Europa

Amenaza de divorcio de Macron y Scholz: la guerra abre una crisis entre París y Berlín

Los dos líderes se encuentran en París para rebajar la tensión

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El presidente francés, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Olaf Scholz

ParísLa guerra en Ucrania ha unido a los países europeos como pocas veces se ha visto en la historia de la Unión Europea. Los Veintisiete han conseguido una respuesta común para apoyar a Kiev y sancionar a Rusia. Pero en la sala de máquinas de la política comunitaria empieza a oírse un ruido que indica que no todo va tan bien: el conflicto está provocando fisuras en el eje franco-alemán. Las relaciones entre París y Berlín habían funcionado perfectamente cuando no había guerra y Alemania estaba dirigida por la cancillera Angela Merkel, pero las cosas han cambiado. Con el canciller Olaf Scholz y el estallido del conflicto, las relaciones entre Francia y Alemania se han tensado.

En París cuesta admitirlo abiertamente, pero la amenaza de divorcio se ha hecho evidente con el aplazamiento de la reunión que habitualmente mantienen una vez al año el gobierno francés y el alemán. La cita estaba prevista inicialmente para este martes, pero hace pocos días el Elíseo anunciaba que no se celebraría y fijaba una nueva fecha para enero. La decisión hizo saltar todas las alarmas y, finalmente, para limar diferencias e intentar demostrar que la relación no está rota, Emmanuel Macron ha invitado al canciller alemán hoy en París, donde está previsto que coman juntos. Aún así, no se someterán a preguntas de los periodistas.

A estas alturas ya no es ningún secreto que no hay feeling entre Scholz y el presidente francés, pero lo que ha hecho que París y Berlín estén a un paso del divorcio son las decisiones en materia energética y de defensa que Alemania ha tomado en los últimos meses, desde que Rusia invadió Ucrania. Si hasta ahora Francia era la potencia militar europea mientras Berlín había reducido el gasto militar progresivamente, la guerra y la amenaza rusa han provocado que Alemania haya optado por rearmarse y fortalecer su estrategia militar. A ojos de Francia, el pecado que ha cometido Berlín en este cambio de estrategia de defensa es hacerlo en alianza con los Estados Unidos y no con Francia y la UE.

Escudo antimisiles sin Francia

Por un lado, el gobierno alemán ha lanzado un proyecto de escudos antimisiles aliándose con 14 países de la OTAN y con material alemán, americano e israelí, dejando a Francia al margen. Un gesto que París percibe como un desprecio al proyecto de una defensa común europea –con un impulso a la industria de armamento de los países comunitarios– que promueve Macron al margen de la Alianza Atlántica. De hecho, hace siete años que las compañías francesas de defensa Thales y MBDA, filial de Airbus, trabajan conjuntamente con Italia para desarrollar un sistema de defensa antimisiles en Europa, que ya se está probando en Rumanía. El proyecto de escudos que ha lanzado ahora Alemania en partenariado con los Estados Unidos podría poner en peligro el futuro del proyecto europeo.

Más allá de las consecuencias políticas, también las hay para la industria armamentística europea. El presidente de Francia hace tiempo que insiste en la necesidad de que la UE tenga más soberanía militar, pero Alemania ha preferido aliarse con los Estados Unidos. Además, para ampliar su potencia militar, Berlín ha optado por comprar aviones de combate también a los EE.UU.

Diferencias energéticas

En el plan energético, las diferencias entre Alemania y Francia son evidentes. Mientras que París apuesta por las nucleares, sobre todo con la crisis provocada por la guerra, Berlín es más escéptico y recela de que finalmente Bruselas haya permitido que la nuclear cuente –aunque provisionalmente– como energía verde. Pero las divergencias en la materia van más allá: entre otras discrepancias, a Francia le ha molestado especialmente que Alemania haya aprobado unilateralmente, sin negociarlo con la UE, un paquete de ayudas de 200.000 millones de euros para hacer frente al alza de precios de la energía. Macron considera que la medida puede tener un "efecto desestabilizador" para el resto de países europeos.

El presidente de la República ve tras las decisiones tomadas por Scholz la voluntad política de actuar por intereses nacionales por encima de los intereses comunes, y de ir a la suya, dando la espalda a Francia y Europa. "No es bueno ni para Alemania ni para Europa que Alemania se aísle –afirmaba el presidente de la República en la última cumbre europea, la semana pasada–. Nuestro rol es hacer todo lo posible para que haya una unidad europea y que Alemania forme parte de ella".

En una entrevista al diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung, el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, subrayaba la necesidad de que París y Berlín se entiendan. "No hay alternativa a esta alianza porque juntos representamos el 40% del PIB de Europa y estamos unidos por lazos históricos muy profundos", afirmaba en un tono conciliador. Desde Alemania, un portavoz del gobierno aseguraba que Francia es su "aliado más cercano", en un intento de rebajar la tensión.

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