado de 5 a 24). La cifra de abstenciones también se ha multiplicado: ha pasado de una cuarentena a 58.

La prueba más irrefutable de la carencia de entusiasmo por el resultado, a pesar de que favorable a la mayoría, ha sido que solo se ha oído un tímido aplauso después de la aprobación, nada que ver con la ovación de los éxitos de resoluciones anteriores de condena a Moscú por sus acciones. En el traspaso de votos quizás ha tenido un papel destacado la nota diplomática que Rusia envió a todas las delegaciones advirtiéndoles de que habría consecuencias en las relaciones bilaterales si votaban a favor de la propuesta norteamericana, e incluso si se abstenían. "Una posición equidistante será considerada un gesto de enemistad", decía el documento.

El presidente ruso, Vladímir Putin, en una imagen de archivo.

Moscú critica el "teatro"

Minutos antes de la votación, los representantes rusos han criticado el "teatro" de la posición de Ucrania y han acusado a los EE.UU. de "intentar mantener su posición dominante, el control total y el colonialismo en derechos humanos y relaciones internacionales". Entre los que han pasado de la abstención al no , una figura prominente: China. Como la de otros muchos países, la justificación china se ha basado en la carencia de pruebas y de una investigación independiente sobre qué pasó realmente en Bucha, en el precedente negativo que puede crear al organismo hacer acusaciones e impulsar expulsiones sin tener todos los datos sobre la mesa, y en el hecho que, básicamente, la expulsión no ayuda en nada a resolver el conflicto, más bien al contrario. Poco antes de la votación, el representante ucraniano a las Naciones Unidas, Sergui Kislítsia, ha parafraseado al Nobel de la paz Elie Wiesel para instar a los miembros de la ONU a votar por castigar Moscú: "La indiferencia no es la respuesta [...] beneficia al agresor, nunca la víctima".

La implicación real, más allá del golpe diplomático, es escasa. El Consejo de Derechos Humanos no tiene muchas competencias y sus decisiones y recomendaciones no son vinculantes, a pesar del peso político que comporta cualquier declaración que emite y sus prioridades y perspectivas en derechos humanos a escala mundial. Además, el prestigio del organismo está en entredicho, teniendo en cuenta que han formado parte de él países con historiales oscuros en cuestiones de derechos humanos.

Una vez cerrada la votación y aprobada la resolución de suspensión, Rusia ha pedido la palabra para anunciar que abandona el Consejo de Derechos Humanos de la ONU de manera inmediata, un año antes de que acabe su mandato de tres años en el organismo formado por 47 miembros y con sede en Ginebra. Una declaración sin validez porque se ha hecho después de la expulsión. O, como ha dicho Kislítsia, "no puedes presentar la dimisión en un lugar del cual te han despedido".

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