Nepal

Tras protestas incendiarias y más de setenta muertes, la nueva líder de Nepal promete un breve mandato provisional

En medio de reclamaciones de inconstitucionalidad por parte de los partidos políticos, la primera ministra Sushila Karki promete elecciones el 5 de marzo

Sushila Karki, nueva primera ministra interina de Nepal, en una imagen de archivo.
Bhadra Sharma i Hannah Beech
16/09/2025
3 min

KatmandúDespués de los incidentes de hace diez días en Nepal, la nueva primera ministra, Sushila Karki, exmagistrada jefe, dijo que había aceptado el nuevo cargo a regañadientes. Los principales partidos políticos sostienen que el proceso es inconstitucional. Menos de 48 horas después de jurar el cargo, Sushila Karki prometió el pasado domingo que cedería el poder dentro de medio año, cuando se celebren nuevas elecciones.

En medio de los edificios gubernamentales calcinados de Katmandú, la capital de Nepal, Karki –la primera mujer que ocupa el cargo desde la instauración de la república, en el 2008– dijo a los altos funcionarios que había asumido el liderazgo de forma provisional. "No estoy aquí por voluntad personal –dijo Karki–. La gente de la calle y de todas partes decía: «Dad la responsabilidad a Sushila», así que me vi obligada».

La recién nombrada primera ministra remarcó que nunca había esperado liderar el país. Por un lado, ya se había jubilado de una larga carrera jurídica: Karki también fue la primera mujer magistrada jefe del Tribunal Supremo del país, donde se ganó fama de luchadora contra la corrupción. Por otro, no es política. Pero, para sus partidarios entre el ejército y el movimiento juvenil de protesta que ha derrocado al gobierno anterior, eso era precisamente lo que importaba. "No estamos aquí para saborear el poder ni los altos cargos", afirmó.

Sotraco inesperado

La caída de Nepal en la anarquía política fue tan rápida como inesperada. Desde el lunes 8 de septiembre y durante los días que se prolongó la protesta, prácticamente hasta el miércoles, las fuerzas de seguridad mataron a no menos de 70 estudiantes que protestaban contra la corrupción oficial y la prohibición de las redes sociales –el veto se revocó rápidamente–. El martes las multitudes se esparcieron por todo el país y quemaron y saquearon propiedades gubernamentales y residencias de políticos. Miles de edificios fueron atacados en un frenesí de incendios provocados que incapacitó a Nepal para gobernarse. A última hora del martes, el primer ministro había dimitido, el ejército impuso un toque de queda y los miembros del gabinete habían sido trasladados a cuarteles militares, donde permanecieron incomunicados durante días.

Jóvenes manifestantes en las calles de Katmandú la semana pasada.

El nombramiento de Karki el viernes de la semana pasada fue acompañado de la disolución del Parlamento y, unas horas más tarde, del anuncio de elecciones el 5 de marzo. Pero el sábado ocho partidos políticos nepalíes, incluidos los tres que han dominado la política durante más de quince años, calificaron todo el proceso de inconstitucional.

La asunción oficial de funciones por parte de Karki el domingo tuvo lugar en uno de los pocos edificios del vasto complejo gubernamental de Nepal que no habían sido dañados por los ataques. Se dirigió a una multitud, casi toda hombres, formada por altos funcionarios y policías.

A diferencia del juramento improvisado del viernes por la noche, cuando los llamados manifestantes de la generación Z se arrodillaban a sus pies y se hacían selfies, el domingo hubo poca celebración, salvo un exuberante ramo de flores. Fuera, funcionarios desconcertados deambulaban por el recinto gubernamental, con una veintena de ministerios. La mayoría de los edificios estaban ennegrecidos por el humo, algunos reducidos en el esqueleto, incluida la ornamental oficina del primer ministro.

Karki, que en su primer acto público el pasado sábado visitó manifestantes heridos en los hospitales, dijo que su gobierno pagaría 7.000 dólares a cada familia de las víctimas mortales. Ordenó a la policía que creara oficinas improvisadas con madera, bambú o cualquier material que encontraran. Y lamentó la destrucción total de un gobierno que, durante un tiempo limitado, se comprometió a dirigir. "Eso nos ha llevado hasta el punto de que ni siquiera el gobierno quiere dar la cara", dijo.

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