Crisis diplomática

El déficit cero, la obsesión de Milei

El presidente argentino se vuelca al cuadrar las cuentas públicas pero deja a miles de ciudadanos por el camino

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Javier Milei

Buenos AiresJavier Milei lleva cinco meses y diez días gobernando Argentina. Con orgullo, se autodefine como el primer presidente liberal libertario de la historia, que durante la campaña electoral cargaba contra la “casta política” y prometía acabar con la inflación, un “delito” creado e impulsado por falsos gobiernos del progreso –dice– que sólo buscaban enriquecerse a costa de empobrecer a la gente. Más de 14 millones de argentinos necesitaron creer: en el 2023 la inflación acumulada en el país sudamericano cerró en un 211%, la más alta del mundo, y el índice de pobreza superaba el 40%. En su primer discurso como presidente, Milei prometió ante una multitud emocionada que venían momentos difíciles y que, durante el 2024, los argentinos deberían apretarse bien el cinturón, porque la luz al final del túnel sólo podía venir de la mano de un brutal ajuste o choque económico.

A Milei no le han temblado las manos cuando ha decretado más de 70.000 despidos en trabajos formales del sector público: la reducción a la mitad de los ministerios, el cierre de medios de comunicación y la no actualización de los presupuestos de la universidad pública son sólo algunas de las medidas extremas que ha tomado el presidente para cuadrar las cuentas. Mientras, ha desactivado medidas de contención de los precios que el gobierno anterior aplicaba, por ejemplo, a la cesta básica de alimentos, que hoy en día en Argentina no dista mucho de los precios que se ven en España –según datos oficiales, una familia tipo necesitaría más de 800 euros al mes sólo para alimentarse, y el sueldo medio en Argentina no alcanza los 500–. También ha liberado el precio de la tarifa del transporte público, que se ha triplicado, y ha retirado el subsidio estatal al coste de la energía, lo que ha subido a cifras impagables las facturas de luz, gas y agua. Aunque recientemente Milei ha declarado que "los sueldos comienzan a ganar la inflación", la caída real del valor de los ingresos de la gente estaría rozando el 20% en menos de seis meses de gobierno, y el índice de pobreza ya sube 52%.

Primero la macro, después la micro

Pero a Milei le avalan los mercados: aplaudido en foros de empresarios en Argentina –y recientemente en España– y después de dos reuniones personales con Elon Musk, que ha mostrado un enorme interés en invertir en el país, el presidente augura un futuro próspero y prometedor para Argentina, a la que pretende "volver a convertir en potencia mundial". Las acciones argentinas en Wall Street han mantenido una buena dinámica y Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, insisten en la importancia de una macroeconomía estable y previsible para atraer inversiones extranjeras. Y cuyo mojón sacan pecho es la caída de la inflación: en abril ha sido del 8,8% y se espera un dato que roza el 5% para mayo. “¿Pero a qué precio?”, pregunta retóricamente Teresa, mientras compra pollo en el mercado: “Con la jubilación que cobro, a mis 79 años, mis hijos deben pagarme la mutua”.

El capítulo de las mutuas de salud ha representado una fisura en la teoría del libre mercado de Milei: desregulada la actividad económica, la salud privada aumentó un 89% en tres meses, más que la inflación acumulada, del 71% . Ante la indignación de la clase media, el gobierno se vio obligado a intervenir y exigir a las empresas de salud que retrotrajeran los precios. “La mano invisible no existe; necesitamos un estado presente”, argumentaba Ludo en la Plaza de Mayo durante la manifestación de la izquierda socialista el 1 de mayo, Día del Trabajador. Milei parece no sentir lo que buena parte de la ciudadanía argentina le reclama: razonabilidad, responsabilidad y empatía.

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