Trump añora Biden: Harris obliga a los republicanos a cambiar de estrategia

La euforia demócrata desatada por el tándem Harris-Walz lleva a los republicanos a recalibrar la campaña

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Kamala Harris y Tim Walz en un acto de campaña en Arizona, este viernes

WashingtonLa irrupción de Kamala Harris como sustituta de Joe Biden en el ticket electoral ya despertó un cierto nerviosismo entre los republicanos. Tim Walz como segundo de Harris ha terminado de desconcertarlos y les está obligando a recalibrar la campaña. Incluso parece que Donald Trump añora a Joe Biden y que fantasee con su regreso. "La loca Kamala, en efecto, está loca!! He oído que hay un gran movimiento para volver a traer a Joe el corrupto", escribía el expresidente el martes en su red social Truth Social.

"Cuáles son las posibilidades de que Joe Biden el corrupto, el peor presidente de la historia EEUU, cuya presidencia fue robada por Kamala, Barack Husein Obama, la loca Nancy Pelosi [...] irrumpa en la Convención Nacional Demócrata y vuelva a intentar recuperar la nominación, empezando por que vuelva a desafiarme a otro debate", preguntaba el expresidente en otra publicación.

Los posts hicieron levantar unas cuantas cejas dentro del partido Republicano, al igual que también lo hicieron los comentarios de Trump cuestionando la identidad de Harris o cuando el expresidente atacó al actual gobernador de Georgia, el republicano Brian Kremp. Trump le reprochó a Kremp que no hubiera aceptado el relato sobre el hurto de las elecciones del 2020.

La respuesta de Kremp fue bastante ilustrativa: "Mi objetivo es ganar este noviembre y salvar a nuestro país de Harris y de los demócratas, no entrar en insultos personales insignificantes, atacando a compañeros republicanos o hurgar en el pasado Tú deberías hacer lo mismo, presidente". En otras palabras, Kremp ponía en evidencia lo que parece que cada vez está notando a más gente, dentro y fuera del partido: Trump está inquieto y eso está derivando en una pérdida de foco en la campaña.

Dos nuevos debates televisivos

Después de meses sin hacer ruedas de prensa, el jueves Trump convocó a los medios en su mansión de Mar-a-Lago desde donde intentó dar un golpe de efecto. El expresidente aseguró que debatiría contra Harris y la desafiaba con dos nuevos debates: uno el 4 de septiembre en la cadena Fox, territorio amigo, y otro el 25 de septiembre. En los últimos días parece que Trump ha retrocedido con la idea de debatir contra Harris el pasado 10 de septiembre, pero el viernes aseguró que no sería así e intentó poner el foco sobre ella: "No sé si ella va a aceptar".

Aparte de atacarla con los mismos argumentos que en los últimos días y volver a acusar a los demócratas de haber echado a Biden de forma injusta de la papeleta, intentó atacarla asegurando que no es buena haciendo entrevistas a la prensa. También agitó el miedo a una posible recesión en EEUU tras el susto de la bolsa el pasado lunes por hacer contracampaña. A la pregunta sobre qué pensaba de la euforia de los demócratas, Trump respondió: "Tenemos el entusiasmo, mi partido y yo". La afirmación contrastaba con su tono, más bajo que de costumbre. El expresidente parecía cansado.

La reacción de Trump de los últimos días confirma lo que ya se sospechaba: gran parte de su campaña se había basado en atacar a Biden, y lo hacía a partir de ataques personales. Ahora, con Harris y Walz se encuentra con un doble problema: ni uno ni otro son figuras muy conocidas más allá de su faceta como políticos, y por tanto los ataques personales no son tan efectivos. Los republicanos deben repensar cómo orientan los ataques, sobre todo teniendo en cuenta que Walz presenta un perfil que está bastante blindado: exsargento, conocido en el Congreso por ser el mejor tirador y de clase trabajadora.

Una burbuja de euforia

Uno de los recursos que está utilizando Vance para atacar a los demócratas es que Harris aún no ha concedido ninguna entrevista desde que fue nominada.

En el mitin del miércoles en Detroit, Michigan, un grupo de manifestantes contra la guerra de Gaza irrumpieron al grito de "Kamala, Kamala, no te escondas, no votaremos por un genocidio". La reacción de Harris fue confrontarles con una aparente indignación: "Si queréis que gane Trump, entonces dígalo directamente. Si no, soy yo quien está hablando". Esta respuesta en pleno mitin puede que fuera suficiente para el momento, pero difícilmente podrá desviar las críticas por su posición sobre la guerra de Gaza jugando la carta de Trump.

La sensación de remontada ha vuelto a dejar en segundo plano temas espinosos como la guerra de Gaza y está por ver cómo Harris será capaz de responder a las preguntas incómodas de los periodistas al respecto. Que Harris se someta al escrutinio público no sólo será una prueba de fuego para ver si se puede seguir alimentando la euforia y si sigue teniendo la adhesión entre las bases, sino que también es un momento que los republicanos esperan con avidez por encontrar nuevas aristas desde donde atacar a la candidatura.

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