Bielorrusia desaloja a centenares de migrantes de la frontera polaca

Minsk los traslada a un refugio temporal y pide a Bruselas que acoja a 2.000

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Una niña sobresaliendo entre decenas de personas que esperan en la frontera entre Bielorrusia y Polonia.

MoscúAleksandr Lukashenko podría haber dado el primer paso para relajar la situación en la frontera bielorrusa con Polonia y, como consecuencia, acabar con la crisis migratoria, catalogada por la Unión Europea de “guerra híbrida”. Según han informado desde Minsk, también desde Varsovia, el régimen de Lukashenko ha trasladado a los centenares de migrantes que estaban acampados en el paso fronterizo de Kuznica-Bruzguí –el punto más caliente– hasta un refugio temporal de una localidad próxima. Mientras tanto, Minsk asegura que actualmente en el país hay un total de 7.000 refugiados. Y no se quiere quedar con ninguno. Según un portavoz del ejecutivo, Bielorrusia estaría dispuesta a repatriar a 5.000 a sus respectivos países –como ya ha empezado a hacer con algunos iraquíes– y pide que sea la Unión Europea quien se haga cargo del resto, unos 2.000. Lukashenko habría hecho esta propuesta a la canciller alemana, Angela Merkel, en la conversación que mantuvieron ambos el miércoles, la segunda durante esta semana.

La policía fronteriza polaca, que ha protagonizado en los últimos días escenas de represión contra las personas que intentaban llegar a la UE desde Bielorrusia, confirmaba el desalojo a pesar de que apuntaba que durante este jueves al menos quinientas personas habían intentado entrar en su territorio. Los migrantes desalojados están ahora en una nave logística del municipio de Bruzguí. No han podido entrar todos: algunos se han visto obligados a quedarse en el exterior del centro y se han visto peleas para conseguir comida y tabaco. A pesar de esto, en las imágenes difundidas por la agencia estatal bielorrusa, se los ve descansar en el interior de las naves, estirados en colchones y mantas en el suelo. Según la misma agencia, la mayoría de estas personas ha dejado claro que quieren continuar intentando llegar a la UE. El miércoles, el gobierno bielorruso ya aseguró que estaba trabajando con Bruselas para resolver la crisis.

En los próximos días se verá si esta decisión de Lukashenko ha supuesto el inicio de un proceso de desescalada en el pulso entre la UE y Bielorrusia. Lo que sí es cierto es que desde Minsk, el régimen se ve ganador. Para Lukashenko haber condicionado la política europea de las últimas semanas ya es un triunfo, puesto que le da la relevancia política y geoestratégica que quiere para su régimen. Al mismo tiempo, las dos llamadas que ha mantenido esta semana con Merkel, probablemente la voz más respetada de los Veintisiete, también le aportan autoestima geopolítica. Y más teniendo en cuenta que desde las elecciones presidenciales de 2020 –que supusieron el inicio de la espiral de represión en el país por las multitudinarias manifestaciones en contra del presidente, acusado de fraude electoral–, Lukashenko se había alejado algo más de Occidente: la mayoría de líderes de la órbita de la Unión Europea y de los Estados Unidos no habían hablado más con él. Merkel era una de ellos, y ahora ha tenido que romper este silencio para afrontar la crisis migratoria. En este sentido, el portavoz del gobierno federal alemán, Steffen Seibert, que comentó la llamada que habían tenido los dos mandatarios, evitó referirse al líder bielorruso como "presidente". Optó por "el señor Lukashenko".

Moscú se desentiende

La otra gran lectura política de esta crisis es el papel que ha jugado en ella la Rusia de Vladímir Putin. Desde el inicio de la tensión fronteriza, desde la UE se subrayaba que la mano del Kremlin estaba presente y que tenía el objetivo de desestabilizar a los Veintisiete. Pero Moscú, aliado de Minsk a pesar de sus altibajos, ha negado siempre cualquier implicación. Además, hubo unas declaraciones de Lukashenko que no hicieron mucha gracia a Putin. El hombre fuerte del Kremlin advirtió a su vecino de Minsk cuando este amenazó con cortar el tránsito del gas ruso que, desde Rusia, nutre parte del Viejo Continente. Pero este jueves el presidente ruso lanzaba un mensaje de apoyo a Bielorrusia: “No se puede no ver cómo los países occidentales utilizan la crisis migratoria en la frontera bielorruso-polaca con un nuevo pretexto de tensión próximo a nosotros y para presionar a Minsk”.

Pero también ha pedido a Lukashenko que recapacite y ha llamado al “diálogo entre las autoridades y la oposición”. Putin ha añadido que “Rusia continuará el fortalecimiento de vínculos y la profundización en el proceso de integración con Bielorrusia”. Moscú quiere mantener a la “hermana pequeña” en su órbita, pero no necesariamente con Lukashenko al mando. Entre los opositores a los cuales hace referencia Putin está Viktor Babaryko, uno de los opositores encarcelados que intentó presentarse a las presidenciales de 2020, y que se ha relacionado con el Kremlin.

Las imágenes de la frontera

Y todo ello llega después de más de una semana intensa. En los últimos días, miles de personas han intentado atravesar la frontera con Polonia: ha habido verdaderos momentos tensos, como el enfrentamiento y el lanzamiento de piedras de los migrantes hacia los soldados polacos y, sobre todo, la respuesta de los soldados, que contestaban con granadas aturdidoras, gases lacrimógenos y cañones de agua.

Alrededor de la valla se habían levantado campamentos con tiendas, a pesar de que la zona fronteriza entre ambos países es conocida por ser especialmente fría, con temperaturas bajo cero casi todo el día. Durante las noches la tensión no dormía: los guardias polacos usaban sirenas para impedir que se pudiera dormir y en el lado bielorruso algunos efectivos intentaron cortar la valla algunas noches.

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