Cambio climático y salud, en el centro de las elecciones islandesas
La primera ministra de la izquierda verde se hunde en las encuestas tras una insólita coalición con la derecha
Tras años de escándalos económicos y volatilidad política, Islandia cierra este sábado una legislatura que ha devuelto una estabilidad que no se veía desde el colapso financiero de 2008. En 2017, a raíz de las terceras elecciones anticipadas en ocho años, se formó el actual gobierno islandés, una insólita coalición formada por la izquierda ecologista de la primera ministra, Katrín Jakobsdóttir, y la derecha conservadora tradicional. A pesar de su excepcionalidad, la alianza gubernamental ha conseguido llegar al final del mandato, cosa que solo había conseguido otro ejecutivo desde 2008.
Como ya ha pasado en otros países en los últimos tiempos, las elecciones islandesas están dominadas por el debate alrededor del cambio climático, una de las principales preocupaciones de los votantes junto con la salud, después de un año y medio de pandemia en que Islandia destaca entre los países europeos con más buena nota. Una estrategia rápida y efectiva de test masivos y un estricto control de entrada a la isla permitieron controlar la infección, lo que ha colocado a Islandia como el país europeo con la tasa de mortalidad más baja, con 33 defunciones en un país de 360.000 habitantes.
A pesar de todo, la pandemia también ha hecho evidente la enorme dependencia del turismo en la economía islandesa, y ha hecho resurgir la discusión sobre si conviene ampliar o reducir la privatización de la sanidad, como también ha pasado en otros países nórdicos.
Las políticas vinculadas con la crisis climática han cogido fuerza tras un verano excepcionalmente caluroso en esta isla del Atlántico norte, que hace años que ve cómo crece la amenaza en una zona especialmente en riesgo. Los nueve partidos con números de tener representación parlamentaria reconocen los peligros del calentamiento global, pero claro, discrepan en las medidas que habría que tomar y su urgencia. Las organizaciones ecologistas alertan que las decisiones que se tomen durante el próximo periodo serán claves para determinar si se logra el objetivo de reducir las emisiones en un 40% en 2030, marcado por el actual ejecutivo.
Cambio de gobierno
Katrín Jakobsdóttir, que se ha ganado una buena imagen internacional, lucha para conservar el cargo de primera ministra, pero todo apunta a que su etapa al frente del gobierno islandés tiene los días contados. Según las encuestas, una reedición de la actual coalición de gobierno –el Movimiento de Izquierda Verde, el conservador Partido de la Independencia y el centrista Partido del Progreso-- parece imposible, especialmente por una bajada significativa del partido de izquierda, que pasaría del 17% de los votos a aproximadamente un 10%.
“La alianza contra naturaleza con la derecha conservadora le puede haber pasado factura”, comenta al ARA el periodista Èric Lluent, residente en Islandia desde hace cinco años. A la oposición, los socialdemócratas parezcan haber atraído a los votantes decepcionados de Izquierda Verde y divisan uno de los crecimientos más importantes, del 5,7% de hace cuatro años al 12%.
El Partido de la Independencia, una formación tradicional de derechas y conservadora y la más grande del país –ha ganado todas las elecciones excepto las de 2009–, es el más bien posicionado, con un apoyo que bordea el 22%, ligeramente inferior a hace cuatro años, pero de largo el más importante. “Tiene un electorado que se ha mantenido muy fiel, a pesar de que el partido fue señalado como el principal responsable de la quiebra de 2008”, explica Lluent.
Los sondeos, sin embargo, auguran un Parlamento cada vez más fragmentado, que hace difícil predecir qué partidos pueden acabar pactando para formar gobierno. Si se cumple lo que dicen los sondeos, quedaría descartada una coalición a dos, que era lo más habitual en Islandia, teniendo en cuenta la entrada de varios nuevos partidos los últimos años. Hasta cinco formaciones podrían obtener entre el 10% y el 15% de los votos: el Movimiento de Izquierda Verde, el Partido del Progreso, los Socialdemócratas, el Partido Pirata y el Partido Reformista, de centroderecha.
El inusual gobierno actual ya ha demostrado que las combinaciones pueden ser múltiples y que, si el pragmatismo impera, no hay bloques que prevalezcan. Según los medios locales, la única manera de apartar al conservador Partido de la Independencia del poder seria una coalición de, como mínimo, cinco partidos.