Los conservadores europeos pierden la brújula

Con la marcha de Merkel y la caída de Kurz, el PPE se queda sin la referencia del pasado y la apuesta de futuro

Familias políticas de la UE
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BruselasEn sus filas ha habido apellidos tan importantes para la política europea como Van Rompuy, Sarkozy o Juncker. Si todavía nos remontamos más atrás, los padres fundadores de la Unión Europea como Schuman o Adenauer también pertenecían a la familia conservadora, a la tradicionalmente llamada democracia cristiana. Pero durante la última década el apellido más importante de la familia ha sido Merkel. Y ahora que la cancillera se va, el Partido Popular Europeo se queda sin la brújula que ha marcado su rumbo político, sin un claro sucesor que actúe como apuesta de futuro y, sobre todo, con el motor político y económico de la UE, Alemania, bajo el control de una nueva coalición liderada por un partido socialdemócrata que reivindica su momento pospandemia.

Si las negociaciones para formar gobierno en Alemania entre socialdemócratas, verdes y liberales acaban llegando a buen puerto, ninguno de los grandes países de la UE estará bajo el liderazgo de los cristianodemócratas, que se quedarán solo con ocho de los veintisiete asientos del Consejo. "No gobernarán en ningún país más al oeste de Viena, cosa que es inédita", dice el investigador del CIDOB, Héctor Sánchez Margalef. En realidad, mapa en mano, Eslovenia será el país más occidental bajo un gobierno de afiliación al Partido Popular Europeo, pero el partido de gobierno casa más bien con los postulados ultraconservadores de Hungría o de Polonia. Lo que quiere recalcar Sánchez Margalef con esta referencia geográfica es la pérdida de influencia de la familia conservadora en el núcleo duro occidental de la UE y la peligrosa división política que se establece entre este y oeste, en pleno desafío de Varsovia y Budapest a las instituciones.

En las últimas elecciones europeas, el Partido Popular Europeo (PPE) todavía consiguió mantenerse como el grupo con más asientos en el hemiciclo, pero perdió hasta una cuarentena de eurodiputados. Para el profesor de ciencias políticas de la Universidad Libre de Bruselas, Franois Ferot, la democracia cristiana y el centroderecha europeo viven una "paradoxa" desde los últimos años, porque mientras sus valores e ideas están en auge, tienen problemas para conseguir buenos resultados electorales, lo que principalmente atribuye al hecho de que la extrema derecha se ha apoderado de los temas de debate principales: migración y política identitaria. Justamente el resultado de las últimas europeas evidenció el fin del bipartidismo y recolocó parte de los votos naturales de los conservadores hacia la ultraderecha.

Las dos almas de partido

La fuga hacia el extremo derecho se materializó con la marcha del Fidesz, el partido de Viktor Orbán, de la familia cristianodemócrata el año pasado, cosa que dejaba a cuerpo descubierto la gran lucha entre lo que Sánchez Margalef denomina "las dos almas" del Partido Popular Europeo. El investigador del CIDOB cree que el declive de la familia conservadora va muy ligado al hecho de haber tenido durante las últimas décadas el dominio del poder en Europa bajo el faro aglutinador e inmovilista de Merkel, pero ahora les toca hacer "introspección" y decidir cuál de las dos almas quieren abrazar, como hizo en su momento la socialdemocracia: "2015 marcó el camino a seguir de la socialdemocracia, que vio que tenía que mirar hacia la izquierda para sobrevivir. Se vio con Corbyn en el Reino Unido, en Italia con el pacto del Partido Demócrata con el Movimiento 5 Estrellas y en Portugal o España con los pactos de izquierdas. Pero hasta ahora el centroderecha no se había visto en la coyuntura de tener que hacer esta reflexión".

Y Merkel tiene mucho que ver con el hecho de que hasta ahora no hubiera habido que hacer abordar esta reflexión dentro de las filas conservadoras. "Merkel era el árbol que escondía el bosque", dice el profesor Franços Foret, que destaca que las "credenciales personales de la cancillera a menudo compensaban el disentimiento dentro de la familia política y entre gobiernos".

Y las opciones de futuro, a estas alturas, también pintan crudas. Cuando llegó al poder, el excanciller austríaco Sebastian Kurz se erigió en una promesa dentro de la familia conservadora, al ser el líder más joven y con más posibilidades de proyección. Pero a principios de octubre dimitió entre acusacions de corrupción y dejó el Partido Popular Europeo con el griego Kiriakos Mitsotakis o Pablo Casado como los principales nombres de futuro en la primera línea de este grupo político.

Pero Foret no lo ve todo tan negro: "Puede ser una oportunidad para que el Partido Popular Europeo haga una reorganización ideológica. Merkel también fue criticada por difuminar el significado mismo de la democracia cristiana y por ser demasiado indulgente con los extremos. La reivindicación de las fuerzas de extrema derecha de construir una coalición transnacional puede ser un incentivo para volver a centrar el PPE". La clave, sin embargo, la tendrá de nuevo la CDU (el partido de Merkel), que vive a escala interna el mismo debate después de obtener su peor resultado electoral y ha decidido escoger a través de un proceso de votación quién será su nuevo presidente.

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