Rusia

Los otros críticos de Putin muertos en extrañas circunstancias: accidentes, suicidios, envenenamientos...

El Kremlin niega la responsabilidad del presidente ruso en la muerte del líder de Wagner

ARA
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Marina Litvinenko, la dona de l'exespia rus enverinat, després del seu funeral el 2006 a Londres.

BarcelonaEnvenenamientos, suicidios, caídas accidentales desde la ventana de un edificio, aviones que se estrellan… Curiosamente, desde que Vladimir Putin está en el poder, aquellos que han cuestionado su régimen han muerto en extrañas circunstancias. No son casos excepcionales. Se cuentan por decenas y sus perfiles son variados. Hay empresarios, periodistas, activistas, funcionarios, opositores políticos, diplomáticos... Todos tenían un denominador común: haber criticado a Putin. Por eso, los expertos consideraban que era cuestión de tiempo que el líder de Wagner, Prigozhin, también corriera la misma suerte después de sublevarse contra el Kremlin, a pesar de que Putin aceptara en un principio que se marchara de Rusia sin consecuencias. Sin embargo, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha salido este viernes en defensa del presidente ruso: "Es todo mentira", ha afirmado en referencia a "las especulaciones" que vinculan a Putin con la muerte de Prigozhin. "Para tratar este tema, es necesario basarse en hechos", ha insistido.

Hechos hay. Todos muy sospechosos. Durante el último año y medio, desde que empezó la invasión rusa de Ucrania, ha sido constante el goteo de oligarcas que han tenido un destino fatal después de pronunciarse en contra de la guerra. Por ejemplo, el presidente de la petrolera rusa Lukoil, Ravil Maganov, que solicitó públicamente que se detuviera la invasión, murió poco después, el 1 de septiembre del año pasado, al caer por una ventana de un hospital de Moscú en el que estaba ingresado tras sufrir un paro cardíaco. Se da la causalidad de que las cámaras de seguridad del hospital “estaban en mantenimiento” y, en consecuencia, desconectadas.

La vicepresidenta del banco ruso Loko-Bank, Kristina Baikova, también murió tras caer de la ventana de su piso, el pasado 30 de junio. De la misma forma perdieron la vida Dan Rapoport, un conocido crítico de Putin que estaba exiliado en Estados Unidos; el director creativo de una empresa informática, Grigory Kochenov; o el juez federal Artyom Bartenev. Hay otros muchos casos más.

Suicidios sospechosos

Otros críticos de Putin se suicidaron supuestamente. Uno es el ejecutivo del gigante energético ruso Gazprom Alexander Tyulyakov. Su cuerpo fue hallado colgado en el garaje de una casa de campo cerca de San Petersburgo el 25 de febrero del pasado año con una nota de suicidio. La compañía abrió una investigación. La misma suerte tuvo otro alto cargo de esta misma empresa: Leonid Shulman, hallado muerto en el baño de una cabaña.

El líder de Wagner no es el único que ha sufrido un accidente. Dos altos cargos de la popular red social VK, el equivalente ruso de Facebook, prohibida tras la invasión de Ucrania, también fallecieron en un siniestro, pero en este caso de coche, el 29 de agosto del 2022 El vehículo volcó al cruzar el río Bugryanitsa y ambos fueron arrastrados por la corriente.

También son múltiples los casos de envenenamiento, que son quizás los que han tenido mayor repercusión en la prensa. Uno de los más notorios fue el del exespía Alexander Litvinenko, que vivía exiliado en Londres. Murió en un hospital de la capital británica en 2006 tras enfermar de forma repentina tras beber una taza de té. Una investigación puso en evidencia que había sido envenenado con polonio 210, un material altamente radiactivo.

El exagente de inteligencia Serguei Skripal también fue envenenado en el 2018 junto a su hija con un agente nervioso en Reino Unido. Prueba de que el exilio no es refugio. Con todo, logró recuperarse. Del mismo modo que el opositor ruso Aleksei Navalni, intoxicado con Novichok, estuvo debatiéndose entre la vida y la muerte durante cuatro semanas en el 2020.

En otros casos, los rivales de Putin han sido abatidos de forma abierta, sin subterfugios. Uno de los primeros asesinatos fue el del diputado Vladimir Golovliov, que al principio apoyó al presidente ruso en su ascenso al poder pero después empezó a criticarlo. Fue tiroteado en 2002 en Moscú cuando paseaba a su perro. El ex primer ministro Boris Nemtsov también fue abatido en la capital rusa de cuatro disparos en la espalda en 2015. O el caso más emblemático, el de la periodista Anna Politkovskaya, que denunció las violaciones de los derechos humanos cometidas por las tropas del Kremlin en Chechenia y fue asesinada de un disparo en el ascensor de su casa el 7 de octubre del 2006.

"No es coincidencia que todo el mundo mire al Kremlin cuando un hombre de confianza de Putin, caído en desgracia, cae literalmente del cielo dos meses después de intentar amotinarse”, ha dicho esta semana la ministra Asuntos Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, en referencia a la muerte del líder de Wagner. Ha puesto palabras a lo que es un secreto a voces.

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